Nuestro maravilloso Dios
lunes, 30 may. 2022
La fe es...
«Es, pues, la fe la certeza de lo que se espera, la convicción de lo que no se ve». Hebreos 11: 1
¿QUÉ ES LA FE? Aparte de la clásica definición de fe que encontramos en nuestro texto de hoy, siempre me ha llamado la atención esta otra de Philip Yancey: «Fe es paranoia a la inversa».*
¿Qué quiere decir Yancey? Él explica que la vida de la persona paranoica gira alrededor de sus temores. No importa cuánto te empeñes en tratar de calmar al paranoico, él interpretará todo lo que ocurre a su alrededor —incluyendo tus esfuerzos por ayudarlo—, como parte de una conspiración en su contra. La fe, en cambio, opera a la inversa, porque la vida de la persona fiel no gira alrededor de ella, sino de su confianza en Dios. No importa cuánto parezca prosperar el mal, cuán desesperanzadoras parezcan las circunstancias, la persona de fe seguirá creyendo que Dios está en control de todo cuanto suceda en el universo.
¿Está diciendo Yancey que la persona de fe es paranoica? No. Lo que está diciendo es que de la misma manera que los temores del paranoico «colorean» todo lo que sus sentidos perciben, así mismo la fe del cristiano lo capacita para interpretar todo lo que sucede a su alrededor desde la perspectiva de la confianza en un Dios soberano, y a la vez amante, que siempre caminará a su lado, aunque sus ojos no puedan verlo. Algo parecido a lo que movió al salmista a decir: «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno porque tú estarás conmigo» (Sal. 23: 4).
Lo que dice Yancey acerca de la fe, en su manera característica de decir las cosas, es básicamente lo mismo que en su momento expresó Elena G. White cuando escribió que fe «significa confiar en Dios, creer que nos ama y sabe mejor qué es lo que nos conviene» (La educación, cap. 30, p. 229).
¡Ahí está! Aunque a veces nos sucederán cosas que no lograremos entender, la fe nos moverá a confiar nuestra vida en las manos de un Dios que siempre procurará lo mejor para nosotros porque nos ama. Esta es la razón por la cual, en lugar de nuestra ignorancia, la fe nos inducirá a aceptar su sabiduría; «en vez de nuestra debilidad, su fuerza; en vez de nuestra pecaminosidad, su justicia» (Ibíd., énfasis añadido).
No sé qué pruebas o dificultades puedas estar enfrentando ahora mismo, pero esto sé: cualquiera sea el desafío, lo podrás enfrentar con la sabiduría de Dios, la fuerza de Dios, la justicia de Dios. ¡Te aseguro que no necesitas más!
Padre celestial, en medio de mis pruebas, ayúdame a creer que la mano que creó los cielos y la tierra es la misma mano que fue clavada en la cruz, por amor a mí.
*Philip Yancey, Finding God in Unexpected Places, Servant Publications, 1997, p. 208.
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