Nuestro maravilloso Dios
domingo, 22 may. 2022
Dios cuenta contigo
«Tengo compasión de la gente, porque ya hace tres días que están conmigo y no tienen qué comer; [...]. Entonces sus discípulos le dijeron: "¿De dónde sacaremos nosotros tantos panes en el desierto para saciar a una multitud tan grande?"». Mateo 15: 32-33
DURANTE TRES DÍAS LA MULTITUD en Decápolis había escuchado, arrobada, las palabras de Jesús. Durante tres días habían sido testigos de sus poderosas obras. «Bien lo ha hecho todo», era el testimonio que circulaba en la asombrada muchedumbre. «Hace a los sordos oír y a los mudos hablar». «Y glorificaban al Dios de Israel» (Mar. 7: 37; Mat. 15:31).
Pero, después de tres días, el alimento se había acabado. ¿De dónde saldría comida para alimentar a miles de almas? En medio de la emergencia, Jesús llamó a sus discípulos y les dijo: «Tengo compasión de la gente, porque [...] no tienen qué comer» (Mar. 8: 2).
Estas son las cosas que hace el Señor que despiertan a la vez asombro y admiración. Durante días Jesús ha estado sanando, enseñando y predicando, casi sin descanso. Y en medio de tanta actividad, ¿también está preocupado porque la gente no ha comido? No sé tú que piensas, pero un Dios al que le preocupa si hay o no alimento en mi mesa ¡ya se ganó mi corazón!
Y mientras él reacciona compasivamente, ¿cómo reaccionan los discípulos? Ellos preguntan: «¿De dónde sacaremos nosotros tantos panes en el desierto para saciar a una multitud tan grande?» (Mar. 8: 4). ¡Pero qué clase de pregunta es esa! En el mejor de los casos, revela muy mala memoria; y en el peor, incredulidad. ¿Tan rápido olvidaban que ya Jesús había alimentado a una multitud mayor con cinco panes y dos peces? Además, ¿quién había dicho que ellos debían conseguir el alimento para tanta gente?
El Señor no esperaba que los discípulos alimentaran a la multitud, pero sí que aprendieran que él puede hacer maravillas con lo poco que tenemos cuando, con fe, lo colocamos en sus manos. Por esta razón, les preguntó: «¿Cuántos panes tienen ustedes? Ellos le respondieron: “Siete, y unos cuantos pescaditos”» (vers. 34, RVC). Entonces, él tomando los siete panes y los pescados, «dio gracias, y los partió y dio a sus discípulos, y ellos a la multitud. Todos comieron hasta quedar satisfechos» (vers. 36-37, RVC).
Si ahora mismo estás pasando por pruebas severas, recuerda que el Señor ya sabe lo que estás viviendo y que, a su tiempo, te dará la salida. Pero recuerda, además, que tú también puedes ser un instrumento de bendición para otros que están en necesidad, si colocas en manos de Dios lo poco que tienes y crees que él lo puede multiplicar.
Gracias, Señor, porque suples todas mis necesidades. En este momento te entrego mis pocos talentos, consciente de que en tus manos lo poco se multiplica y hasta sobra. ¡Qué privilegio poder ser un instrumento para bendición de otros que también tienen necesidad!
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