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domingo, 29 de mayo de 2022

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 domingo, 29 may. 2022 
 El «secreto» de James Hudson Taylor 

 «Sean vuestras costumbres sin avaricia, contentos con lo que tenéis ahora, pues él dijo: "No te desampararé ni te dejaré"». Hebreos 13:5 

  CUANDO JAMES HUDSON TAYLOR, fundador de la Misión al Interior de China, murió en 1905 dejó establecidas unas doscientas misiones, con más de ochocientos misioneros y miles de conversos. ¿Cómo pudo lograr tanto a pesar de todos los desafíos que tuvo que enfrentar?

En 1867, Taylor perdió a su hija, Grace, por una enfermedad del cerebro. En 1870, su esposa Maria Dyer murió pocos días después de dar a luz un hijo varón, que también murió. En varias ocasiones, su vida y la de otros misioneros corrieron peligro durante las revueltas políticas que azotaban a la China en ese tiempo. Y como si todo eso fuera poco, con frecuencia fue objeto de calumnias, ¡algunas de ellas provenientes de otros misioneros! En un momento, fue tanta la presión, que incluso llegó a considerar «la horrible tentación de quitarse la vida».

Entonces sucedió un hecho que cambió para siempre su vida. Taylor se encontraba en una estación misionera en Chin-kiang, durante el otoño de 1869, cuando leyó una carta de otro misionero, John McCarthy. En su mensaje, McCarthy le revelaba un «secreto»: «Dejar que mi amante Salvador cumpla en mí su voluntad. [...]. Permanecer en él, sin luchas ni afanes, puestos los ojos en Jesús, y confiando solo en él para que nos otorgue poder».*

Luego Taylor escribiría del gozo que invadió su corazón: «Mientras leí la carta, me di cuenta de todo. “Si somos infieles, él permanece fiel” (2 Tim. 2: 13). Entonces fijé mis ojos en Jesús, y cuando por fe lo vi [...], recordé lo que él dijo: “No te desampararé ni te dejaré”. En vano he luchado para permanecer en él, pero no lucharé más. ¿No ha prometido él que estará conmigo, que nunca me desamparará ni me dejará?».**

Los desafíos y dificultades no desaparecieron, pero James Hudson Taylor había encontrado una fuente de gozo que nadie le pudo arrebatar: la promesa de Uno que había dicho: «No te desampararé ni te dejaré».

Y tú, ¿estás «luchando para permanecer en Cristo? No luches más. ¿Lucha el hombre enamorado para ganar el amor de la mujer que ya lo ama? Por supuesto que no. Asimismo, no luches por tener a tu lado a quien te ha prometido estar contigo «todos los días, hasta el fin del mundo». Solo mantente en comunión con el cada día, dándole tu alabanza, y recibiendo de su gracia. Y cuando los problemas se presenten, recuerda que Jesús nunca te dejará ni te desamparará.

¿Cómo podría él dejarte después de todo cuanto sufrió para salvarte?

Padre celestial, hoy quiero recordar que nunca me dejarás, y que nada en este mundo me podrá separar de tu amor. ¡Absolutamente nada!

*Robert J. Morgan, Nelson Annual Preacher's Sourccbook, Thomas Nelson, 2005, p. 92.

**John Woodbridge, ed. Ambassadors for Christ, Moody Press, 1994, p. 161.

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