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viernes, 20 de mayo de 2022

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 viernes, 20 may. 2022 
 Mujeres ordinarias, fe extraordinaria 

 «Por la fe Moisés, recién nacido, fue escondido por sus padres durante tres meses, porque vieron que era un niño precioso, y no tuvieron miedo del edicto del rey». Hebreos 11:23, NVI 

  ¡SERÁ HEMBRA O SERÁ VARÓN? Esta es la pregunta que toda pareja se hace cuando saben que en la familia nacerá un bebé. ¡Y cuánto gozo inunda el corazón de los padres cuando hablan de la criatura que nacerá!

Pero no era este el caso de los padres de María y Aarón cuando supieron que un nuevo bebé estaba en camino. ¿Qué circunstancia podría empañar lo que debería haber sido una celebración familiar? Nada menos que un decreto de muerte que el faraón egipcio había dado: «¡Tiren al río a todos los niños hebreos que nazcan! A las niñas, déjenlas con vida» (Éxo. 1: 22, NVI).

Justo cuando la situación del pueblo de Israel en Egipto llegaba a su peor momento, Dios preparó la llegada de un libertador; pero el plan habría de llevarse a cabo por fe. Y esa fe la encontró Dios donde uno menos esperaría: un trío de mujeres.

Primero, fueron las parteras quienes se negaron a acatar la orden real de matar a los niños varones que nacieran. ¿Sus nombres? Sifra y Fúa (Exo. 1: 15). ¿Quién habla de ellas hoy? Nadie, pero esos nombres están en el registro sagrado como testimonio de todo lo que una mujer consagrada puede hacer cuando teme a Dios más que a las autoridades terrenales. Por la fe de ellas, nació el bebé Moisés, y «por haber las parteras temido a Dios, él prosperó sus familias» (vers. 20).

Pero no bastaba con que el niño naciera. Con el fin de prepararlo para la singular misión que le esperaba, Dios también necesitaba la fe de una madre. Esa madre fiel la encontró Dios en Jocabed. Durante tres meses, Jocabed escondió al niño, «pero no pudiendo ocultarlo más tiempo, tomó una canasta, la calafateo con asfalto y brea, colocó en ella al niño y la puso entre los juncos a la orilla del río» (Éxo. 2: 3).

¿Estamos hablando de fe? ¡Esto es fe! Con su acto de «desobediencia civil», esta mujer desafió a la nación más poderosa de todo el mundo antiguo; y todo porque no tuvo miedo al edicto del rey. ¡Al igual que las parteras!

¿Cuántas veces habrá escuchado el niño Moisés el relato de su milagroso nacimiento? No lo sabemos. Lo que sí sabemos es que de su madre, al igual que del ejemplo de Sifra y Fúa, Moisés aprendió que al confiar en Dios, nada ni nadie podrá amedrentarte en la vida: «Por la fe [Moisés] salió de Egipto sin tenerle miedo a la ira del rey» (Heb. 11:27, NVI).

Gracias, Dios, por las mujeres de fe que han pasado por este mundo. De ellas hemos aprendido que obedecerte a ti es nuestro mayor deber y nuestro supremo privilegio.

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