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martes, 31 de mayo de 2022

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 martes, 31 may. 2022 
 ¿Dónde está «Andrés» hoy? 

 «Había ciertos griegos entre los que habían subido a adorar en la fiesta. Estos, pues, se acercaron a Felipe, que era de Betsaida de Galilea, y le rogaron, diciendo: "Señor, queremos ver a Jesús”. Felipe fue y se lo dijo a Andrés; entonces Andrés y Felipe se lo dijeron a Jesús». Juan 12:20-21 

  SEGÚN NUESTRO TEXTO PARA HOY, unos griegos le dicen a Felipe que quieren ver a Jesús, pero Felipe, en lugar de llevarlos directamente al Señor, acude primero a Andrés. ¿Por qué Felipe habla primero con Andrés? ¿No estaba él seguro de cómo proceder? No lo sabemos, pero sí sabemos que «en el relato de la alimentación de los cinco mil —según nos dice el Comentario bíblico adventista”, Andrés demostró ser más práctico que Felipe, el cual en esa ocasión, no solamente demostró ser más precavido sino también más lento de corazón para creer». *

¿Qué ocurrió en la alimentación de los cinco mil? Recordarás que fue Andrés quien avisó al Señor que había en la multitud un muchacho con cinco panes de cebada y dos pescados (Juan 6:9). ¿Cómo lo supo? Es decir, entre los miles de personas congregadas ese día, ¿cómo pudo Andrés notar que ese muchacho tenía exactamente cinco panes de cebada, y dos pescados? Al parecer, Andrés no era el tipo de discípulo que simplemente se sentaba a disfrutar del sermón.

Pero no era solamente su modo práctico de actuar lo que caracterizaba a Andrés; era también su deseo de llevar a la gente a Jesús. ¿No fue esto, precisamente, lo primero que Andrés hizo cuando conoció a Jesús? «Encontró primero a su hermano Simón, y le dijo: "Hemos encontrado al Mesías [...]. Y lo trajo a Jesús» (Juan 1: 41-42).

Hoy necesitamos más discípulos «tipo Andrés». Es decir, discípulos que estén más pendientes de llevar almas a los pies del Señor, que de ocupar los cargos importantes cuando llega el tiempo de los nombramientos. Discípulos que estén más preocupados por servir fielmente a Dios y a su iglesia, que por recibir reconocimientos y aplausos.

¿Dónde encontramos a «Andrés» hoy? En todas partes: alimentando al hambriento, vistiendo al desnudo, visitando al que está en la cárcel, hablando una palabra de aliento al caído. Si uno lo ve, no detecta nada extraordinario en él. Sin embargo, como bien lo expresa Colleen L. Reece, cuán oscuro estaría nuestro mundo si no fuera porque gente como Andrés está haciendo brillar «su pequeñita luz». Gracias a ellos, la luz de Jesucristo resplandece en un mundo rodeado de tinieblas.**

Señor Jesús, al igual que Andrés, hoy quiero hacer brillar «mi pequeñita luz» ante alguien que esté en la oscuridad; pero quiero hacerlo de un modo que glorifique tu nombre, porque solo tú eres digno de honra y gloria, hoy y por los siglos, amén.

*Comentario bíblico adventista, t. 5, p. 998.

** Colleen L. Reece, «The Andrews among Us», en Adventist Review, 24 de junio de 1993, p. 16.

lunes, 30 de mayo de 2022

Lección 10 | Lunes 30 de mayo LOS HERMANOS SE ENCUENTRAN

Lección 10  | Lunes 30 de mayo LOS HERMANOS SE ENCUENTRAN Desde Peniel, “el rostro de Dios” (ver Gén. 32:30), el lugar donde tuvo esta experiencia con Dios, Jacob avanza ahora para encontrarse con su hermano. Después de veinte años de separación, Jacob lo ve acercarse con cuatrocientos hombres (Gén. 33:1). Jacob está preocupado y, por lo tanto, se prepara él mismo y a su familia para lo que pudiera suceder. Lee Génesis 33. ¿Qué conexión hay entre la experiencia de Jacob de ver el rostro de Dios en Peniel y la experiencia de Jacob de ver el rostro de su hermano? ¿Cuál es la implicación de esta conexión con respecto a nuestra relación con Dios y nuestra relación con nuestros “hermanos”, sean quienes fueren? Jacob se inclina siete veces ante su hermano (Gén. 33:3) a quien llama varias veces “mi señor” (Gén. 33:8, 13, 15) y se identifica a sí mismo como su “siervo” (Gén. 33:5; comparar con Gén. 32:4, 18, 20). Perceptiblemente, las siete reverencias de Jacob reflejan las siete bendiciones de su padre (Gén. 27:27-29). Además, cuando se inclina, específicamente revierte la bendición de su padre, quien le dijo: “Naciones se inclinen a ti” (Gén. 27:29). Es como si la intención de Jacob fuera pagar su deuda con su hermano y devolverle la bendición que le ha robado (ver Gén. 33:11). Cuando Esaú vio a su hermano, contra todo pronóstico, corrió hacia Jacob y, en lugar de matarlo, “le besó; y lloraron” (Gén. 33:4). Más tarde, Jacob le comentó a Esaú: “He visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios” (Gén. 33:10). La razón de la extraordinaria declaración de Jacob es saberse perdonado por Esaú. En Génesis 33:10 aparece el verbo hebreo ratsá, que se traduce como “favor” (RV60), o “bondad” (RV95). Es un término teológico que se refiere a cualquier sacrificio que sea “agradable”, “acepto” por Dios, que a su vez implica el perdón divino (Lev. 22:27; Amós 5:22). La experiencia de Jacob de recibir el perdón de Dios en Peniel, donde vio el rostro de Dios, se repite ahora en su experiencia del perdón de su hermano, al que identifica como si viera el rostro de Dios. Jacob vive un segundo Peniel, el primero en preparación para el segundo. Jacob ha sido perdonado por Dios y por su hermano. Ciertamente ahora habrá entendido, aún más que antes, el significado de la gracia. ¿Qué has aprendido acerca de la gracia por la manera en que los demás (además del Señor) te han perdonado?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 lunes, 30 may. 2022 
 La fe es... 

 «Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve». Hebreos 11: 1 

  ¿QUÉ ES LA FE? Aparte de la clásica definición de fe que encontramos en nuestro texto de hoy, siempre me ha llamado la atención esta otra de Philip Yancey: «Fe es paranoia a la inversa».*

¿Qué quiere decir Yancey? Él explica que la vida de la persona paranoica gira alrededor de sus temores. No importa cuánto te empeñes en tratar de calmar al paranoico, él interpretará todo lo que ocurre a su alrededor —incluyendo tus esfuerzos por ayudarlo—, como parte de una conspiración en su contra. La fe, en cambio, opera a la inversa, porque la vida de la persona fiel no gira alrededor de ella, sino de su confianza en Dios. No importa cuánto parezca prosperar el mal, cuán desesperanzadoras parezcan las circunstancias, la persona de fe seguirá creyendo que Dios está en control de todo cuanto suceda en el universo.

¿Está diciendo Yancey que la persona de fe es paranoica? No. Lo que está diciendo es que de la misma manera que los temores del paranoico «colorean» todo lo que sus sentidos perciben, así mismo la fe del cristiano lo capacita para interpretar todo lo que sucede a su alrededor desde la perspectiva de la confianza en un Dios soberano, y a la vez amante, que siempre caminará a su lado, aunque sus ojos no puedan verlo. Algo parecido a lo que movió al salmista a decir: «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno porque tú estarás conmigo» (Sal. 23: 4).

Lo que dice Yancey acerca de la fe, en su manera característica de decir las cosas, es básicamente lo mismo que en su momento expresó Elena G. White cuando escribió que fe «significa confiar en Dios, creer que nos ama y sabe mejor qué es lo que nos conviene» (La educación, cap. 30, p. 229).

¡Ahí está! Aunque a veces nos sucederán cosas que no lograremos entender, la fe nos moverá a confiar nuestra vida en las manos de un Dios que siempre procurará lo mejor para nosotros porque nos ama. Esta es la razón por la cual, en lugar de nuestra ignorancia, la fe nos inducirá a aceptar su sabiduría; «en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestra pecaminosidad, su justicia» (Ibíd., énfasis añadido).

No sé qué pruebas o dificultades puedas estar enfrentando ahora mismo, pero esto sé: cualquiera sea el desafío, lo podrás enfrentar con la sabiduría de Dios, la fuerza de Dios, la justicia de Dios. ¡Te aseguro que no necesitas más!

Padre celestial, en medio de mis pruebas, ayúdame a creer que la mano que creó los cielos y la tierra es la misma mano que fue clavada en la cruz, por amor a mí.

*Philip Yancey, Finding God in Unexpected Places, Servant Publications, 1997, p. 208.

domingo, 29 de mayo de 2022

Lección 11: Para el 11 de junio de 2022 JOSÉ, EXPERTO EN SUEÑOS

Lección 11: Para el 11 de junio de 2022 JOSÉ, EXPERTO EN SUEÑOS Sábado 4 de junio LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 37; Mateo 20:26, 27; Hechos 7:9; Génesis 38; 39; 40:1–41:36. PARA MEMORIZAR: “Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador” (Gén. 37:19). La historia de José (Gén. 37-50) abarca la última parte del libro de Génesis, desde sus primeros sueños en Canaán (Gén. 37:1-11) hasta su muerte en Egipto (Gén. 50:26). De hecho, José ocupa más espacio en el libro de Génesis que cualquier otro patriarca. Aunque José es solo uno de los hijos de Jacob, Génesis lo presenta como un gran patriarca, como Abraham, Isaac y Jacob. Como veremos también, la vida de José destaca dos importantes verdades teológicas: en primer lugar, Dios cumple sus promesas; en segundo lugar, Dios puede convertir el mal en bien. En el estudio de esta semana, nos centraremos en los primeros años de vida de José. Es el hijo preferido de Jacob, al que irónicamente se lo apoda bá‘al hajalomot, el “soñador” (Gén. 37:19), que significa literalmente “experto en sueños”. Este título le sienta muy bien, porque no solo recibe, entiende e interpreta los sueños proféticos, sino también los cumple en su vida. En estos capítulos veremos nuevamente que la providencia de Dios se afianza, a pesar de la maldad y la perversidad del corazón humano.

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 domingo, 29 may. 2022 
 El «secreto» de James Hudson Taylor 

 «Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora, pues él dijo: "No te desampararé ni te dejaré"». Hebreos 13:5 

  CUANDO JAMES HUDSON TAYLOR, fundador de la Misión al Interior de China, murió en 1905 dejó establecidas unas doscientas misiones, con más de ochocientos misioneros y miles de conversos. ¿Cómo pudo lograr tanto a pesar de todos los desafíos que tuvo que enfrentar?

En 1867, Taylor perdió a su hija, Grace, por una enfermedad del cerebro. En 1870, su esposa Maria Dyer murió pocos días después de dar a luz un hijo varón, que también murió. En varias ocasiones, su vida y la de otros misioneros corrieron peligro durante las revueltas políticas que azotaban a la China en ese tiempo. Y como si todo eso fuera poco, con frecuencia fue objeto de calumnias, ¡algunas de ellas provenientes de otros misioneros! En un momento, fue tanta la presión, que incluso llegó a considerar «la horrible tentación de quitarse la vida».

Entonces sucedió un hecho que cambió para siempre su vida. Taylor se encontraba en una estación misionera en Chin-kiang, durante el otoño de 1869, cuando leyó una carta de otro misionero, John McCarthy. En su mensaje, McCarthy le revelaba un «secreto»: «Dejar que mi amante Salvador cumpla en mí su voluntad. [...]. Permanecer en él, sin luchas ni afanes, puestos los ojos en Jesús, y confiando solo en él para que nos otorgue poder».*

Luego Taylor escribiría del gozo que invadió su corazón: «Mientras leí la carta, me di cuenta de todo. “Si somos infieles, él permanece fiel” (2 Tim. 2: 13). Entonces fijé mis ojos en Jesús, y cuando por fe lo vi [...], recordé lo que él dijo: “No te desampararé ni te dejaré”. En vano he luchado para permanecer en él, pero no lucharé más. ¿No ha prometido él que estará conmigo, que nunca me desamparará ni me dejará?».**

Los desafíos y dificultades no desaparecieron, pero James Hudson Taylor había encontrado una fuente de gozo que nadie le pudo arrebatar: la promesa de Uno que había dicho: «No te desampararé ni te dejaré».

Y tú, ¿estás «luchando para permanecer en Cristo? No luches más. ¿Lucha el hombre enamorado para ganar el amor de la mujer que ya lo ama? Por supuesto que no. Asimismo, no luches por tener a tu lado a quien te ha prometido estar contigo «todos los días, hasta el fin del mundo». Solo mantente en comunión con el cada día, dándole tu alabanza, y recibiendo de su gracia. Y cuando los problemas se presenten, recuerda que Jesús nunca te dejará ni te desamparará.

¿Cómo podría él dejarte después de todo cuanto sufrió para salvarte?

Padre celestial, hoy quiero recordar que nunca me dejarás, y que nada en este mundo me podrá separar de tu amor. ¡Absolutamente nada!

*Robert J. Morgan, Nelson Annual Preacher's Sourccbook, Thomas Nelson, 2005, p. 92.

**John Woodbridge, ed. Ambassadors for Christ, Moody Press, 1994, p. 161.

viernes, 27 de mayo de 2022

Viernes 27 de mayo PARA ESTUDIAR Y MEDITAR

Viernes 27 de mayo PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Dios eligió a Jacob no porque él lo mereciera, sino por su gracia. Y, sin embargo, Jacob trabajó duro para tratar de merecer la gracia; lo que en sí es una contradicción. Si se la merecía, entonces no sería gracia, sería por sus obras (ver Rom. 4:1-5), lo que es contrario al evangelio. Recién más tarde Jacob comenzó a comprender el significado de la gracia de Dios y lo que significaba confiar en el Señor, vivir por fe y ser completamente dependiente del Señor. La experiencia de Jacob contiene una lección importante para los ambiciosos: no se esfuercen por ascender a expensas de los demás. “Jacob pensó lograr el derecho a la primogenitura mediante el engaño, pero se chasqueó. Pensó que había perdido todo: su relación con Dios, su hogar y todo lo demás, y allí estaba como un fugitivo frustrado. Pero ¿qué hizo Dios? Lo contempló en su condición desesperada. Vio su desengaño, y vio que había en él elementos que redundarían para gloria de Dios. Tan pronto Dios vio su condición, le presentó la escalera mística que representa a Jesucristo. Aquí está el hombre que había perdido toda relación con su Dios, y el Dios del cielo lo contempla y consiente en que Cristo salve el abismo abierto por el pecado. Podríamos mirar y decir: “Anhelo el cielo, pero ¿cómo puedo alcanzarlo? No veo ningún camino”. Eso es lo que pensó Jacob, y por eso Dios le mostró la visión de la escalera, y esa escalera conecta la Tierra con el cielo, con Jesucristo. Un hombre puede subir por ella, pues la base descansa sobre la Tierra y el peldaño superior llega hasta el cielo” (“Comentarios de Elena de White”, CBA 1:1.109). PREGUNTAS PARA DIALOGAR: 1. Observa el carácter de estas personas (Isaac, Rebeca, Jacob, Esaú, Labán, Raquel, Lea) en algunos de estos relatos de la historia sagrada. Observa todas las mentiras y los engaños cometidos. ¿Qué nos enseña esto sobre la naturaleza humana en general y sobre la gracia de Dios? 2. Al leer la historia de Jacob, ¿qué evidencia podemos encontrar de que con el tiempo su carácter fue madurando y creciendo? 3. ¿En qué sentido nosotros, como adventistas del séptimo día, podríamos estar en peligro de tener la actitud de Esaú hacia su primogenitura? Es decir, ¿cómo podemos asegurarnos de que nunca dejaremos de amar y apreciar toda la luz que Dios nos ha dado?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 viernes, 27 may. 2022 
 Maravillosa gracia 

 «A la verdad, como éramos incapaces de salvarnos, en el tiempo señalado Cristo murió por los malvados. Difícilmente habrá quien muera por un justo, aunque tal vez haya quien se atreva a morir por una persona buena. Pero Dios demuestra su amor por nosotros en esto: en que cuando todavía éramos pecadores, Cristo murió por nosotros». Romanos 5: 6-8, NVI 

  ¿CÓMO PODRÍAMOS EXPLICAR lo que es la gracia de Dios en términos que todos podamos entenderla? La respuesta la encontramos en nuestro texto de hoy. Debido a que tú y yo éramos incapaces de alcanzar la salvación por nuestros propios méritos, Dios envió a su Hijo para que muriera en nuestro lugar, «cuando todavía éramos pecadores».

Lo que el apóstol Pablo nos está diciendo aquí es que, además de que no podemos ganar la salvación, tampoco la merecemos. De ahí que, con mucho acierto, Elena G. White escribe que la gracia «es un atributo de Dios manifestado en favor de seres humanos indignos» (La maravillosa gracia de Dios, 1974, p. 10).

Un relato que cuenta David A. Seamands ilustra bien esta gran verdad. Dice él que durante las Guerras Napoleónicas un soldado se durmió en el puesto del deber. Habiendo sido juzgado, se le encontró culpable y fue condenado a muerte. Apenas supo de esta noticia, la madre del soldado se las arregló para conseguir una audiencia con el emperador. Cayendo a sus pies, la mujer imploró misericordia. Alegó que era viuda y que su hijo era su única fuente de sustento.

-Su hijo no merece misericordia —le respondió Napoleón . Lo que merece es la muerte.

-Su Majestad tiene razón -replicó respetuosamente la madre-. Por eso es que estoy suplicando misericordia para él, porque si la mereciera, entonces no sería misericordia.

Dice el relato que Napoleón, impactado por la lógica de esa última declaración, otorgó el indulto al joven condenado.* ¿Por qué lo hizo? Porque la gracia del perdón no se concede a quien lo merece, sino a quien lo necesita. ¿No era esta, exactamente, nuestra situación como seres humanos caídos? Por nuestra rebeldía, nos convertimos en enemigos de Dios. Merecíamos, por lo tanto, la muerte eterna; pero el amor de Dios se interpuso y el castigo que el culpable merecía recayó sobre Aquel que no tenía pecado, para que nosotros llegásemos a ser justicia de Dios en él (ver 2 Cor. 5:21).

El Inocente carga con nuestra culpa y nosotros, a cambio recibimos su justicia. Y todo esto porque el gran amor de Dios nos busca y nos alcanza, «no porque seamos dignos, sino porque somos totalmente indignos» (La maravillosa gracia de Dios, 1974, p. 10). ¡Maravilloso intercambio! ¡Maravillosa gracia! ¡Alabado sea el nombre de Dios!

Gracias, Jesucristo porque estuviste dispuesto a recibir el castigo que yo merecía. Y porque me has concedido el perdón que necesitaba, en lugar de la muerte que merecía.

*David A. Seamands, Healing Grace, Victor Books, 1988, p. 111.

jueves, 26 de mayo de 2022

Lección 9 | Jueves 26 de mayo JACOB SE VA

Lección 9  | Jueves 26 de mayo JACOB SE VA En esta historia, Jacob, quien engañó a su padre y a su hermano con el propósito de adquirir la primogenitura y robó la bendición que Isaac tenía la intención de darle a su hijo mayor, adoptó una postura pasiva con Labán y lo sirvió f ielmente. Jacob sabe bien que su suegro lo engañó y, no obstante, lo dejó pasar. Es difícil entender la pasividad de Jacob teniendo en cuenta su temperamento. Jacob podría haberse rebelado, o al menos resistirse a Labán o negociar con él. Pero, no lo hizo. Simplemente, hizo lo que Labán le pidió, por más que todo fuera injusto. Sin embargo, en el nacimiento del primer hijo de Raquel, José, Jacob finalmente alcanzó el año catorce de sus “servicios” a Labán (Gén. 30:26), y ahora considera dejar a Labán para regresar a la Tierra Prometida. Pero a Jacob le preocupa proveer para su “propia casa” (Gén. 30:30). Lee Génesis 30:25 al 32. ¿Qué sucede aquí y qué tipo de razonamiento utiliza Jacob? ¿Cuál es la respuesta de Labán? Había sido un rodeo muy largo para Jacob, quien originalmente se había ido de casa para encontrar una esposa. Probablemente no había sido su intención inicial permanecer tanto tiempo lejos de su país, pero los acontecimientos lo mantuvieron alejado durante años. Ahora es el momento de regresar a casa, ¡y con qué familia tan numerosa! Con todo, ¿por qué Jacob no dejó a Labán antes? La sumisión antinatural del patriarca sugiere que quizás haya cambiado; que entendió la lección de la fe. Es decir, Jacob esperó la señal de Dios para irse. Recién cuando Dios le habla, Jacob decide trasladarse. Dios se revela a Jacob como “el Dios de Bet-el” y le ordena que deje la casa de Labán y regrese “a la tierra de [s]u nacimiento” (Gén. 31:13), con las mismas palabras que Dios usó para llamar a Abram para que se fuera “de [s]u tierra” (Gén. 12:1). Lo que también lo ayudó a ver que era hora de irse fue la actitud de los hijos de Labán y del mismo Labán (ver Gén. 31:1, 2). “Jacob habría dejado a su astuto pariente mucho antes, si no hubiese temido encontrarse con Esaú. Ahora sintió que estaba en peligro frente a los hijos de Labán, quienes, considerando suya la riqueza de Jacob, podrían tratar de obtenerla por la fuerza” (PP 191). Por lo tanto, tomó a su familia y sus posesiones y se fue, y comenzó así otra etapa en la gran saga del pueblo del Pacto de Dios.

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 jueves, 26 may. 2022 
 ¡Posibilidades! 

 «De ese tronco que es Jesé, sale un retoño; un retoño brota de sus raíces. El espíritu del Señor estará continuamente sobre él, y le dará sabiduría, inteligencia, prudencia, fuerza, conocimiento y temor del Señor. Él no juzgará por la sola apariencia, ni dará su sentencia fundándose en rumores». Isaías 11: 1-3, DHH 

  ¿ES MALA LA PERSONA QUE HACE COSAS MALAS? ¿Es buena la persona que hace cosas buenas?

La tendencia humana es a considerar como mala, o buena, a una persona según sea su conducta, pero hay un serio problema al juzgar de esta manera. Según los psicólogos sociales, en la conducta de todo individuo actúan factores externos o situacionales (relativos al ambiente o las circunstancias); y factores internos o disposicionales (relativos a la forma de ser de cada persona). De acuerdo a esta manera de evaluar la conducta, una persona podría estar haciendo buenas obras (por ejemplo, donar dinero para obras de caridad), pero no ser buena. Por otra parte, una persona podría estar viviendo de manera inmoral y, aun así, no ser mala en lo más íntimo de su corazón.

¿De qué nos sirve saber esto? Nos previene contra el error, tan común, de juzgar al prójimo por lo que vemos. Y nos recuerda que nosotros miramos lo que está delante de nuestros ojos, pero Dios mira el corazón (ver 1 Sam. 16: 7). ¡Y qué bueno que es así!

¿Puedes imaginar qué habría sido de Zaqueo, el odiado jefe de los cobradores de impuestos, si Jesús lo hubiese evaluado por lo que la gente decía de él? ¿Qué habría sido de Saulo de Tarso, el perseguidor de la naciente iglesia? ¿Y de María Magdalena?

¡Oh, Maria Magdalena! No puedo imaginar la cantidad de rumores que circulaban de ella. Pero he aquí que un día se atravesó en su camino Alguien - ¡al fin alguien! —que vio, no solo las apariencias, sino también las circunstancias que rodeaban su vida:

«María había sido considerada como una gran pecadora, pero Cristo conocía las circunstancias que habían formado su vida. Él hubiera podido extinguir toda chispa de esperanza en su alma, pero no lo hizo. [...]. Cuando a la vista humana su caso parecía desesperado, Cristo vio en María aptitudes para lo bueno» (El Deseado de todas las gentes, cap. 62, p. 534; énfasis añadido).

¿Te fijaste? Cristo conocía las circunstancias que la rodeaban. Mientras los demás veían lo malo, el Señor vio en ella posibilidades.

Qué bueno que, al igual que a María, Dios no te juzga según las apariencias. Qué bueno que tampoco deriva sus opiniones de los rumores que por ahí circulan de ti. ¡Y qué bueno que el Señor vio en ti todo un mundo de posibilidades!

¿Cómo aprovecharás la oportunidad que él te ha dado?

Gracias, Jesús, porque hubieras podido extinguir toda chispa de esperanza en mi corazón, pero no lo hiciste. Ahora quiero poner a tu servicio todo ese mundo de posibilidades.

miércoles, 25 de mayo de 2022

Miércoles 25 de mayo LA BENDICIÓN DE LA FAMILIA

Miércoles 25 de mayo LA BENDICIÓN DE LA FAMILIA Para Jacob, los últimos siete años de exilio fueron una carga, y con todo, también fueron los años más fructíferos. Jacob será el padre de once de los doce hijos que pasarán a ser los antepasados   del pueblo de Dios. Este segmento constituye el centro de la historia de Jacob (Gén. 25:19–35:26), y comienza y termina con la frase clave: Dios “abrió su matriz”, refiriéndose a Lea (Gén. 29:31, RVA) y a Raquel (Gén. 30:22, RVA). Cada vez que esta declaración va seguida de nacimientos, la evidencia es que estos nacimientos son el resultado de la acción milagrosa de Dios. Lee Génesis 29:31 al 30:22. ¿Cómo debemos entender hoy el significado de lo que ocurre aquí? Dios abrió la matriz de Lea, y esta tuvo un hijo, Rubén, cuyo nombre contiene el verbo ra’á, que significa “ver”. Debido a que Dios “vio” que Jacob no la amaba (Gén. 29:31), este niño fue una compensación por su dolor y su sufrimiento. Además, ella le pone el nombre de Simeón, que contiene el verbo shamá‘, “oyó”, a su segundo hijo, porque Dios “oyó” (shamá‘) la profundidad y la humillación de su dolor y, por lo tanto, tuvo piedad de ella, así como había oído la aflicción de Agar (Gén. 29:33). El hijo de Lea, “Simeón”, también resonará con el nombre del hijo de Agar, “Ismael”, que significa “Dios oye” (ver Gén. 16:11). Cuando Lea da a luz a su último hijo, lo llama Judá, que significa “alabanza”. Lea ya no vuelve a referirse a su dolor ni a su bendición. Ella solo se concentra en Dios y lo alaba por su gracia. Curiosamente, recién cuando Lea no puede volver a dar a luz, Dios “se acuerda” de Raquel y abre la matriz de Raquel (Gén. 30:22). Raquel, la esposa amada, tuvo que esperar siete años después de su matrimonio y catorce años después de su compromiso con Jacob, para tener su primer hijo (Gén. 29:18, 27; comparar con 30:25). Ella lo llamó “José”, para señalar que Dios había “quitado [’asaf ] mi afrenta” y expresó: “añádame [iasaf] Jehová otro hijo” (Gén. 30:23, 24). Por muy equivocadas que fueran algunas de estas acciones, Dios todavía podía usar estas acciones, aunque no las aprobara, para crear una nación a partir de la simiente de Abraham. ¿De qué manera esta historia revela que los propósitos de Dios se cumplirán en el cielo y en la Tierra, a pesar de las debilidades y los errores humanos?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 miércoles, 25 may. 2022 
 «Dios está en los detalles» 

 «Jesús entró otra vez en la sinagoga; y había en ella un hombre que tenía una mano tullida». Marcos 3: 1, DHH 

  CRECÍ EN UN BARRIO DE CARACAS en el que era muy común llamar a la gente por apodos. En la mayoría de los casos, el apodo era el producto de un defecto físico de la persona, o de algo que hacía mal. Lo más curioso de este hecho no era tanto el apodo en sí, sino que en algunos casos nunca sabíamos el verdadero nombre de la persona, mucho menos su apellido. ¿Cómo es que, durante años, llamábamos por su apodo a una persona sin tomarnos la molestia de saber al menos su nombre?

A mi mente vinieron estos recuerdos cuando pensé en el hombre del cual habla nuestro texto de hoy, en ocasión de su visita un día sábado a la sinagoga. Una versión de la Biblia dice que el hombre «tenía seca una mano» (RV95). Otra dice que el hombre tenía «la mano paralizada» (NVI). Todavía otra dice que «tenía una mano tullida» (DHH). Me pregunto cómo lo llamarían en el pueblo: «¿El tullido»?, «¿El paralítico?», «¿El hombre de la mano seca?».

Es aquí donde entra en juego el título de nuestra reflexión para hoy: «Dios está en los detalles». (Este dicho, por cierto, ha sido atribuido al escritor francés Gustave Flaubert.)* En una sinagoga que, por lo general, se llenaba los sábados, ¿por qué Jesús fija su atención precisamente en este hombre? Estamos hablando de un tiempo en el que los paralíticos, los ciegos, los sordos, tenían que mendigar para subsistir. Este hecho los colocaba en el lugar más bajo en la escala social; y les tocaba sufrir la vergüenza de tener que depender de la caridad ajena para sobrevivir. ** ¡Y el Señor se fija justo en él!

Mateo y Marcos dicen que «tenía seca una mano». Y Lucas añade que era «la mano derecha» (Luc. 6:6). Definitivamente, Dios está en los detalles. Este es el Dios que observa a una viuda colocar dos centavitos en el arca de la ofrenda, mientras los ricos echaban cuantiosas sumas. El mismo Dios que vio a Natanael cuando oraba debajo de la higuera, y a Zaqueo subido a un árbol de sicómoro.

Ese día, en la sinagoga, el Señor pidió al hombre de la mano seca que se levantara, y luego lo sano de su mal (ver Mar. 3: 3-5). Pero ese fue el segundo milagro del día. El primero se produjo cuando, de todos los presentes, la atención del Salvador se fijó precisamente en él. ¿No es también un milagro que el Señor se haya fijado en ti y en mí?

Gracias, Jesús, porque te interesas en los detalles de mi vida. Y también porque notas aun mis pequeños esfuerzos para agradarte.

* Bartlett's Familiar Quotations, 16:1 ed., Little, Brown and Company; 1992, p. 783.

** Albert Nolan, Jesus before Cliristianity, Orbis Books, 1999, p. 29.

martes, 24 de mayo de 2022

Lección 9 | Martes 24 de mayo EL ENGAÑADOR ENGAÑADO

Lección 9  | Martes 24 de mayo EL ENGAÑADOR ENGAÑADO Lee Génesis 29:1 al 30. ¿Cómo y por qué Dios permite el engaño de Labán? ¿Qué lecciones aprendió Jacob? Lo primero que Jacob ve cuando llega al lugar de destino es una piedra, quizás un indicio que le recuerda la piedra de Betel, que simbolizaba la presencia de Dios (Gén. 28:18, 19). A fin de cuentas, es esta piedra la que le dará a Jacob la oportunidad de interactuar con Raquel. Cuando Jacob se entera por los pastores que estaban allí que Raquel está llegando con sus ovejas para dar de beber a su rebaño, insta a los pastores a quitar la piedra. Ellos se niegan, lo que le da a Jacob la oportunidad de hacerlo solo y de presentarse a Raquel (Gén. 29:11). Raquel respondió corriendo hasta su familia. Este primer contacto entre Jacob y Raquel fue productivo: “Jacob amó a Raquel” (Gén. 29:18), tanto que los siete años que trabajó para Labán a cambio de Raquel fueron como unos “pocos días” (Gén. 29:20). Sin embargo, después de estos siete años, Jacob es engañado. La noche de la boda, es Lea, la hermana mayor, y no Raquel, a quien Jacob descubre en su cama. Aprovechando la confusión de la fiesta y la intensa emoción y vulnerabilidad de Jacob, Labán había preparado este truco. Curiosamente, Jacob usa la misma palabra raíz para “engañar” (Gén. 29:25) que Isaac había usado para caracterizar el comportamiento de Jacob hacia su padre y su hermano (Gén. 27:35). Ten en cuenta que el mismo pensamiento también está implícito en la lex talionis (ley del talión): “Ojo por ojo, diente por diente” (Éxo. 21:24; comparar con Gén. 9:6), que obliga al culpable a identificarse con su víctima en el sentido de que el culpable experimenta lo mismo que experimentó la víctima. De igual modo, entonces, lo que Jacob le había hecho a otra persona ahora se lo habían hecho a él. Jacob comprende ahora lo que significa ser víctima de un engaño. Irónicamente, Dios le enseña a Jacob acerca de su propio engaño mediante el engaño de Labán. Aunque Jacob como “engañador” (Gén. 27:12, PDT) sabe bien lo que significa el engaño, se sorprende cuando es víctima de la artimaña. Por lo tanto, pregunta: “¿Por qué, pues, me has engañado?” (Gén. 29:25), lo que muestra que él sabe que el engaño está mal. Aunque Jacob era engañador, fue engañado. ¿Cómo podemos aprender a confiar en Dios cuando no vemos que se haga “justicia”, cuando vemos que las personas que hacen el mal se salen con la suya o cuando vemos sufrir a los inocentes?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 martes, 24 may. 2022 
 Él está de tu parte 

 «¿Qué diremos frente a esto? Si Dios está de nuestra parte, ¿quién puede estar en contra nuestra?». Romanos 8:31, NVI 

  SI ALGUNA VEZ PENSASTE que, por haberle fallado a Dios, él está molesto contigo, nuestro texto de hoy trae buenas noticias. ¡Dice que Dios está de tu parte!

 ¿Qué significa que él este de tu lado? Al menos dos cosas muy buenas. Una es que, si Dios está de tu parte, ¡entonces ya eres mayoría! Es decir, ¿quién podrá contra ti? Ni el mundo, ni el diablo, ni la tentación, podrán contra ti mientras Dios esté contigo.

 Lo otro bueno que sucede cuando Dios está de tu parte es que «el que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no habrá de darnos generosamente, junto con él, todas las cosas?» (vers. 32, NVI). Para comprender el alcance de esta gran noticia, primero hemos de entender el significado de la palabra «escatimar». Según el Diccionario de la Real Academia Española, «escatimar» significa: «Cercenar, disminuir o escasear lo que se ha de dar o hacer, acortándolo todo lo posible».

 Lo que el apóstol Pablo nos está diciendo en Romanos 8: 32 es que, cuando se hizo necesario redimirnos, Dios no dijo: «¿Qué es lo menos que puedo hacer para salvarlos?", O: «¿Cómo puedo “recortar” el precio de lo que debo pagar?» ¡Nada de eso! Con tal de salvarnos, el Padre ¡no ahorró nada! Más bien, lo entregó todo en la vida de su Hijo.

 ¿Cuál es, entonces, la conclusión? Pablo afirma que, si con tal de salvarnos, Dios entregó a su amado Hijo, entonces ciertamente nos dará, con él, todas las demás cosas: su amor, su perdón, su aceptación, aunque le hayamos dado la espalda. ¿No es esto maravilloso?

 Esto último lo ilustra bien Dwight L. Moody con el relato de un joven que viajó a Chicago para vender la cosecha de su padre, un granjero que también era predicador. Preocupado, el padre viajó a la gran ciudad, solo para enterarse de que el muchacho había vendido el grano, pero había gastado gran parte del dinero en apuestas. Luego había viajado a California, huyendo. Hasta allá también viajó el padre. Cuando el hombre llegó a San Francisco, puso anuncios en los periódicos. Entonces un día, después de predicar en una iglesia local, el padre notó que alguien permaneció en la iglesia, después de finalizado el servicio. Era el muchacho. ¿Qué hizo, entonces, el padre? ¿Lo regañó? ¿Lo tildo de ingrato? ¡Nada de eso! Cuenta Moody que lo abrazo y lo llevó con él de regreso a casa. *

 No escatimó esfuerzos. ¿No es eso lo que el buen Padre celestial ha hecho con nosotros?

 Gracias, amado Padre, porque estás siempre de mi lado: en mis luchas, mis desafíos y, especialmente, cuando he pecado. Alabo tu nombre hoy y siempre.

 *Dwight L. Moody, citado por Steve Halliday y William Travis, How Great Thou Art, Multnomah, 1999, p. 195.

lunes, 23 de mayo de 2022

Lunes 23 de mayo LA ESCALERA DE JACOB

Lunes 23 de mayo LA ESCALERA DE JACOB En cuanto Esaú se entera de que Jacob recibió la bendición de su padre, comprende que su hermano lo engañó y lo suplantó (Gén. 27:36), y quiere matarlo (Gén. 27:42). Rebeca está preocupada y quiere impedir este crimen, que sería fatal para ambos hijos (Gén. 27:45). Entonces, con el apoyo de Isaac (Gén. 28:5), insta a Jacob a que huya al lugar donde vivía la familia de ella (Gén. 27:43). En su camino al exilio, Jacob se encuentra con Dios mediante un sueño en un lugar que llamará Betel, “casa de Dios”, y allí hará un voto. Lee Génesis 28:10 al 22. Compara con Génesis 11:1 al 9. ¿En qué se diferencia Betel de Babel? De la experiencia de Jacob en Betel en comparación con lo que sucedió en Babel, ¿qué lección podemos aprender acerca de nuestra relación con Dios? En este sueño, Jacob ve una escalera extraordinaria que se conecta con Dios. El mismo verbo hebreo, natsav, se usa para referirse a la escalera que “estaba apoyada” en tierra (Gén. 28:12) y a Jehová, que “estaba en lo alto” (Gén. 28:13), relacionando la escalera con Jehová de forma directa. La escalera se vincula con el intento de Babel de llegar al cielo. Como la torre de Babel, la escalera llega a la “puerta del cielo”. Pero, mientras que la torre de Babel representa el esfuerzo humano por subir para llegar a Dios, la escalera de Betel enfatiza que el acceso a Dios solo se puede lograr por intermedio de Dios que viene hasta nosotros, y no mediante el esfuerzo humano. En cuanto a la “piedra” sobre la que Jacob puso la cabeza y tuvo el sueño, se convierte en el símbolo de bet-El, “casa de Dios” (Gén. 28:17; comparar con Gén. 28:22), que apunta al Templo, el Santuario, el centro de la actividad salvífica de Dios para la humanidad. Sin embargo, Jacob no limita a lo espiritual y lo místico su expresión de adoración y su sensación de asombro por lo que le había sucedido. Es decir, quería responder en términos concretos y visibles. Por lo tanto, Jacob decide apartar “el diezmo” para Dios, no para obtener la bendición de Dios, sino como una respuesta de agradecimiento al regalo que Dios ya le dio. Aquí nuevamente vemos la idea del diezmo mucho antes del surgimiento de la nación de Israel. Vuelve a leer Génesis 28:11. El “diezmo” se toma de “todo lo que me dieres” (Gén. 28:22). ¿Qué aspecto importante debemos extraer de lo que Jacob dice aquí sobre el diezmo y cuál es?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 lunes, 23 may. 2022 
 ¿Con quién compararemos a Dios? 

 «Los jóvenes se fatigan y se cansan; los más fuertes flaquean y caen; pero los que confían en el Señor recobran las fuerzas y levantan el vuelo, como las águilas; corren, y no se cansan; caminan, y no se fatigan». Isaías 40: 30-31, RVC 

  ¿CON QUIÉN COMPARAREMOS A DIOS? ¿Puedes pensar en algo? Este es el Dios que mide las aguas y los cielos con la palma de su mano, y pesa con balanza los montes y las colinas (Isa. 40: 12). El Dios que «extiende los cielos como una cortina, y los despliega como una tienda de campaña» (vers. 22); «que saca y cuenta su ejército de estrellas; a todas las llama por su nombre» (vers. 26).

¿Con quién lo compararemos? Porque tan poderoso como es su brazo para crear es de grande su corazón para amar. Él es el Dios que cuida de su rebaño, como un pastor; que en sus brazos, junto a su pecho, lleva a los corderos y guía con suavidad a las ovejas recién paridas (vers. 11). El Dios que «da fuerzas al cansado, y aumenta el vigor del que desfallece» (vers. 29).

¿Con quién compararemos al Dios que gobierna con poder sobre los cielos y la tierra, y que cuida de sus hijos con la misma ternura del pastor por sus ovejas? Si le preguntaras a Linda Wilson, ella te diría.

Era un martes, 12 de septiembre de 2006, cuando Linda recibió una llamada. Ella pensó que era Jim, su esposo, para felicitarla por su cumpleaños. Quien llamaba era una enfermera para decirle que su esposo se había visto involucrado en un serio accidente. Una camioneta había incursionado en el canal contrario y había embestido su motocicleta de frente.

Linda llegó al hospital a medianoche, justo cuando operaban a Jim para salvarle la vida. A eso de la una de la madrugada, el cirujano salió para dar un informe preliminar:

-Su esposo solo tiene uno por ciento de posibilidades de sobrevivir —le dijo.

¡Uno por ciento! Cuando Linda comunicó a los familiares y amigos estas malas nuevas, el pastor la consoló:

- Dios no está limitado por porcentajes, Linda -le dijo-. Debes confiar en él, cien por ciento.

Uno por ciento de posibilidades de sobrevivir, cien por ciento de fe para creer en el Dios de lo imposible. Después de once meses en el hospital y veinte operaciones, Jim sobrevivió. ¡Incluso camino de nuevo! ¿Qué promesa de la Palabra sostuvo a Linda durante su dura prueba? Ella dice que fue Isaías 40:31: «Los que esperan en Jehová tendrán nuevas fuerzas».*

¿Con quién compararemos a Dios? ¿Verdad que no hay nadie como él?

Dios de maravillas, alabo tu nombre porque eres grande y poderoso, y porque no estás limitado por los porcentajes ni las estadísticas. Sobre todo, te alabo porque siendo el Soberano del universo, nunca te olvidas de mí.

*Linda Wilson, «One percent», en Guidepost, octubre de 2013, pp. 44-48

domingo, 22 de mayo de 2022

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 domingo, 22 may. 2022 
 Dios cuenta contigo 

 «Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer; [...]. Entonces sus discípulos le dijeron: "¿De dónde sacaremos nosotros tantos panes en el desierto para saciar a una multitud tan grande?"». Mateo 15: 32-33 

  DURANTE TRES DÍAS LA MULTITUD en Decápolis había escuchado, arrobada, las palabras de Jesús. Durante tres días habían sido testigos de sus poderosas obras. «Bien lo ha hecho todo», era el testimonio que circulaba en la asombrada muchedumbre. «Hace a los sordos oír y a los mudos hablar». «Y glorificaban al Dios de Israel» (Mar. 7: 37; Mat. 15:31).

Pero, después de tres días, el alimento se había acabado. ¿De dónde saldría comida para alimentar a miles de almas? En medio de la emergencia, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Tengo compasión de la gente, porque [...] no tienen qué comer» (Mar. 8: 2).

Estas son las cosas que hace el Señor que despiertan a la vez asombro y admiración. Durante días Jesús ha estado sanando, enseñando y predicando, casi sin descanso. Y en medio de tanta actividad, ¿también está preocupado porque la gente no ha comido? No sé tú que piensas, pero un Dios al que le preocupa si hay o no alimento en mi mesa ¡ya se ganó mi corazón!

Y mientras él reacciona compasivamente, ¿cómo reaccionan los discípulos? Ellos preguntan: «¿De dónde sacaremos nosotros tantos panes en el desierto para saciar a una multitud tan grande?» (Mar. 8: 4). ¡Pero qué clase de pregunta es esa! En el mejor de los casos, revela muy mala memoria; y en el peor, incredulidad. ¿Tan rápido olvidaban que ya Jesús había alimentado a una multitud mayor con cinco panes y dos peces? Además, ¿quién había dicho que ellos debían conseguir el alimento para tanta gente?

El Señor no esperaba que los discípulos alimentaran a la multitud, pero sí que aprendieran que él puede hacer maravillas con lo poco que tenemos cuando, con fe, lo colocamos en sus manos. Por esta razón, les preguntó: «¿Cuántos panes tienen ustedes? Ellos le respondieron: “Siete, y unos cuantos pescaditos”» (vers. 34, RVC). Entonces, él tomando los siete panes y los pescados, «dio gracias, y los partió y dio a sus discípulos, y ellos a la multitud. Todos comieron hasta quedar satisfechos» (vers. 36-37, RVC).

Si ahora mismo estás pasando por pruebas severas, recuerda que el Señor ya sabe lo que estás viviendo y que, a su tiempo, te dará la salida. Pero recuerda, además, que tú también puedes ser un instrumento de bendición para otros que están en necesidad, si colocas en manos de Dios lo poco que tienes y crees que él lo puede multiplicar.

Gracias, Señor, porque suples todas mis necesidades. En este momento te entrego mis pocos talentos, consciente de que en tus manos lo poco se multiplica y hasta sobra. ¡Qué privilegio poder ser un instrumento para bendición de otros que también tienen necesidad!

sábado, 21 de mayo de 2022

Lección 9: Para el 28 de mayo de 2022 JACOB, EL SUPLANTADOR

Lección 9: Para el 28 de mayo de 2022 JACOB, EL SUPLANTADOR Sábado 21 de mayo LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 25:21–34; 28:10–22; 11:1–9; 29:1–30; 30:25–32. PARA MEMORIZAR: “Y Esaú respondió: Bien llamaron su nombre Jacob, pues ya me ha suplantado dos veces: se apoderó de mi primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición. Y dijo: ¿No has guardado bendición para mí?” (Gén. 27:36). Ahora retomamos la historia familiar de Isaac, el hijo del milagro y predecesor de la simiente prometida. Sin embargo, la historia no comienza particularmente bien. El carácter defectuoso de su hijo Jacob se manifestará en la rivalidad entre los dos hermanos por la primogenitura (Gén. 25:27–34) y, por consiguiente, en el derecho a obtener la bendición de Isaac (Gén. 27). Como Jacob engaña a su padre y le roba la bendición a su hermano mayor, tendrá que huir para salvar su vida. En el exilio, Dios lo confronta en Betel (Gén. 28:10-22). Desde entonces, Jacob, el engañador, también sufrirá algunos desengaños. En vez de Raquel, a quien Jacob amaba (Gén. 29), le llevaron a Lea, la hija mayor, y él tendrá que trabajar catorce años para ganarse a sus esposas. Sin embargo, Jacob también experimentará la bendición de Dios, porque en el exilio tendrá a sus doce hijos y Dios aumentará su riqueza. Por lo tanto, en todo lo demás que veamos en esta historia, podremos ver que Dios cumplirá las promesas de su pacto, de una u otra forma, sin importar la frecuencia con la que su pueblo falle.

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 sábado, 21 may. 2022 
 «Críame este niño, y yo te lo pagaré» 

 «Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija del faraón, prefiriendo ser maltratado con el pueblo de Dios, antes que gozar de los deleites temporales del pecado». Hebreos 11:24-25 

  «CRÍAME ESTE NIÑO, Y YO TE LO PAGARÉ». ¿Recuerdas quién dijo estas palabras? Fue la hija de faraón. Había ido al río con sus doncellas, para bañarse, cuando vio una canasta que suavemente se movía en la ribera del Nilo. Envió a una de sus doncellas a buscarla y, ¡sorpresa! Cuando la abrió, vio a un hermoso niño que lloraba.

Entonces, el momento preciso, aparece en la escena María, la hermana mayor del bebé. Le pregunta a la princesa si desea que ella busque a una nodriza hebrea para que lo críe, ¡y ella acepta! En ese mismo instante se podría decir que comenzó a escribirse una de las páginas más gloriosas de la historia. Porque con la velocidad de una flecha, ¡María busca a Jocabed para que «haga el trabajo»!

«Críame este niño, y yo te lo pagaré». La princesa pensaba que simplemente estaba contratando a una empleada, pero por la mente de Jocabed pasaban otras ideas. Ella criaría al niño, ¡pero para Dios! A partir de ese instante, ella sería la influencia dominante en la vida de Moisés. Era una esclava, sin estudios, pero tenía fe en que Dios usaría a su niño para bendición de su pueblo y de la humanidad. Y aunque no vivió para ver el Éxodo, Jocabed recibirá su recompensa de manos de Dios, en la vida eterna. ¡Cuán grande será su gozo al reunirse con su hijo en la Patria celestial!

¿Cuánto tiempo estuvo Moisés bajo su influencia? No lo sabemos, pero tiene que haber sido suficiente tiempo como para que el niño aprendiera a temer más a Dios que al faraón: «Por la fe Moisés, hecho ya grande, rehusó llamarse hijo de la hija del faraón, prefiriendo ser maltratado con el pueblo de Dios, antes que gozar de los deleites temporales del pecado».

Si eres madre, o esperas serlo, recuerda que el mismo Dios que bendijo a Jocabed, anhela bendecirte hoy: «El que dijo: “Dejad los niños venir a mí, y no los impidáis”, sigue invitando a las madres a conducir a sus pequeñuelos para que sean bendecidos por él. Aun el lactante en los brazos de su madre, puede morar bajo la sombra del Todopoderoso por la fe de su madre que ora» (El Deseado de todas las gentes, cap. 56, p. 484).

Recuerda también que, aunque no veas en esta vida el fruto de tus esfuerzos, tu recompensa la recibirás en el reino de los cielos. ¡No puedes imaginar lo grande que será esa recompensa!

Gracias, Padre, por nuestras madres, y por lo que ellas significan para la humanidad. Concédeles hoy tu bendición, y danos el gozo de verlas en la Patria celestial.

viernes, 20 de mayo de 2022

Lección 8 | Viernes 20 de mayo PARA ESTUDIAR Y MEDITAR

Lección 8  | Viernes 20 de mayo PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Dado que Abraham fue el extraordinario profeta con quien Dios compartió sus planes (Gén. 18:17), Dios entró en la esfera humana de Abraham y compartió con él, hasta cierto punto, su plan de salvación mediante el sacrificio de su Hijo. “Isaac prefiguró al Hijo de Dios, que iba a ser ofrecido por los pecados del mundo. Dios quería inculcar en Abraham el evangelio de la salvación del hombre. Para ello, y a fin de que la verdad fuese una realidad para él como también para probar su fe, le pidió que quitara la vida a su amado Isaac. Todo el pesar y la agonía que soportó Abraham por esta sombría y temible prueba tenía por propósito grabar profundamente en él la comprensión del plan de redención en favor del hombre caído. Se le hizo entender mediante su propia experiencia cuán inmensa era la abnegación del Dios infinito al dar a su propio Hijo para que muriese a fin de rescatar al hombre de la ruina completa. Para Abraham, ninguna tortura mental podía igualarse con la que sufrió al obedecer la orden divina de sacrificar a su hijo” (TI 3:407). “Abraham había llegado a la ancianidad y sabía que pronto moriría, pero aún le quedaba un acto por cumplir, para asegurar a su descendencia el cumplimiento de la promesa. Isaac era el que Dios había designado para sucederlo como depositario de la Ley de Dios y padre del pueblo escogido; pero todavía era soltero. Los habitantes de Canaán estaban entregados a la idolatría, y Dios, sabiendo que tales uniones conducirían a la apostasía, había prohibido el matrimonio entre ellos y su pueblo. El patriarca temía el efecto de las corruptoras influencias que rodeaban a su hijo. [...] En la mente de Abraham, la elección de una esposa para su hijo era un asunto de suma importancia; anhelaba que se casara con quien no lo apartase de Dios. “Isaac, confiando en la sabiduría y el cariño de su padre, estaba conforme con dejarle a él la solución del asunto, creyendo también que Dios mismo lo guiaría en la elección” (PP 168). PREGUNTAS PARA DIALOGAR: 1. En clase, dialoguen sobre la voluntad de Abraham de sacrificar a Isaac. Traten de imaginar la clase de fe que revela este relato. ¿Qué tiene esta historia de asombrosa e inquietante al mismo tiempo? 2. ¿Y el libre albedrío? ¿Por qué nuestra fe no tiene sentido si no existe libertad de elección? ¿Qué ejemplos tenemos en la Biblia de libre albedrío y cómo, a pesar de las decisiones incorrectas de la gente, la voluntad de Dios finalmente se cumple?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 viernes, 20 may. 2022 
 Mujeres ordinarias, fe extraordinaria 

 «Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey». Hebreos 11:23, NVI 

  ¡SERÁ HEMBRA O SERÁ VARÓN? Esta es la pregunta que toda pareja se hace cuando saben que en la familia nacerá un bebé. ¡Y cuánto gozo inunda el corazón de los padres cuando hablan de la criatura que nacerá!

Pero no era este el caso de los padres de María y Aarón cuando supieron que un nuevo bebé estaba en camino. ¿Qué circunstancia podría empañar lo que debería haber sido una celebración familiar? Nada menos que un decreto de muerte que el faraón egipcio había dado: «¡Tiren al río a todos los niños hebreos que nazcan! A las niñas, déjenlas con vida» (Éxo. 1: 22, NVI).

Justo cuando la situación del pueblo de Israel en Egipto llegaba a su peor momento, Dios preparó la llegada de un libertador; pero el plan habría de llevarse a cabo por fe. Y esa fe la encontró Dios donde uno menos esperaría: un trío de mujeres.

Primero, fueron las parteras quienes se negaron a acatar la orden real de matar a los niños varones que nacieran. ¿Sus nombres? Sifra y Fúa (Exo. 1: 15). ¿Quién habla de ellas hoy? Nadie, pero esos nombres están en el registro sagrado como testimonio de todo lo que una mujer consagrada puede hacer cuando teme a Dios más que a las autoridades terrenales. Por la fe de ellas, nació el bebé Moisés, y «por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias» (vers. 20).

Pero no bastaba con que el niño naciera. Con el fin de prepararlo para la singular misión que le esperaba, Dios también necesitaba la fe de una madre. Esa madre fiel la encontró Dios en Jocabed. Durante tres meses, Jocabed escondió al niño, «pero no pudiendo ocultarlo más tiempo, tomó una canasta, la calafateo con asfalto y brea, colocó en ella al niño y la puso entre los juncos a la orilla del río» (Éxo. 2: 3).

¿Estamos hablando de fe? ¡Esto es fe! Con su acto de «desobediencia civil», esta mujer desafió a la nación más poderosa de todo el mundo antiguo; y todo porque no tuvo miedo al edicto del rey. ¡Al igual que las parteras!

¿Cuántas veces habrá escuchado el niño Moisés el relato de su milagroso nacimiento? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que de su madre, al igual que del ejemplo de Sifra y Fúa, Moisés aprendió que al confiar en Dios, nada ni nadie podrá amedrentarte en la vida: «Por la fe [Moisés] salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey» (Heb. 11:27, NVI).

Gracias, Dios, por las mujeres de fe que han pasado por este mundo. De ellas hemos aprendido que obedecerte a ti es nuestro mayor deber y nuestro supremo privilegio.

jueves, 19 de mayo de 2022

Jueves 19 de mayo UNA ESPOSA PARA ABRAHAM

Jueves 19 de mayo UNA ESPOSA PARA ABRAHAM Lee Génesis 24:67 a 25:1 al 8. ¿Cuál es el significado de estos eventos f inales en la vida de Abraham? Después de la muerte de Sara, Abraham se volvió a casar. Al igual que Isaac, se consuela después de la muerte de Sara (Gén. 24:67). El recuerdo de Sara seguramente aún debió estar vivo en la mente del patriarca, tanto como en la de su hijo. No obstante, la identidad de su nueva esposa no está clara. Sin embargo, el hecho de que el cronista asocie a los hijos de Cetura junto con los hijos de Agar, sin mencionar el nombre de Cetura, sugiere que Cetura podría (como algunos han conjeturado) ser Agar. También es revelador que Abraham se comporte con los hijos de Cetura de la misma manera que lo hizo con el hijo de Agar: los despide para evitar cualquier influencia espiritual y hacer una clara distinción entre su hijo con Sara y los otros hijos. También “dio todo cuanto tenía a Isaac” (Gén. 25:5), mientras que “a los hijos de sus concubinas les hizo regalos” (Gén. 25:6, NVI). La clasificación de “concubinas” también puede implicar que el estatus de Cetura, como el de Agar, era el de concubina. La posible identificación de Cetura como Agar también puede explicar la sutil alusión al recuerdo de Sara como preludio de su matrimonio con Cetura-Agar. Lo interesante es que en Génesis 25:1 al 4, y 12 al 18, se da una lista de los hijos que Abraham tuvo con Cetura, así como una lista de los hijos de Ismael. El propósito de la genealogía después del matrimonio de Abraham con Cetura, quien le dio seis hijos, en comparación con sus otros dos hijos (Isaac e Ismael), es quizás aportar evidencias inmediatas de la promesa de Dios de que Abraham sería padre de muchas naciones. La segunda genealogía se refería a los descendientes de Ismael, quienes también componían doce tribus (comparar con Gén. 17:20), al igual que lo que sucedería con Jacob (Gén. 35:22-26). Aunque, por supuesto, el pacto de Dios estará reservado a la simiente de Isaac (Gén. 17:21), no a la de Ismael, un aspecto sobre el que las Escrituras son muy claras. El informe de la muerte de Abraham intercalado entre las dos genealogías (Gén. 25:7-11) también da testimonio de la bendición de Dios. Revela el cumplimiento de su promesa a Abraham, hecha muchos años antes, de que moriría “en buena vejez” (Gén. 15:15) y “lleno de años” (Gén. 25:8; comparar con Ecl. 6:3). Finalmente, el Señor se mantuvo fiel a sus promesas de gracia dadas a su fiel siervo Abraham, cuya fe se describe en las Escrituras como un gran ejemplo, si no el mejor ejemplo del Antiguo Testamento, de salvación por fe (ver Rom. 4:1-12).

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Nuestro maravilloso Dios 
 jueves, 19 may. 2022 
 «¿Crees esto?» 

 «Yo soy la resurrección y la vida; el que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá. Y todo aquel que vive y cree en mí, no morirá eternamente. ¿Crees esto?». Juan 11:25-26 

  SI HICIÉRAMOS UNA ENCUESTA preguntando cuál de todos los milagros que la Biblia registra es el más impresionante, seguramente la resurrección de Lázaro ocupará el primer lugar en la selección. Sí, también el cruce del Mar Rojo y la multiplicación de los panes fueron milagros impresionantes, pero ¿traer de nuevo a la vida a un muerto de cuatro días?

Ahora bien, además de ser impresionante, ¿diríamos que es también un milagro relevante? Porque una cosa es que un hecho cause asombro o admiración; otra muy diferente, que sea importante hoy. ¿Qué importancia podría tener para una persona del siglo XXI que Lázaro haya sido resucitado en una aldea llamada Betania hace unos dos mil años?

La respuesta la encontramos en nuestro versículo para hoy, y en los hechos que lo precedieron; específicamente en las palabras que tanto Marta como María le dicen a Jesús cuando finalmente llega a Betania, después de una demora de cuatro días: «Señor, si hubieras estado aquí, mi hermano no habría muerto» (Juan 11:25; Cf. 32). ¡En la presencia de Cristo, por supuesto, Lázaro no habría muerto! Pero, ¿por qué, entonces, demoró si todavía lo podía salvar?

Demoró porque la enfermedad de Lázaro sería «para la gloria de Dios» (vers. 4). Ese hecho explica por qué, en lugar de apresurarse a sanarlo, Jesús «se quedó dos días más en el lugar donde estaba» (vers. 6). Y por qué, después de que Lázaro muriera, el Señor declarara: «Me alegro por ustedes de no haber estado allí, para que crean» (vers. 14-15, RVC; énfasis añadido).

¿Lo ves? «Me alegro por ustedes... para que crean». La demora tenía un propósito. Aunque la muerte de su hermano sería una dura prueba para la fe de María y Marta, Jesús «sabía que para ellas, para Lázaro, para él mismo y para sus discípulos, había de ganarse una victoria» (El Deseado de todas las gentes, cap. 58, p. 500). Victoria que, además, daría a los sacerdotes «otra evidencia de que él era de veras “la resurrección y la vida"» (Ibíd.)

Lo que estamos diciendo es que, al resucitar a Lázaro, Jesús nos dio «una garantía de la resurrección de todos los justos» (Ibíd., 501); la seguridad de que él es el Autor de la vida, y de que todo el que en él cree «aunque esté muerto, vivirá».

¿Es esto relevante hoy? Por supuesto que sí, porque cuando Jesús dijo: «El que cree en mí, aunque esté muerto, vivirá», ¡también estaba pensando en ti y en mí!

¿Crees esto?

 

Bendito Jesús, creo que eres la resurrección y la vida; y que, por el poder de tu palabra, no moriré eternamente. ¿Qué puedo decir, Señor, para agradecerte? De verdad, no tengo palabras.

miércoles, 18 de mayo de 2022

Lección 8 | Miércoles 18 de mayo UNA ESPOSA PARA ISAAC

Lección 8  | Miércoles 18 de mayo UNA ESPOSA PARA ISAAC Génesis 24 cuenta la historia del matrimonio de Isaac después de la muerte de Sara. Las dos historias se relacionan. Lee Génesis 24. ¿Por qué le preocupa tanto a Abraham que su hijo no se case con una mujer de los cananeos? Así como Abraham quería adquirir la tierra para enterrar a su esposa, debido a la promesa de Dios a sus descendientes de que tendrían esta tierra, ahora insiste en que Isaac tampoco se establezca fuera de la Tierra Prometida (Gén. 24:7). Además, la decisión de Isaac de llevar a su esposa a la tienda de Sara y la nota de que Rebeca consoló a Isaac “después de la muerte de su madre” (Gén. 24:67) apuntan a la muerte de Sara, lo que implica el dolor de Isaac por la pérdida de su madre. La historia está llena de oraciones y respuestas a oraciones, y abunda en lecciones sobre la providencia de Dios y la libertad humana. Comienza con la oración de Abraham. Al jurar por “Jehová, Dios de los cielos y Dios de la tierra” (Gén. 24:3), esta oración es, ante todo, un reconocimiento de Dios como Creador (Gén. 1:1; 14:19), con repercusión directa sobre los nacimientos de los descendientes de Abraham, incluyendo al Mesías mismo. La referencia a “su ángel” y a “Jehová, Dios de los cielos” (Gén. 24:7) apunta al ángel de Jehová, que vino del cielo para rescatar a Isaac de ser sacrificado (Gén. 22:11). El Dios que controla el Universo, el ángel de Jehová que intervino para salvar a Isaac, estará al frente de este tema del matrimonio. Sin embargo, Abraham deja abierta la posibilidad de que la mujer no responda al llamado de Dios. Por más que Dios sea poderoso, no obliga a nadie a obedecerlo. Aunque el plan de Dios para Rebeca es seguir a Eliezer, ella conserva su libertad de elegir. Es decir, existía la posibilidad de que esta mujer no quisiera ir y, en ese caso, no se vería obligada a hacerlo. Por lo tanto, en esto vemos otro ejemplo del gran misterio de cómo Dios nos ha dado libre albedrío a los seres humanos, una libertad que él no pisoteará. (Si lo hiciera, no sería libre albedrío.) Y, sin embargo, de alguna manera, a pesar de la realidad del libre albedrío humano, y de muchas de las terribles decisiones que la humanidad toma con ese libre albedrío, todavía podemos confiar en que finalmente el amor de Dios y la bondad, en última instancia, prevalecerán. ¿Por qué es tan reconfortante saber que, si bien no todas las cosas que pasan son voluntad de Dios, él todavía está al mando? Profecías como Daniel 2, por ejemplo, ¿cómo demuestran este hecho?

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Nuestro maravilloso Dios 
 miércoles, 18 may. 2022 
 ¿Más señales? 

 «Llegaron los fariseos y los saduceos para tentarlo, y le pidieron que les mostrara una señal del cielo». Mateo 16: 1 

  ¿FARISEOS Y SADUCEOS JUNTOS? Bien extraño que miembros de estas dos sectas enemigas estuvieran juntos. A menos que, como tan a menudo sucede, los uniera un enemigo común. Y este era, precisamente, el caso: querían poner a prueba al Señor Jesús.

Algunos comentadores bíblicos sugieren que la delegación de fariseos y saduceos, de la que habla nuestro texto de hoy, había sido comisionada por el Sanedrín, la suprema autoridad religiosa y civil de los judíos. Su objetivo era mostrar ante el pueblo que Jesús no era el Mesías. Cualquiera haya sido su motivación, el caso es que estos líderes religiosos «le pidieron que les mostrara una señal del cielo». Y es aquí cuando resulta difícil no preguntarse: ¿Más señales?

Tal como lo indica el Comentario bíblico adventista, para este momento de su ministerio ya Jesús había demostrado su poder sobre la enfermedad, los demonios, las fuerzas de la naturaleza, incluso sobre la muerte. * ¡Y querían más señales!

«La generación mala y adúltera demanda una señal -les respondió Jesús-, pero señal no le será dada, sino la señal del profeta Jonás» (Mat. 16: 4). ¿Cuál era esa «señal de Jonás»? «Como Jonás había estado tres días y tres noches en el vientre de la ballena, Cristo había de pasar el mismo tiempo “en el corazón de la tierra”. Y como la predicación de Jonás era una señal para los habitantes de Nínive, la predicación de Cristo era una señal para su generación» (El Deseado de todas las gentes, cap. 44, p. 379).

¡La señal que demandaban ya estaba ante ellos! Era Cristo. Sus obras eran las de Dios. Sus palabras eran las de Dios. Su vida revelaba el carácter de Dios. ¿Y querían más señales? ¡Ni siquiera los convenció el hecho de que Jesús se levantara de los muertos! ¿Por qué? Porque más que «ilustración intelectual», lo que necesitaban era «renovación espiritual» (Ibíd.)

Hay varias lecciones que hemos de aprender de este relato. Una, que nuestra fe no debe alimentarse de milagros, sino de la Palabra de un Dios que es fiel a sus promesas. Dos, que en Cristo tenemos todas las señales; todas las evidencias que necesitamos para creer que Dios nos ama y se interesa profundamente en nosotros. Finalmente, que si de milagros se trata, no hay que ir muy lejos para encontrar uno: ¡Tú eres un milagro de la gracia de Dios! ¡Y yo también! ¿Seguiremos, al igual que los fariseos y saduceos, pidiendo más señales?

Gracias, Padre, porque la encarnación de tu Hijo es el mayor de todos los milagros. Y porque yo también soy un milagro de tu poder y de tu amor.

*Comentario bíblico adventista, t. 5, p. 416.

martes, 17 de mayo de 2022

Martes 17 de mayo LA MUERTE DE SARA

Martes 17 de mayo LA MUERTE DE SARA En Génesis 22:23, vemos el informe del nacimiento de Rebeca, que anticipa el futuro matrimonio entre Isaac y Rebeca (Gén. 24). Asimismo, el informe de la muerte y el entierro de la esposa de Abraham, Sara (Gén. 23), anticipa su futuro matrimonio con Cetura (Gén. 25:1-4). Lee Génesis 23. ¿Qué función tiene la historia de la muerte y el entierro de Sara en el cumplimiento de la promesa de Dios a Abraham? La mención de la muerte de Sara inmediatamente después de la historia del sacrificio de Isaac sugiere que ella pudo haber quedado afectada por este incidente que casi le costó la vida a su hijo. De alguna manera, Sara también participó de la “prueba” con su esposo, al igual que en sus viajes y su falta de fe temporal (Gén. 12:11-13). Sara no era el tipo de mujer que guardara silencio en asuntos que eran importantes o que la perturbaran (comparar con Gén. 16:3-5; 18:15; 21:9, 10). Su ausencia y su silencio, e incluso el momento de su muerte después de ese dramático evento, dice más sobre la relevancia de Sara para los eventos que su presencia física. El hecho de que se mencione la vejez de Sara (Gén. 23:1), en paralelo con la vejez de Abraham (Gén. 24:1), muestra su importancia para la historia. De hecho, Sara es la única mujer en el Antiguo Testamento de la que se menciona el número de sus años, lo que muestra su centralidad en la historia. La focalización en la compra del lugar de sepultura de Sara (que abarca la mayor parte del capítulo), más que en su muerte, enfatiza la conexión con la Tierra Prometida. Ya la especificación de que ella murió “en la tierra de Canaán” (Gén. 23:2) subraya la vinculación de la muerte de Sara con la promesa divina de la tierra. Sara es la primera del clan de Abraham que murió y fue enterrada en la Tierra Prometida. La preocupación de Abraham por sí mismo, “extranjero y forastero soy” (Gén. 23:4), y su insistente discusión con los hijos de Het, muestran que Abraham está interesado no solo en adquirir un lugar de sepultura; lo que más le preocupa es establecerse en la tierra de forma permanente. Lee Génesis 23:6. ¿Qué nos dice esto sobre el tipo de reputación que tenía Abraham? ¿Por qué esto es importante para comprender para qué lo utilizó el Señor?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 martes, 17 may. 2022 
 El día en que los bancos cerraron 

 «Abraham llamó el nombre de aquel lugar "el Señor proveerá"». Génesis 22: 14, RVA-2015 

  ¿HAY EN NUESTRA HISTORIA denominacional algún relato al que puedas llamar tu favorito? Yo tengo el mío. Lo leí en un relato escrito por Adriel D. Chilson.*

Según cuenta Chilson, corría el año 1933 y La Gran Depresión estaba golpeando al sistema financiero de los Estados Unidos con toda su fuerza. En medio del clima de incertidumbre, el pastor W. H. Williams, tesorero asociado de la Asociación General, ordenó a su secretario que guardara diez billetes de cien dólares en un sobre, lo fechara, y lo guardara en la caja fuerte. Y lo mismo debió hacer en las siguientes semanas.

Exactamente el dos de marzo de ese año, estando el pastor Williams en la oficina, sintió un toque en sus hombros, y le pareció escuchar una voz que le decía: «Ve a la ciudad de Nueva York esta noche». Sobresaltado, el pastor Williams oró: «Señor —dijo—, no estoy autorizado para hacer transacciones en Nueva York en estos días». Pero entonces escuchó la misma voz que le decía: «¡Ve!».

Lo más rápido que pudo, el pastor Williams se dirigió a la estación del tranvía, y temprano en la mañana ya estaba en Nueva York. «¿Qué hago yo aquí?», era la pregunta que se hacía. Entonces la misma voz le habló: «Ve a los bancos y envía el dinero a los misioneros de cada división». «¿No es demasiado temprano en el mes para hacer esto?», pensó Williams. Aun así, siguió adelante. Fue al primer banco, y ya estaba listo para indicar al cajero que enviara la remesa por un mes, cuando sintió que debía enviar el triple de la cantidad usual. Sintiendo que las piernas le temblaban, Williams fue al segundo banco y realizó la misma operación.

Emocionalmente exhausto, emprendió el viaje de regreso a Takoma Park, Maryland. Ese viernes de noche, el pastor Williams cuenta que durmió profundamente. En la mañana de ese sábado, cuatro de marzo, otra voz lo despertó: la del pregonero que gritaba: «¡Todos los bancos han cerrado!» «¡Los bancos han cerrado en todo el país!». Con lágrimas en los ojos, el pastor Williams reconoció de quién era esa voz, y el porqué de la premura.

Después que se ocultó el sol, el pastor Williams recibió una llamada del Pr. Shaw, tesorero de la Asociación General. Con voz de angustia, preguntaba: «¿Ya escuchaste las noticias? ¿Cómo pagaremos a los misioneros?».

Lo que Pr. Shaw no sabía era que Dios ya estaba listo cuando los bancos cerraron. Ningún misionero dejó de recibir su sustento. ¿Y los empleados de la Asociación General? Pues, tampoco. ¿Recuerdas los sobres de mil dólares que durante semanas se guardó en la caja fuerte de las oficinas?

Gracias, Padre celestial, porque cuando una puerta se cierra, es porque ya has abierto otra.

*Adriel D. Chilson, «When God Provides», en Review and Herald, 1994, pp. 9-13.

lunes, 16 de mayo de 2022

Lección 8 | Lunes 16 de mayo DIOS PROVEERÁ

Lección 8  | Lunes 16 de mayo DIOS PROVEERÁ Lee Génesis 22:8, 14 y 18. ¿Cómo cumplió Dios su promesa de proveer? ¿Qué proveyó? Cuando Isaac preguntó por el animal para el sacrificio, Abraham dio una respuesta intrigante: “Dios se proveerá de cordero para el holocausto” (Gén. 22:8). Sin embargo, la forma verbal hebrea en realidad puede significar “Dios se proveerá a sí mismo como el cordero”. El verbo “proveer” (ir’é lo) se usa de una manera que puede significar “proveerse a sí mismo” (o literalmente, “verse a sí mismo”). Por ende, lo que vemos aquí es la esencia del plan de salvación, ¡por el cual el Señor mismo sufre y paga personalmente el castigo por nuestros pecados! Lee Juan 1:1 al 3; y Romanos 5:6 al 8. ¿Cómo nos ayudan estos versículos a comprender lo que sucedió en la Cruz, que se representa anticipadamente en este sacrificio del monte Moriah? Allí, en el monte Moriah, mucho antes de la Cruz, el carnero del sacrificio “trabado en un zarzal por sus cuernos” (Gén. 22:13) apuntaba directamente a Jesús. Él es aquel que es “provisto” aquí; como Abraham explica más tarde, “en el monte de Jehová será provisto” (Gén. 22:14; o “será visto”, según JBS). El mismo Jesús había señalado esta expresión profética de Abraham, cuando dijo, haciéndose eco de la declaración de Abraham: “Abraham vuestro padre se gozó de que había de ver mi día; y lo vio, y se gozó” (Juan 8:56). “Fue para grabar en la mente de Abraham la realidad del evangelio, así como para probar su fe, que Dios le mandó sacrificar a su hijo. La agonía que sufrió durante los oscuros días de aquella terrible prueba fue permitida para que comprendiera por su propia experiencia algo de la grandeza del sacrificio hecho por el Dios infinito en favor de la redención del hombre” (PP 150). Esto que sucedió, ¿cómo nos ayuda a comprender mejor lo que sucedió en la Cruz y lo que Dios sufrió por nosotros? ¿Cuál debería ser nuestra respuesta a lo que él hizo por nosotros?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 lunes, 16 may. 2022 
 ¿El siguiente eslabón? 

 «"¿Crees, rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees”. Entonces Agripa dijo a Pablo: "Por poco me persuades a hacerme cristiano"». Hechos 26:27-28 

  POR LAS VENAS DEL REY AGRIPA corría sangre mala. Era hijo del Herodes que hizo matar a Santiago y encarcelar a Pedro; y bisnieto de Herodes el Grande, el malvado que reinaba en Judea cuando el Niño Jesús nació. Pero Agripa no tenía por qué ser el siguiente eslabón en la cadena de una estirpe sangrienta. ¿O tenía que serlo?

Nuestro texto de hoy es parte del discurso que el apóstol Pablo dio en presencia de Festo, procurador de Judea, el rey Agripa y Berenice. La audiencia no tenía carácter legal, puesto que ya Pablo, como ciudadano romano que era, había apelado al César (ver Hech. 25: 10-12). Pero cuando Festo le presentó a Agripa el caso de Pablo, el rey mostró interés. «Yo también quisiera oír a ese hombre», dijo. Según dice la Escritura, «al otro día, viniendo Agripa y Berenice con mucha pompa [...], por mandato de Festo fue traído Pablo» (vers. 23).

Fue así como, ante los poderosos de la tierra, ataviados con sus mejores galas, apareció en escena la pequeña figura de un hombre encadenado, «preso en el Señor» (Efe. 4: 1). ¡Pero la palabra de Dios no estaba presa! Ese día el anciano apóstol habló en forma poderosa. Habló de sus raíces fariseas, y de cómo, por ignorancia, había perseguido a los fieles seguidores de Jesús de Nazaret. Habló de su conversión, y del Mesías que había de padecer, morir y resucitar, para salvación de judíos y gentiles.

Mientras él hablaba, el Espíritu de Dios convencía a los presentes «de pecado, de justicia y de juicio». Entonces, desde su asiento, Festo interrumpió: «¡Estás loco, Pablo!», grito. «No estoy loco, excelentísimo Festo -respondió Pablo- sino que hablo palabras de verdad y de cordura. El rey, delante de quien también hablo con toda confianza, sabe estas cosas» (Hech. 26: 25-26).

Ahora le tocaba a Agripa reaccionar. Dirigiéndose a él, Pablo lo emplazó: «“¿Crees, rey Agripa, a los profetas? Yo sé que crees”. Entonces Agripa dijo a Pablo: "Por poco me persuades a hacerme cristiano"». La dorada oportunidad estaba delante de él. Podía, en ese momento, ponerle fin a la cadena de crímenes e inmoralidades que había aprisionado a su familia. Y suyo habría sido el perdón divino, pero Agripa «poniendo a un lado la misericordia ofrecida, rehusó aceptar la cruz de un Redentor crucificado» (Hechos de los apóstoles, cap. 42, p. 324). ¡Cuán triste su decisión! Pudo romper la cadena, pero prefirió ser el siguiente eslabón.

Hoy una nueva página se abre ante nosotros. ¿Qué escribiremos en ella? ¿Romperemos la cadena de fracasos, o seremos el siguiente eslabón? ¡Hoy es el día! ¡Por el poder del Espíritu Santo, comencemos a escribir hoy una historia que glorifique el nombre del Señor Jesucristo!

Padre celestial, con el poder de tu Santo Espíritu, comenzando hoy, resuelvo romper la cadena de pecado que me quiere aprisionar.

domingo, 15 de mayo de 2022

Domingo 15 de mayo EL MONTE MORIAH

Domingo 15 de mayo EL MONTE MORIAH Lee Génesis 22:1 al 12; y Hebreos 11:17. ¿Cuál era el significado de esta prueba? ¿Qué lecciones espirituales surgen de este asombroso acontecimiento? Génesis 22 se ha convertido en un clásico de la literatura mundial y ha inspirado a filósofos y artistas, no solo a teólogos. Sin embargo, el significado de la prueba de Dios es difícil de comprender. Este mandato divino contradecía la prohibición bíblica posterior en contra de los sacrificios humanos (Lev. 18:21), y seguramente parecía obrar en contra de la promesa de Dios de un pacto eterno por medio de Isaac (Gén. 15:5). Entonces, ¿cuál era el propósito de que Dios lo llamara a hacer esto? ¿Por qué ponerlo a prueba de una manera tan poderosa? La noción bíblica de “prueba” (en hebreo, nisá) incluye dos ideas opuestas. Se refiere a la idea de juicio, es decir, un juicio para saber qué hay en el corazón del probado (Deut. 8:2; comparar con Gén. 22:12). Pero también trae la seguridad de la gracia de Dios en favor de los probados (Éxo. 20:18-20). En este caso, la fe que Abraham tiene en Dios lo lleva al punto de correr el riesgo de perder su “futuro” (su posteridad). Y, sin embargo, debido a que confía en Dios, hará lo que Dios le pida, por más difícil que sea de entender. Al f in y al cabo, ¿qué es la fe, sino confiar en lo que no vemos o no entendemos por completo? Además, la fe bíblica no se trata tanto de nuestra capacidad de dar a Dios y de sacrificarnos por él (aunque eso tiene su función, sin duda [Rom. 12:1]), sino de nuestra capacidad de confiar en él y recibir su gracia mientras comprendemos cuán indignos somos. Esta verdad se confirmó en lo que sucedió a continuación. Todas las obras de Abraham, sus tantas actividades diligentes, la dolorosa experiencia con su hijo, incluso su disposición a obedecer y ofrecer a Dios lo mejor de sí mismo, por más instructivos que fueran, no podían salvarlo. ¿Por qué? Porque el Señor mismo había provisto un carnero para el sacrificio previsto, que en sí apuntaba a su única esperanza de salvación, Jesús. Por consiguiente, Abraham debió haber entendido la gracia. No son las obras que hacemos para Dios las que nos salvan, sino la obra de Dios en nuestro favor (Efe. 3:8; comparar con Rom. 11:33). Sin embargo, al igual que Abraham, somos llamados a trabajar para Dios, y en este sentido, el accionar de Abraham es un poderoso ejemplo para seguir (Sant. 2:2-23). ¿Qué te dice personalmente la historia de Abraham e Isaac en el monte Moriah acerca de tu fe y cómo la manifiestas?

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Nuestro maravilloso Dios 
 domingo, 15 may. 2022 
 Un Dios que oye 

 «Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto. Los hijos de Israel, que gemían a causa de la servidumbre, clamaron; y subió a Dios el clamor de ellos desde lo profundo de su servidumbre. Dios oyó el gemido de ellos y se acordó de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob». Éxodo 2: 23-24 

  NUESTRO TEXTO PARA HOY es uno de esos pasajes bíblicos que es fácil leer sin advertir la hermosa verdad que revela acerca del Dios a quien tú y yo adoramos, y la elevada estima en que él tiene a sus hijos.

Lo primero que llama la atención del texto es que el clamor de los hijos de Israel no va dirigido particularmente a Dios. El texto solo dice que clamaron porque «gemían a causa de su servidumbre». ¿Cómo es, entonces, que Dios escucha ese clamor? Pues, si los padres terrenales son extremadamente sensibles a las necesidades de sus hijos, incluso antes de que las expresen verbalmente, ¿cuánto más nuestro Padre celestial? Este es el Dios del cual la Escritura dice que es «misericordioso y piadoso; tardo para la ira y grande en misericordia y verdad» (Éxo. 34:6). El Dios que, antes de que sus hijos clamen por ayuda, ya él les ha respondido; y que mientras aún estén hablando, ya él ha oído (Isa. 65: 24).

Lo segundo que llama la atención en nuestro texto de hoy es que Dios, no solo escucha el clamor de sus hijos, sino que se acuerda de su pacto con Abraham, Isaac y Jacob. ¿No es esto maravilloso? ¡Dios no olvida sus promesas! La promesa a Abraham había sido que haría de su descendencia una gran nación, pero ¿cómo podría cumplirse esa promesa mientras fueran esclavos en Egipto?

Antes, por supuesto, debía liberarlos. Por esta razón, cuando se presenta en una zarza que ardía, pero que no se consumía, Dios le dice a Moisés que ha escuchado el clamor de los israelitas, conoce sus angustias y que ha descendido «para librarlos de manos de los egipcios» (Éxo. 3: 7-8).

He aquí un Dios que escucha el clamor de sus hijos, que conoce sus sufrimientos, y que además los libra de sus angustias. ¿Se puede pedir más? Este es el Dios a quien Jesús nos vino a revelar; tu Padre, mi Padre celestial. ¡Bendito sea su nombre, hoy y por siempre!

No sé cuáles son tus angustias, pero esto sé: si clamas por ayuda al Dios de Abraham, de Isaac y de Jacob, él no solamente escuchará tu oración, sino que además hará algo al respecto, y en el momento cuando más lo necesites. ¡Hoy mismo puede comenzar tu liberación!

Te alabo, Padre, porque eres un Dios que escucha. Y te doy gracias porque, aun antes de que yo clame a ti, ya tú me has respondido. ¿Qué quieres que haga por ti, Señor, además de honrar tu santo nombre?

sábado, 14 de mayo de 2022

Lección 8: Para el 21 de mayo de 2022 LA PROMESA

Lección 8: Para el 21 de mayo de 2022 LA PROMESA Sábado 14 de mayo LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 22; Hebreos 11:17; Levítico 18:21; Juan 1:1–3; Romanos 5:6–8; Génesis 23–25; Romanos 4:1–12. PARA MEMORIZAR: “Era Abraham ya viejo, y bien avanzado en años; y Jehová había bendecido a Abraham en todo” (Gén. 24:1). Finalmente, como Dios había prometido, Sara le dio a Abraham un hijo, “en su vejez” (Gén. 21:2), y llamó al bebé Isaac (ver Gén. 21:1–5). Pero la historia de Abraham está lejos de concluir, y llega a su momento culminante cuando él lleva a su hijo al monte Moriah para ser sacrificado. Sin embargo, Isaac es reemplazado por un carnero (Gén. 22:13), lo que implicaba el compromiso de Dios de bendecir a las naciones por intermedio de su “simiente” (Gén. 22:17, 18). Esa simiente, por supuesto, era Jesús (Hech. 13:23). Por lo tanto, en esta historia asombrosa (y en cierto modo preocupante) se revelan más elementos del plan de salvación. Más allá de las profundas lecciones espirituales que hayan sacado de esta experiencia, no obstante, la familia de Abraham debió haberse visto sacudida, y el futuro de Abraham no está claro. Sara muere inmediatamente después del sacrificio en Moriah (Gén. 23) e Isaac continúa soltero. Entonces, Abraham toma la iniciativa para asegurarse de que tendrá un futuro “adecuado”. Arregla el matrimonio de su hijo con Rebeca (Gén. 24), quien dará a luz a dos hijos (Gén. 25:21-23), y el mismo Abraham se casa con Cetura, quien le dará muchos hijos (Gén. 25:1-6). Esta semana, seguiremos a Abraham hasta el final de su vida (Gén. 25:7-11).

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Nuestro maravilloso Dios 
 sábado, 14 may. 2022 
 ¿Cuándo viste la luz por última vez? 

 «¡Bendice, alma mía, al Señor, y no olvides ninguna de sus bendiciones!». Salmo 103:2, RVC 

  ME GUSTA COLECCIONAR citas escogidas de mis autores favoritos. Una de esas gemas se encuentra en El ministerio de curación: «Cuando las tentaciones te asalten, cuando las preocupaciones, las dudas y las tinieblas parezcan envolver tu alma, mira hacia el punto en que visteis la luz por última vez» (cap. 18, p. 165, parafraseado).

 ¿Qué quiere decir Elena G. White con eso de «mirar hacia el punto donde vimos la luz por última vez»? La respuesta está en el mismo párrafo, unas líneas más adelante: «Cuando el pecado lucha por dominar en el corazón, cuando la culpa oprime al alma y carga la conciencia, cuando la incredulidad confunde el espíritu, acordaos de que la gracia de Cristo basta para vencer al pecado y desvanecer las tinieblas» (pp. 165-166; énfasis añadido).

 ¡Qué cosa tan grande! No importa cuán fuerte sea la tentación, o cuán difícil la prueba, la gracia de Cristo es suficiente para vencer al pecado y desvanecer las tinieblas. Ahora bien, ¿cómo apropiarnos de esa gracia? Nuestro versículo para hoy nos señala una manera: ¡No olvidar!

 Cuando reflexioné en cuán importante es recordar lo que Dios ha hecho por nosotros, a mi mente vino una dura experiencia que David vivió como fugitivo. Primero, debido a la fiera persecución de Saúl, le tocó abandonar su propio país (ver 1 Sam. 27). Luego, también los filisteos lo rechazaron (cap. 29). Cuando, rechazado por propios y extraños» David regresó con sus hombres a Siclag, donde moraba, encontró que los amalecitas le habían prendido fuego a la ciudad y se habían llevado cautivos a todos sus familiares (1 Sam. 30: 1). La situación se tornó tan difícil, que el pueblo amenazó con apedrearlo. ¡Peor, imposible!

 Dice el relato que en ese momento de crisis extrema «David se fortaleció en el Señor su Dios» (vers. 6). ¿En qué sentido se fortaleció? En esa hora tan difícil, David «repasó su vida agitada por tantos acontecimientos [...] Su alma se refrigeró recordando las muchas evidencias del favor de Dios» (Patriarcas y profetas, cap. 68, pp. 679-680). David entonces oró, y el Dios que nunca le había fallado tampoco lo abandonó en el momento de la prueba.

 Si ahora mismo estás atravesando por un momento difícil en tu vida, si sientes que las tinieblas envuelven tu alma, entonces es hora de recordar que «la gracia de Cristo basta para vencer al pecado y desvanecer las tinieblas». Es hora de recordar que el Señor nunca te ha abandonado. ¡Es hora de mirar al punto donde viste la luz por última vez!

 Señor Jesús, que en el momento de la prueba yo pueda recordar que nunca me has abandonado. Que pueda recordar, además, que tu gracia es suficiente para vencer el pecado y desvanecer las tinieblas, ¡no importa cuán densas puedan parecer!

viernes, 13 de mayo de 2022

matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 viernes, 13 may. 2022 
 El depósito 

 «Por eso mismo padezco esto. Pero no me avergüenzo, porque yo sé a quién he creído, y estoy seguro de que él es poderoso para guardar mi depósito para aquel día». 2 Timoteo 1: 12, RVC 

  ¿CUÁL ES ESE «DEPÓSITO» del cual habla el apóstol Pablo en este conducido pasaje de la Escritura? ¿Se refiere a algo que Pablo le ha confiado a Cristo, o que Cristo le ha confiado a él?

La clave para saberlo la provee la palabra griega paratheke, «depósito». Según Lawrence O. Richards, la imagen que esta palabra transmite es la de una persona que, antes de emprender un largo viaje, deja sus objetos de valor bajo la custodia de alguien confiable, para luego recuperarlos a su regreso a casa.*

¿No es esta una preciosa ilustración de lo que sucede cuando colocamos bajo la custodia de nuestro Señor todo cuanto somos y poseemos? En nuestro peregrinaje por esta vida le confiamos a Dios nuestra vida entera y al final de la jornada, él mismo nos da la bienvenida al hogar celestial.

Nuestro texto de hoy también se presta para una segunda aplicación. Así como tú y yo hemos confiado nuestra vida en las manos de Dios, ¿no es también cierto que él nos ha confiado un «depósito»? (ver 1 Tim. 6: 20; 2 Tim. 1: 14). Dicho en palabras de Charles Bradford, nosotros depositamos en Cristo, y él deposita en nosotros. Nosotros le confiamos la custodia de nuestra vida, y él a su vez nos confía la predicación del evangelio. **

Lo que esto significa en la práctica es que, si bien es cierto que hemos entregado la custodia de nuestra vida al Señor, también él nos ha encomendado la custodia de su Palabra para que la guardemos en el corazón y para que la prediquemos con el poder de su Santo Espíritu, sin importar las consecuencias. ¿No fue esto, precisamente lo que hizo el apóstol Pablo? Para el momento en que le escribe a Timoteo, el apóstol está preso en Roma por predicar el nombre de Jesucristo. Además, algunos de sus compañeros de predicación lo han desamparado. En medio de circunstancias tan adversas, ¿qué dice Pablo? Dice: «Yo sé a quién he creído».

Y tú, ¿sabes en quién has creído? ¿Crees, además, que Dios es poderoso para guardar lo que le has confiado? Si crees estas cosas, en el cielo te está reservada una corona de justicia, la cual te dará el Señor, no sólo a ti, sino también a todos los que amamos su venida.

Gracias, Jesús, porque eres digno de toda mi confianza. En tus manos entrego mi vida para que la mantengas fiel hasta el día en que reciba de tus manos la corona de victoria. Gracias, además, por confiarme el honor de predicar tu santo evangelio.

*Lawrence . Richards, The Victor Bible Background Commentary: New Testament, Victor Books, 1994, pp. 531-532.

** Charles Bradford, The Abundant Life Bible Amplifier, Timothy & Titus, 1994, p. 120

Lección 11 | Domingo 4 de septiembre EL DIOS DE LA PACIENCIA

Lección 11  | Domingo 4 de septiembre EL DIOS DE LA PACIENCIA Lee Romanos 15:4 y 5. ¿Qué encontramos en estos versículos? Normalmente nos im...