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sábado, 30 de abril de 2022

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 sábado, 30 abr. 2022 
 El tesoro 

 «Donde esté tu tesoro, allí estará también tu corazón». Mateo 6:21 

  EN UNA O DOS PALABRAS, ¿cuál es tu mayor tesoro? La pregunta es importante porque lo que uno más ama es su tesoro; y porque, como dijo Jesús en el Sermón del Monte, dondequiera que se encuentre ese tesoro, ahí estará también nuestro corazón.

 ¿En qué consiste «el tesoro»? El Comentario bíblico adventista lo expresa bien cuando afirma que «tesoro es todo aquello a lo cual se aferra una persona, independientemente de su valor intrinseco».* Dicho de otra manera, tu tesoro es todo aquello alrededor de lo cual ordenas tu vida.

 De nuevo, ¿cuál es tu mayor tesoro?

 Esta era la pregunta que Bob Buford no podía sacar de su mente. Él ya era un exitoso ejecutivo en el mundo de la televisión por cable, pero ahora estaba en una encrucijada: ¿Se conformaría con ser un empresario de éxito o se esforzaría por vivir una vida significativa? Para ayudarlo a aclarar sus objetivos, Bob contrató a Mike Kami, un especialista en planificación estratégica.

 Durante unas dos horas, Mike escuchó a Bob hablar de sus objetivos en la vida. Básicamente, destacaban dos: sus negocios y su deseo de servir a Cristo. Entonces Mike dibujó una caja. Explicó que en la vida de cada individuo hay un valor supremo, y que le toca a cada quien decidir qué valor colocar en la caja. Entonces Mike lo confrontó. Bob debía decidir cuál sería ese valor: o el dinero, o Cristo. Mientras no decidiera, Mike no podría ayudarlo a diseñar un plan estratégico para su vida, pues siempre estaría oscilando entre estos dos valores.

 Los minutos que siguieron parecieron horas, pero Bob tomó su decisión. -Si se trata de escoger entre uno o el otro, en mi caja colocaré a Cristo-dijo.

 Cuenta Bob que su decisión no significó el abandono de sus negocios. Lo que significó fue que ordenó su vida dando a Cristo el lugar supremo. ¿Cuál fue el resultado? Él dice que cuando dio al Señor Jesús el primer lugar, el poder y la gracia de Dios «rompieron las paredes de la caja» e invadieron cada espacio de su vida, dando como resultado algo así como una serie de contradicciones: cuando empezó a dar, recibió; en sus debilidades, llegó a ser fuerte; y al morir, nació a una nueva vida. **

 ¡Vaya pensamiento! Cuando haces de Cristo tu mayor tesoro, «su poder y su gracia invaden cada espacio de tu vida», y el resultado es que llegas a ser una nueva criatura: en otras palabras: «¡Lo viejo ha pasado, ha llegado ya lo nuevo!» (2 Cor. 5: 17, NVI).

 Amado Jesús, invade con tu poder cada espacio de mi vida. Rompe los viejos esquemas que me impiden entregarte mi voluntad y ocupa para siempre el lugar de honor en mi corazón.

 *Comentario bíblico adventista, t. 5, p. 340.

 ** Bob Buford, Halftime, Zondervan, 1994, pp. 65-66.

Lección 6: Para el 7 de mayo de 2022 LAS RAÍCES DE ABRAHAM

Lección 6: Para el 7 de mayo de 2022 LAS RAÍCES DE ABRAHAM Sábado 30 de abril LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 12; Isaías 48:20; 36:6, 9; Jeremías 2:18; Génesis 13; 14; Hebreos 7:1–10. PARA MEMORIZAR: “Por la fe Abraham, siendo llamado, obedeció para salir al lugar que había de recibir como herencia; y salió sin saber a dónde iba” (Heb. 11:8). Ahora hemos llegado al centro del libro de Génesis. Esta sección central (Gén. 12-22) cubrirá el viaje de Abraham, desde el primer llamado de Dios, lej lejá, “Vete” (Gén. 12:1), que lleva a Abraham a dejar su pasado, hasta el segundo llamado de Dios, lej lejá, “vete” (Gén. 22:2), que lleva a Abraham a dejar su futuro (representado en la existencia de su hijo). Como resultado, Abraham está siempre en movimiento, siempre migrando, razón por la que también se lo llama “extranjero” (Gén. 17:8, NTV). En su peregrinación, Abraham está suspendido en el vacío, sin su pasado, que ha perdido, y sin su futuro, que no ve. Entre estos dos llamados, que enmarcan el viaje de fe de Abraham, Abraham escucha la voz de Dios, que lo tranquiliza: “No temas” (Gén. 15:1). Estas dos palabras de Dios marcan las tres secciones del viaje de Abraham, que estudiaremos en las semanas 6, 7 y 8. Abraham ejemplifica la fe (Gén. 17:6) y en las Escrituras hebreas se lo recuerda como el hombre fiel (Neh. 9:7, 8). En el Nuevo Testamento, Abraham es una de las figuras veterotestamentarias más mencionadas, y esta semana comenzaremos a ver por qué.

viernes, 29 de abril de 2022

Viernes 29 de abril PARA ESTUDIAR Y MEDITAR

Viernes 29 de abril PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Lee Elena de White, Patriarcas y profetas, “La torre de Babel”, pp. 110-116. “Decidieron construir allí una ciudad, y en ella una torre de tan estupenda altura [...]. Estas empresas fueron ideadas para impedir que la gente se esparciera en colonias. Dios había mandado a los hombres que se diseminaran por toda la Tierra, que la poblaran y que se enseñoreasen de ella; pero estos constructores de Babel decidieron mantener su comunidad unida en un solo cuerpo, y fundar una monarquía que a su tiempo abarcara toda la Tierra. Así su ciudad se convertiría en la metrópoli de un imperio universal; su gloria demandaría la admiración y el homenaje del mundo, y haría célebres a sus fundadores. La magnífica torre, que debía alcanzar hasta los cielos, estaba destinada a ser algo así como un monumento del poder y la sabiduría de sus constructores, para perpetuar su fama hasta las últimas generaciones. “Los moradores de la llanura de Sinar no creyeron en el pacto de Dios que prometía no traer otro diluvio sobre la Tierra. Muchos de ellos negaban la existencia de Dios, y atribuían el Diluvio a la acción de causas naturales. Otros creían en un Ser supremo, destructor del mundo antediluviano; y su corazón, como el de Caín, se rebelaba contra él. Uno de sus fines, al construir la torre, fue el de conseguir su propia seguridad si ocurría otro diluvio. Creyeron que, construyendo la torre hasta una altura mucho más elevada que la que habían alcanzado las aguas del Diluvio, se hallarían fuera de toda posibilidad de peligro. Y, al poder ascender a la región de las nubes, esperaban descubrir la causa del Diluvio. Toda la empresa tenía por objeto exaltar aún más el orgullo de quienes la proyectaron, y apartar de Dios las mentes de las generaciones futuras y llevarlas a la idolatría” (PP 112, 113). PREGUNTAS PARA DIALOGAR: 1. ¿Qué ejemplo recordamos de la historia pasada, o incluso del presente, de las dificultades que pueden surgir con quienes buscan hacerse un nombre? 2. Como iglesia, ¿cómo podemos evitar el peligro de, incluso inconscientemente, buscar construir nuestra propia torre de Babel? ¿De qué forma podríamos estar buscando hacer esto, incluso inadvertidamente?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 viernes, 29 abr. 2022 
 ¿Por qué seguir huyendo? 

 «Feliz el hombre a quien sus culpas le han sido perdonadas por completo». Salmos 32: 1, DHH 

  NUESTRO TEXTO DE HOY NOS HABLA de dos de las realidades más antagónicas de la vida humana: el aguijón de la culpa y la dicha del perdón. Mientras David calló, se «envejecieron sus huesos» (Sal. 32: 3), ¡pero cuán grande fue el gozo de saber que su pecado había sido perdonado por completo!

Muy similar a la experiencia que vivió Gordon MacDonald cuando todavía era un niño. Cuenta él que un día accidentalmente tumbó al suelo una lámpara de cerámica muy especial para su mamá. Al caer, el astil de la lámpara no se partió, pero se agrietó. Como nadie se dio cuenta de lo ocurrido, Gordon rápidamente la recogió y la colocó de nuevo en su lugar, pero con el lado agrietado hacia la pared. «Nadie se dará cuenta», pensó.

Pero Gordon no podía tener paz. Apenas se despertaba en la mañana, corría para asegurarse de que la grieta de la lámpara permanecía oculta. ¡Y su corazón latía con fuerza cada vez que uno de sus padres se acercaba «al cuerpo del delito»! Un día, mientras su mamá desempolvaba los muebles, llegó «el juicio final».

-¿Fuiste tú quien hizo esto? —le preguntó a Gordon.

Dice Gordon MacDonald, quien hoy es autor de varios éxitos de librería, que la dichosa lámpara, ya reparada, durante muchos años siguió alumbrando a pesar de su aparatosa caída. Incluso, se tornó más fuerte precisamente en el lugar de la grieta. «La gracia de Dios - escribió—, es como el pegamento que usó mi madre. La parte que una vez estuvo rota llegó a ser más fuerte de lo que era antes de la caída».* Quizá lo mejor de todo-dice él— fue que ¡nunca más se habló del asunto!

¿No es esta una bella ilustración de la manera como nos perdona Dios? Es verdad, «las grietas» no desaparecen como por arte de magia; pero, como dijo alguien, ¡es a través de las grietas por donde entra la luz! Ellas nos recuerdan que una vez estuvimos en el suelo; pero también nos hablan de un maravilloso Dios que un día nos levantó del polvo, colocó nuestros pies sobre la Roca y puso en nuestros labios «un cántico nuevo» (Sal. 40:2-3).

Si todavía hay en tu vida algún pecado no confesado, recuerda que tu Padre celestial está anhelando perdonarte. Ahora mismo está con los brazos abiertos, en espera de su hijo pródigo. ¿Por qué seguir ocultando la culpa? ¿Por qué seguir huyendo?

Gracias, Padre celestial, porque la preciosa sangre de Cristo me limpia por completo. Que la dicha del perdón inunde mi corazón hoy y siempre.

*Gordon MacDonald, Rebuilding Your Broken World, 2003, Thomas Nelson, 2003, Introducción, p. XIX.

jueves, 28 de abril de 2022

Lección 5 | Jueves 28 de abril LA REDENCIÓN DEL EXILIO

Lección 5  | Jueves 28 de abril LA REDENCIÓN DEL EXILIO Lee Génesis 11:8 y 9; y 9:1; compara con Génesis 1:28. ¿Por qué es redentora la dispersión que provocó Dios? El propósito y la bendición de Dios para los seres humanos era: “multiplicaos, y llenad la tierra” (Gén. 9:1; comparar con Gén. 1:28). En contra del plan de Dios, los constructores de Babel prefirieron permanecer juntos como un solo pueblo. Una de las razones por las que dijeron que querían construir la ciudad era para que no fueran “esparcidos sobre la faz de toda la tierra” (Gén. 11:4). Se negaban a mudarse a otro lugar, tal vez porque creían que juntos serían más poderosos que estando separados y dispersos. Y, en cierto sentido, tenían razón. Lamentablemente, trataron de utilizar su poder unificado para el mal, no para el bien. “Hagámonos un nombre”, dijeron; un poderoso reflejo de arrogancia y orgullo. Por cierto, siempre que los seres humanos, en abierto desafío a Dios, quieran “hacerse un nombre”, seguramente no saldrá bien. Nunca resultó. Por ende, en un juicio contra su rebeldía total, Dios los esparció “sobre la faz de toda la tierra” (Gén. 11:9), exactamente lo que no querían que sucediera. Curiosamente, el nombre Babel, que significa “puerta de Dios”, tiene relación con el verbo balal, que significa “confundir” (Gén. 11:9). Debido a que querían llegar a la “puerta” de Dios, porque se consideraban Dios, terminaron confundidos y con mucho menos poder que antes. “Los hombres de Babel habían decidido establecer un gobierno independiente de Dios. Sin embargo, había algunos entre ellos que temían al Señor, pero que habían sido engañados por las pretensiones de los impíos y enredados por sus ardides. Por amor a estos, el Señor retardó sus juicios, y dio tiempo a los seres humanos para que revelasen su carácter verdadero. A medida que eso se cumplía, los hijos de Dios obraban por hacerles cambiar su propósito; pero aquellos estaban plenamente unidos en su atrevida empresa contra el Cielo. Si no se los hubiese reprimido, habrían desmoralizado al mundo cuando todavía era joven. Su confederación se fundó en la rebelión; era un reino que se establecía para el ensalzamiento propio, en el cual Dios no iba a tener soberanía ni honor” (PP 114, 115). ¿Por qué debemos tener mucho cuidado de no intentar “hacernos un nombre”?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 jueves, 28 abr. 2022 
 Cuando la vida se desmorona 

 «Me ha dicho: "Bástate mi gracia, porque mi poder se perfecciona en la debilidad”». 2 Corintios 12:9 

  ¿CÓMO DEBEMOS ORAR cuando la vida se desmorona? Esta pregunta se la hizo Warren W. Wiersbe cuando una amiga estaba atravesando por una prueba difícil. La señora se había tenido que retirar de su trabajo por enfermedad, y a su esposo se le había diagnosticado una enfermedad incurable. Entonces Wiersbe se acercó a ella para darle ánimo.

-Quiero que sepas que estamos orando por ti _-le dijo. —Gracias —respondió ella—, pero ¿qué le estás pidiendo a Dios en oración?

La pregunta tomó por sorpresa a Wiersbe. Nadie le había hecho tal pregunta. Como pudo, se repuso y dijo que le estaba pidiendo a Dios que le diera fortaleza en medio de su prueba.

Entonces vino la segunda sorpresa.

—Por favor, pídele a Dios que me ayude para que yo no desperdicie todo este sufrimiento.

¿«Para que no desperdicie todo este sufrimiento»? Por primera vez en su ministerio escribió luego Wiersbe, le asaltó la idea de que nuestros momentos de dolor puedan de alguna manera enriquecernos. *

La verdad sea dicha: es muy difícil ver algún provecho en los sufrimientos, ¡especialmente cuando somos nosotros los que estamos sufriendo! Sin embargo, esto es precisamente lo que el apóstol Pablo nos está diciendo cuando escribe: «De buena gana me gloriaré más bien en mis debilidades» (2 Cor. 12: 9). ¿Por qué lo dice? Porque es justamente «en insultos, en necesidades, en persecuciones, en angustias» cuando en mayor medida reposa sobre los hijos de Dios el poder de Cristo (vers. 10). Todo lo cual, a su vez, armoniza con el tenor general de las Escrituras en el sentido de que Dios no nos ha prometido una vida libre de angustias, sino más bien que él estará con nosotros, en la angustia. «Me invocará y yo le responderé-escribió el salmista-; con él estaré yo en la angustia; lo libraré y lo glorificaré» (Sal. 91: 15).

¿Está el dolor tocando a tu puerta? Según Wiersbe, hay a tu disposición tres opciones. Una, puedes intentar escapar de él. Esta es la actitud del que ve en el dolor un enemigo del que hay que huir a toda costa. Otra, puedes intentar soportarlo; es decir, aguantar hasta que pase. La tercera, pedirle a Dios que te ayude a «no desperdiciar todo ese sufrimiento». De esta manera, tu vida se enriquecerá con las lecciones que solo se pueden aprender en el horno de la aflicción y reposará sobre ti el poder de Cristo.

Gracias, Padre, por las lecciones que he aprendido en mis pruebas; y por la promesa de que tu poder se perfecciona en mi debilidad. Por sobre todo, gracias porque has prometido estar conmigo en medio de mis angustias.

*Warren W. Wiersbe, When Life Falls Apart, Fleming H. Revell, 1984, pp. 101-102.

miércoles, 27 de abril de 2022

Miércoles 27 de abril “DESCENDAMOS

Miércoles 27 de abril “DESCENDAMOS” Lee Génesis 11:5 al 7; y Salmo 139:7 al 12. ¿Por qué Dios descendió a la Tierra? ¿Cuál fue el hecho que motivó esta reacción divina? Irónicamente, aunque los hombres estaban “subiendo”, Dios tuvo que bajar hasta ellos. El descenso de Dios es una confirmación de su supremacía. Dios siempre estará más allá de nuestro alcance humano. Cualquier esfuerzo humano por subir hasta él y encontrarnos con él en el cielo es inútil y ridículo, no cabe ni la menor duda. Por eso, para salvarnos, Jesús descendió hasta nosotros; de hecho, no había otra manera en que él nos salvara. Una gran ironía en el relato de la torre de Babel se ve en la declaración de Dios: “Ver la ciudad y la torre” (Gén. 11:5). Dios no tenía que bajar para ver (Sal. 139:7-12; comparar con Sal. 2:4), pero lo hizo de todos modos. El concepto enfatiza el interés de Dios en la humanidad. Lee Lucas 1:26 al 33. ¿Qué nos enseña esto acerca de que Dios haya descendido hasta nosotros? El hecho de que Dios haya descendido también nos recuerda el principio de la justificación por la fe y el proceso de la gracia de Dios. Cualquiera que sea el trabajo que realicemos para Dios, él todavía tendrá que bajar para reunirse con nosotros. No es lo que hacemos por Dios lo que nos llevará a él y a la redención, es la iniciativa de acercamiento de Dios lo que nos salvará. De hecho, dos veces el texto de Génesis habla de que Dios “descendió”, lo que sugiere cuánto le importaba lo que estaba sucediendo allí. Según el pasaje, el Señor quería poner fin a esa unidad profundamente arraigada, que, por ser seres caídos, solo podría conducir a una maldad cada vez mayor. Por eso decidió confundir su lengua, lo que pondría fin a su estrategia de unificación. “Los planes de los constructores de la torre de Babel terminaron en vergüenza y derrota. El monumento de su orgullo llegó a ser el memorial de su locura. Pero los hombres siguen hoy el mismo sendero: dependen de sí mismos y rechazan la Ley de Dios. Es el principio que Satanás trató de practicar en el cielo, el mismo que siguió Caín al presentar su ofrenda” (PP 115). En el relato de la torre de Babel, ¿cómo vemos otro ejemplo de arrogancia humana, que en última instancia fracasará? ¿Qué lecciones personales podemos extraer de esta historia?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 miércoles, 27 abr. 2022 
 ¿Dónde te ha colocado Dios? 

 «Ahora conozco que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel». 2 Reyes 5: 15 

  ERA JOVEN, SIN EXPERIENCIA, y esclava en tierra extraña. De ella ni siquiera sabemos su nombre; pero en lugar de permitir que la adversidad amargara su espíritu, esta muchacha se elevó por encima de sus circunstancias, y por su fe puso en marcha una cadena de acontecimientos que al final sirvió para glorificar el nombre de Dios, ¿De quién estamos hablando?

Estamos hablando de la joven israelita que servía como esclava en la casa de Naamán, el general de los ejércitos de Siria. Esta joven había sido capturada por una banda de merodeadores, y luego había sido llevada a Siria, donde se convirtió en propiedad de la familia de Naamán. En tales circunstancias, ¿qué podía ella esperar de la vida? No mucho, ¿cierto? Pero es que hay personas que, en lugar de preguntar qué pueden esperar de la vida, prefieren preguntar qué espera la vida de ellas.

Lejos de su hogar, y con todo en su contra, esta muchacha no dejó pasar la oportunidad de testificar del verdadero Dios. Cuando supo que su amo, Naamán, tenía lepra, le comentó a la esposa: «Ojalá el amo fuera a ver al profeta que hay en Samaria, porque él lo sanaría de su lepra”» (2 Rey. 5: 3, NVI).

¡Qué nobleza de carácter! En lugar de desear mal a su amo, del cual era sierva, esta joven se preocupó por su bienestar. Y en lugar de renegar de su fe, por ser esclava en tierra extraña, mantuvo firme su lealtad al Dios de Israel y a su profeta. El resultado de su corto, pero efectivo testimonio, hizo que nuevamente brillara la luz de la esperanza en el corazón de Naamán.

Tan sorprendente como lo anterior es que Naamán aceptara la sugerencia de la joven, en el sentido de acudir a Eliseo, el profeta de Dios en Samaria. El resto de la historia es familiar: no de muy buena gana, Naamán «se zambulló siete veces en el Jordán, conforme a la palabra del varón de Dios, y su carne se volvió como la carne de un niño, y quedó limpio» (vers. 14).

¿Qué impresión causó en Naamán el milagro que le devolvió la salud? Nuestro versículo para hoy nos responde: «Ahora conozco -dijo Naamán a Eliseo- que no hay Dios en toda la tierra, sino en Israel» (vers. 15).

¿Alguna lección para nosotros? ¡Ciertamente! No importa dónde nos encontremos, o cuán adversas parezcan nuestras circunstancias, siempre hay algo que podamos hacer para ayudar a alguien en necesidad; y, sobre todo, para glorificar el nombre del Señor Jesucristo.

¿Dónde te ha colocado Dios? ¿Y qué estás haciendo para darlo a conocer ante quienes te rodean?

Padre celestial, hoy quiero aprovechar las oportunidades que este día me proporcione para glorificar tu santo nombre doquiera me encuentre. Quiero que otros sepan que, además de poderoso, eres un Dios infinitamente amante y misericordioso.

martes, 26 de abril de 2022

Lección 5 | Martes 26 de abril UNA SOLA LENGUA

Lección 5  | Martes 26 de abril UNA SOLA LENGUA Lee Génesis 11:1 al 4. ¿Por qué la gente de “toda la tierra” estaba tan ansiosa por lograr la unidad? La frase “toda la tierra” se refiere a una pequeña cantidad de personas, las que vivían después del Diluvio. La razón de esta reunión se indica claramente: quieren construir una torre para llegar al cielo (Gén. 11:4). De hecho, su verdadera intención es ocupar el lugar de Dios mismo, el Creador. Es de notar que la descripción de las intenciones y las acciones de la gente imita las intenciones y las acciones de Dios en el relato de la Creación: “dijeron” (Gén. 11:3, 4; comparar con Gén. 1:6, 9, 14, etc.); “hagamos” (Gén. 11:3, 4; comparar con Gén. 1:26). Su intención se declara explícitamente: “Hagámonos un nombre” (Gén. 11:4), una expresión que utiliza Dios exclusivamente (Isa. 63:12, 14). En síntesis, los constructores de la torre de Babel albergaban la ambición equivocada de reemplazar a Dios, el Creador. (Sabemos quién inspiró eso, ¿verdad? Ver Isa. 14:14.) El recuerdo del Diluvio seguramente debió de haber desempeñado una función en ese proyecto. Construyeron una torre alta para sobrevivir a otra inundación; si venía otra, a pesar de la promesa de Dios en sentido contrario. El recuerdo del Diluvio se ha conservado en la tradición babilónica, aunque distorsionada, en relación con la construcción de la ciudad de Babel (Babilonia). Por cierto, este esfuerzo ascendente por alcanzar el cielo y usurpar a Dios caracterizará el espíritu de Babilonia. Por eso, la historia de la torre de Babel también es una temática tan importante en el libro de Daniel. La referencia a Sinar, que introduce la historia de la torre de Babel (Gén. 11:2), reaparece al comienzo del libro de Daniel, para designar el lugar donde Nabucodonosor ha llevado los utensilios del Templo de Jerusalén (Dan. 1:2). Entre muchos otros pasajes del libro, el episodio de Nabucodonosor al erigir la estatua de oro, probablemente en el mismo lugar, en la misma “llanura”, es el más ilustrativo de esta tesitura. En sus visiones del tiempo del fin, Daniel ve la misma coyuntura cuando las naciones de la Tierra se reúnen para lograr la unidad contra Dios (Dan. 2:43; 11:43–45; comparar con Apoc. 16:15, 16); aunque este intento fracasa, al igual que el de Babel. Un famoso escritor francés secular del siglo pasado dijo que el gran propósito de la humanidad era tratar de “ser Dios”. ¿Por qué nos sentimos atraídos por esta peligrosa mentira, ya desde Eva en el Edén (Gén. 3:5)?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 martes, 26 abr. 2022 
 Algo mejor 

 «Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre». Hebreos 6:10 

  ¿HAY EN TU VIDA ALGÚN MAL HÁBITO que te ha costado superar? ¿Algún pecado acariciado? Si tu respuesta a cualquiera de estas preguntas es afirmativa, quizá te pueda ayudar la experiencia de Benjamín, de la cual escriben Mark Finley y Steven Mosley.*

Benjamín había viajado por toda Europa en busca de curas para enfermedades que solo existían en su mente, pero sin resultado alguno. El caso es que en una de sus tantas consultas se topó con un médico cristiano, el Dr. Paul Tournier, quien percibió que los problemas de salud de Benjamín no eran de naturaleza física sino espiritual. Por supuesto, el doctor no se lo dijo. En cambio, le pidió que le hablara de su vida.

Entre otras cosas, Benjamín le contó que cuando su hijo era todavía muy pequeño, su madre lo llevó a visitar a sus abuelos en el extranjero. Cuando llegó el tiempo de regresar, Benjamín le pidió a su esposa que ella regresara sola y que dejara al niño con sus abuelos. Ella así lo hizo, pero la idea no pudo ser peor porque el niño enfermo y al poco tiempo murió. Esa tragedia, en opinión del Dr. Tournier, marcó el comienzo de los problemas de salud de Benjamín. Ahora, ¿qué podía él decirle a este pobre hombre que lo colocara en la ruta a la sanidad?

Sin rodeos, le dijo que ante él se extendían dos caminos. Uno, el que hasta ahora había seguido y que lo había mantenido de clínica en clínica. El otro, el que el Señor Jesucristo lo invitaba a transitar. Un camino que nunca transitaría solo, pues Jesús siempre lo acompañaría.

-Quiero elegir la ruta del Señor Jesucristo -dijo Benjamín—, pero necesitaré ayuda.

Fue así como Benjamín comenzó a estudiar la Palabra y a orar. A medida que lo hacía, hablaba cada vez menos de sus problemas de salud. Llegó el día en que decidió realizar «algunas obras de amor», comenzando con su propia esposa: le pidió perdón por haberla herido, le habló del amor de Dios y le propuso que reanudaran su relación.

Según escriben Finley y Mosley, Benjamín «llegó a convertirse en un adulto saludable». ¿Cuál había sido la clave de su transformación? Su decisión de realizar «algunas obras de amor» lo colocó en la ruta de la victoria; la ruta en la que vencemos con el bien el mal; en la que reemplazamos la vieja vida, los viejos hábitos, por una vida nueva. Este es un buen día para reemplazar lo peor con lo mejor; una nueva vida en la que Jesús es el centro y en la que realizamos «algunas obras de amor» para la gloria de su nombre.

Padre celestial, ¿qué obras de amor podría yo realizar hoy, que glorifiquen tu nombre? 

*Mark Finley y Steven Mosley. Una religión eficaz, APIA, 1998, pp. 45-59

lunes, 25 de abril de 2022

Lunes 25 de abril LA GENEALOGÍA DEL GÉNESIS

Lunes 25 de abril LA GENEALOGÍA DEL GÉNESIS La información cronológica sobre la edad de Noé nos hace notar que el patriarca sirve de nexo entre las civilizaciones antediluvianas y las posdiluvianas. Los dos últimos versículos de la historia anterior (Gén. 9:28, 29) nos remontan al último eslabón de la genealogía de Adán (Gén. 5:32). Debido a que Adán murió cuando Lamec, el padre de Noé, tenía 56 años, seguramente Noé escuchó historias acerca de Adán, que quizá transmitió a sus descendientes antes y después del Diluvio. Lee Génesis 10. ¿Cuál es el propósito de esta genealogía en la Biblia? (Ver además Luc. 3:23–38.) La genealogía bíblica tiene tres funciones. En primer lugar, enfatiza la naturaleza histórica de los acontecimientos bíblicos, que se asocian con personas reales que vivieron y murieron y cuyos días están contados con precisión. En segundo lugar, demuestra la continuidad desde la antigüedad hasta la época contemporánea del autor, estableciendo un vínculo claro entre el pasado y el “presente”. En tercer lugar, nos recuerda la fragilidad humana, y el trágico efecto de la maldición del pecado y sus mortíferos resultados sobre todas las generaciones subsiguientes. Fíjate que la clasificación de “camitas”, “semitas” y “jaféticos” no sigue un criterio claro. Las setenta naciones prefiguran a los setenta miembros de la familia de Jacob (Gén. 46:27) y a los setenta ancianos de Israel en el desierto (Éxo. 24:9). La idea de una correspondencia entre las setenta naciones y los setenta ancianos sugiere la misión de Israel hacia las naciones: “Cuando el Altísimo hizo heredar a las naciones, cuando hizo dividir a los hijos de los hombres, estableció los límites de los pueblos según el número de los hijos de Israel” (Deut. 32:8). En este mismo sentido, Jesús envía a setenta discípulos a evangelizar a las naciones (Luc. 10:1). Lo que esta información nos muestra es el vínculo directo entre Adán y los patriarcas; todos son personajes históricos, personas reales desde Adán en adelante. Esto también nos ayuda a comprender que los patriarcas tuvieron acceso directo como testigos y que tenían recuerdos personales de estos acontecimientos antiguos. Lee Mateo 1:1 al 17. ¿Qué nos enseña este pasaje acerca de la historicidad de toda esta gente? ¿Por qué es importante para nuestra fe saber y creer que fueron personas reales?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 lunes, 25 abr. 2022 
 ¿Cuál? 

 «Den siempre gracias por todo al Dios y Padre, en el nombre de nuestro Señor Jesucristo». Efesios 5: 20, RVC 

  FRANK W. BOREHAM regresaba de sus vacaciones cuando se puso a pensar en todo lo bueno que había ocurrido durante esos días. Para su sorpresa, su recuerdo más preciado no era el de una actividad especial que había realizado, sino el de un relato que alguien le había contado acerca de un borracho de nombre John.

John había sido borracho durante toda su vida. Su vicio, como suele suceder, había traído desgracia a su vida y a la de María, su esposa. Pero ese cuadro cambió radicalmente cuando John asistió a la iglesia y, con el tiempo, entregó su vida a Cristo.

Un día, mientras hablaba con un amigo, John mencionó lo que él consideraba una bendición muy especial de su nueva vida.

-Todo el día -dijo John- he dado gracias a Dios por esa bendita palabra «cuál».

--¿Qué quieres decir? --preguntó el asombrado amigo.

John le contó entonces a su amigo que, entre todo lo bueno que había sucedido después de su conversión, se contaba el hecho de que ahora tenía más dinero para cubrir las necesidades de la familia. Por ejemplo, él, que siempre había tenido solo un traje, ahora tenía dos.

-Anoche -dijo John a su amigo— María estaba arriba cuando yo le pedí que por favor me bajara el traje que me iba a poner. Desde arriba, María me preguntó: «¿Cuál?». Y yo me sentí tan bien al oír esa bendita palabra.

Cuando María preguntó «¿cuál?», lo que quería decir era: «¿El traje negro o el gris?». Y a John ese solo hecho le produjo una enorme satisfacción porque, entre todas las bendiciones de su conversión, ahora podía escoger qué ropa se podía poner.*

¡Qué interesante! John agradece a Dios porque ahora tiene dos trajes. Y Frank Boreham-quien nos cuenta el relato-- regresa a casa más consciente de una bendición por la cual no ha estado lo suficientemente agradecido: el privilegio de poder escoger.

Si algo nos enseña la historia de John y sus dos trajes, es que, gracias a Dios, nada nos falta y en algunos casos, más bien nos sobra. No sé tú qué piensas, pero creo que aquí hay una buena razón para dar gracias a Dios. *

¿Cuál vestido te pondrás hoy? ¿El azul, el verde, el rojo...? ¿Cuál traje? ¿Cuál par de zapatos? ¿Cuál alimento pondrás en tu mesa? ¡Oh, Dios, qué bueno es poder escoger!

Gracias, bondadoso Padre celestial, porque nada me falta; y por Jesucristo, mi bendito Salvador. Es gracias a él que puedo disfrutar de toda esta bondad.

* Frank W. Boreham, Mountains in the Mist, Kregel, 1995, pp. 99-101.

domingo, 24 de abril de 2022

Lección 5 | Domingo 24 de abril LA MALDICIÓN DE CAM

Lección 5  | Domingo 24 de abril LA MALDICIÓN DE CAM Lee Génesis 9:18 al 27. ¿Cuál es el mensaje de esta extraña historia? El acto de Noé en su viñedo nos recuerda a Adán en el Jardín del Edén. Las dos historias contienen temáticas en común: comer del fruto y terminar desnudos; luego algo para cubrirse, una maldición y una bendición. Noé se vuelve a conectar con sus raíces adámicas y, lamentablemente, reanuda esa historia fallida. La fermentación de la fruta no era parte de la Creación original de Dios. Noé se dio a la bebida, luego perdió el dominio propio y se desnudó. El hecho de que Cam “vio” su desnudez hace alusión a Eva, quien también “vio” el árbol prohibido (Gén. 3:6). Este paralelismo sugiere que Cam no solo “vio” furtivamente, por accidente, la desnudez de su padre. Salió por ahí a contarlo, sin siquiera intentar atender el problema de su padre. En contraste, la reacción inmediata de sus hermanos de cubrir a su padre, mientras que Cam lo dejó desnudo, denunció implícitamente las acciones de Cam. La cuestión en juego aquí tiene más que ver con el respeto a los padres. Deshonrar a los padres, que representan su pasado, afectará su futuro (Éxo. 20:12; comparar con Efe. 6:2). De allí la maldición, que influirá en el futuro de Cam y en el de su hijo Canaán. Por supuesto, es un grave error teológico y una ofensa ética utilizar este pasaje para justificar teorías racistas contra cualquiera. La profecía se restringe estrictamente a Canaán, el hijo de Cam. El autor bíblico tiene en mente algunas de las prácticas corruptas de los cananeos (Gén. 19:5-7, 31-35). Además, la maldición contiene una promesa de bendición, en un juego de palabras con el nombre “Canaán”, que deriva del verbo kaná‘, que significa “someter”. Es mediante el sometimiento de Canaán que el pueblo de Dios, los descendientes de Sem, entrará en la Tierra Prometida y preparará el camino para la venida del Mesías, quien engrandecerá a Jafet “en las tiendas de Sem” (Gén. 9:27). Esta es una alusión profética a la expansión del pacto de Dios hacia todas las naciones que aceptarán el mensaje de salvación de Israel para el mundo (Dan. 9:27; Isa. 66:18-20; Rom. 11:25). De hecho, la maldición de Cam será una bendición para todas las naciones, incluyendo a los descendientes de Cam y Canaán que acepten la salvación que les ofrece el Señor. Noé, el “héroe” del Diluvio, ¿ebrio? ¿Qué debería decirnos esto acerca de cuán imperfectos somos todos y por qué necesitamos la gracia de Dios en cada momento de nuestra vida?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 domingo, 24 abr. 2022 
 «Mis hermanos» 

 «Jesús le dijo: "No me toques, porque aún no he subido a donde está mi Padre; pero ve a donde están mis hermanos, y diles de mi parte que subo a mi Padre y Padre de ustedes, a mi Dios y Dios de ustedes"». Juan 20: 17, RVC 

  POR MUCHO TIEMPO me hice la pregunta de por qué el Señor Jesús no se apareció ni siquiera a uno de los que participaron más activamente en su juicio y crucifixión; por ejemplo, Anás, Caifás y los sacerdotes. ¿No habría sido esa la mayor evidencia de que él era todo lo que dijo ser? El Hijo de Dios, el Mesías, el Redentor del mundo.

No se apareció a esos líderes religiosos porque ellos, sencillamente, ya habían decidido no creer. Si los poderosos milagros que el Señor realizó ante sus ojos -incluyendo el de la resurrección de Lázaro-, no lograron convencerlos de su divinidad, ¿qué otra cosa podría? Bien lo dijo el Señor: «Si no oyen a Moisés y a los Profetas, tampoco se persuadirán, aunque alguno se levante de los muertos» (Lucas 16:31).

En cambio, el Jesús resucitado sí se apareció a los creyentes, ¡aunque ninguno de ellos esperaba la resurrección! ¿No es eso interesante? Sí que lo es, y más interesante aún es saber que, por ejemplo, se apareció a María Magdalena. ¿No fue esta la mujer de la cual el Señor expulsó siete demonios? A Pedro. ¿No fue él quien cobardemente lo negó? A Tomás. ¿No fue Tomás quien dudaba de que Jesús hubiera resucitado?

¡Definitivamente, las cosas que Dios hace a veces asombran!

Y hablando de cosas que asombran, hay una que, además de asombrarnos, también toca nuestro corazón: el momento cuando el Salvador resucitado le dice a María Magdalena: «Ve a donde están mis hermanos, y diles de mi parte que subo a mi Padre y Padre de ustedes, a mi Dios y Dios de ustedes».

¿Dijo: «Mis hermanos»? ¿Por qué «hermanos»? Porque «de tal manera amo Dios al mundo», que dio a su Hijo unigénito, no solo para que muriera por nosotros, sino también «para que llegara a ser miembro de la familia humana, y retuviera para siempre su naturaleza humana» (El Deseado de todas las gentes, cap. 1, p. 17). ¡Con razón el profeta dijo: «¡Un niño nos es nacido, hijo nos ha sido dado»!

¿Puede haber una mejor noticia que esta? ¡Cristo es y siempre será nuestro Salvador y Hermano!

«En Cristo, la familia de la tierra y la familia del cielo están ligadas. Cristo glorificado es nuestro hermano. El cielo está incorporado en la humanidad, y la humanidad, envuelta en el seno del Amor Infinito» (El Deseado de todas las gentes, cap. 1, p. 17).

¡Oh, Dios, las cosas que tú haces! Satanás quiso separarnos de tu amor para siempre, pero ahora resulta que estamos más unidos a ti que si nunca hubiéramos pecado; y todo gracias a Cristo, nuestro Salvador ¡y nuestro Hermano!

sábado, 23 de abril de 2022

Lección 5: Para el 30 de abril de 2022 TODAS LAS NACIONES Y BABEL

Lección 5: Para el 30 de abril de 2022 TODAS LAS NACIONES Y BABEL Sábado 23 de abril LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 9:18–11:9; Lucas 10:1; Mateo 1:1–17; Lucas 1:26–33; Salmo 139:7–12; Génesis 1:28; 9:1. PARA MEMORIZAR: “Por esto fue llamado el nombre de ella Babel, porque allí confundió Jehová el lenguaje de toda la tierra, y desde allí los esparció sobre la faz de toda la tierra” (Gén. 11:9). Después del Diluvio, cambia el enfoque del relato bíblico: del personaje único, Noé, a sus tres hijos, “Sem, Cam y Jafet”. La atención especial puesta en Cam, el padre de Canaán (Gén. 10:6, 15), introduce la idea de “Canaán”, la Tierra Prometida (Gén. 12:5), un anticipo de Abraham, cuya bendición llegaría a todas las naciones (Gén. 12:3). Sin embargo, la torre de Babel rompe el linaje (Gén. 11:1-9). Una vez más, los planes de Dios para la humanidad se ven interrumpidos. Las naciones se unen para tratar de ocupar el lugar de Dios; Dios responde con juicio sobre ellas; y, mediante la confusión resultante, la gente se esparce por todo el mundo (Gén. 11:8), y cumple así el plan original de Dios de “llena[r] la tierra” (Gén. 9:1). Finalmente, a pesar de la maldad humana, Dios transforma el mal en bien; como siempre, él tiene la última palabra. La maldición de Cam en la tienda de su padre (Gén. 9:21, 22) y la maldición de las naciones confundidas en la torre de Babel (Gén. 11:9) con el tiempo se convertirán en una bendición para las naciones.

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 sábado, 23 abr. 2022 
 Primero la cruz, luego la corona 

 «Nosotros teníamos la esperanza de que él habría de redimir a Israel. Sin embargo, ya van tres días de que todo esto pasó». Lucas 24: 21, RVC 

  «TENÍAMOS LA ESPERANZA de que él habría de redimir a Israel». Eso dijeron los dos discípulos que regresaban a Emaús después de haber presenciado la crucifixión de Jesús en Jerusalén. ¿Dónde estaban estos discípulos cuando Jesús predijo «que le era necesario ir a Jerusalén y padecer mucho a manos de los ancianos, de los principales sacerdotes y de los escribas, y ser muerto, y resucitar al tercer día»? (Mat. 16:21). ¿Cómo podían olvidar sus palabras?

Al igual que los demás discípulos, ellos esperaban que Jesús redimiera a Israel, pero ahora su fe estaba siendo severamente probada. Tristes, «sin esperanza ni fe, caminaban en la sombra de la cruz» (El Deseado de todas las gentes, cap. 83, p. 753). ¿Por qué seguían «en la sombra de la cruz» siendo que ya había llegado la mañana de la resurrección? Ya habían escuchado del sepulcro vacío (Luc. 24: 2224) y que ángeles celestiales habían anunciado su resurrección (vers. 23). ¡Y todavía no creían!

«Entonces él les dijo: “¡Insensatos y tardos de corazón para creer todo lo que los profetas han dicho! ¿No era necesario que el Cristo padeciera estas cosas y que entrara en su gloria?” Y comenzando desde Moisés y siguiendo por todos los profetas, les declaraba en todas las Escrituras lo que de él decían» (vers. 25-27).

¿Nos damos cuenta de lo que hizo el Señor para devolver a los dos discípulos el gozo que habían perdido? ¡Apeló al testimonio de las Escrituras! En lugar de decirles: «Aquí estoy; he resucitado»; les dice: «Todo se ha cumplido, tal como lo anunciaron los profetas». Más tarde se les revelaría, pero en ese momento «era necesario que comprendiesen el testimonio que le daban los símbolos y profecías del Antiguo Testamento. Su fe debía establecerse sobre estas» (ibid., cap. 83, p. 755). En otras palabras, lo que ellos habían considerado como el fin de sus esperanzas, era en realidad la razón más poderosa para creer, porque las profecías indicaban que el Mesías primero debía padecer antes de ser glorificado.

¡Qué lección tan preciosa! Cuando sintamos que el mundo colapsa a nuestro alrededor y que nuestra fe en Dios se derrumba bajo el peso de las pruebas, recordemos que Jesús camina a nuestro lado. Por sobre todo, recordemos «lo que anunciaron los profetas»: que después del sufrimiento viene la gloria; después de la cruz, la corona.

Gracias, Padre, porque tenemos «la palabra profética más segura». Que su luz nos ilumine hoy y siempre, hasta que «el lucero de la mañana salga en nuestros corazones» (1 Ped. 1: 19).

viernes, 22 de abril de 2022

Lección 4 | Viernes 22 de abril PARA ESTUDIAR Y MEDITAR

Lección 4  | Viernes 22 de abril PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: Es muy esclarecedor comparar la mentalidad y el comportamiento de la gente y el estado del mundo antes del Diluvio, por un lado, con los de nuestros días, por el otro. Sin duda, la maldad humana no es un fenómeno nuevo. Observa los paralelismos entre aquella época y la nuestra. “Los pecados que acarrearon la venganza sobre el mundo antediluviano existen hoy. El temor de Dios ha desaparecido del corazón de los hombres, y su Ley se trata con indiferencia y desdén. La intensa mundanalidad de aquella generación es igualada por la de la presente. [...] Dios no condenó a los antediluvianos por comer y beber [...]. Su pecado consistió en que tomaron estas dádivas sin ninguna gratitud hacia el Dador, y se rebajaron entregándose desenfrenadamente a la glotonería. Era lícito que se casaran. El matrimonio formaba parte del plan de Dios; fue una de las primeras instituciones que él estableció. Dio instrucciones especiales tocantes a esa institución, revistiéndola de santidad y belleza; pero estas instrucciones fueron olvidadas, y el matrimonio fue pervertido y puesto al servicio de las pasiones humanas. “Condiciones semejantes prevalecen hoy día. Lo que es lícito en sí es llevado al exceso. [...] El fraude, el soborno y el robo se cometen libremente entre humildes y encumbrados. La prensa abunda en crónicas de asesinatos [...]. El espíritu de anarquía está penetrando en todas las naciones, y los disturbios, que de vez en cuando excitan el horror del mundo, no son sino señales de los reprimidos fuegos de las pasiones y de la maldad que, una vez que escapen al dominio de las leyes, llenarán el mundo de miseria y desolación. El cuadro del mundo antediluviano que pintó la Inspiración representa con fiel veracidad la condición a la cual la sociedad moderna está llegando rápidamente. Ahora mismo, en el presente siglo, y en países que se llaman cristianos, se cometen diariamente crímenes tan negros y atroces como aquellos por los cuales fueron destruidos los pecadores del antiguo mundo” (PP 90, 91). PREGUNTAS PARA DIALOGAR: 1. ¿Cuáles son las características comunes de la sociedad antediluviana y la nuestra? ¿Qué nos enseñan estas características comunes acerca de la gracia de Dios: que a pesar de todo esto, él ama al mundo y, todavía, busca salvar a quien pueda? 2. Algunos argumentan que el diluvio de Noé fue solo un acontecimiento local. ¿Qué tiene de malo esa idea? Si esto fuera cierto, ¿por qué cada inundación local (y cada arco iris) convertiría a Dios en un mentiroso?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 viernes, 22 abr. 2022 
 Un tesoro en vasijas de barro 

 «Tenemos este tesoro en vasos de barro, para que la excelencia del poder sea de Dios y no de nosotros». 2 Corintios 4:7 

  TODO LO QUE WAYNE necesitaba para ilustrar su sermón era una vasija de barro con una rajadura bien visible. Con este objetivo en mente, recorrió varios viveros, sin éxito alguno, hasta que por fin encontró lo que deseaba. Era un tiesto viejo y sucio que, por lo visto, tenía mucho tiempo arrinconado en ese lugar, y con una fisura bien visible.

-¿Cuánto cuesta? —preguntó Wayne a la empleada de la tienda.

-¡No se preocupe! le respondió-. Se lo puede llevar gratis.

-En su camino a la caja registradora Wayne vio el precio en la etiqueta: $ 11.95.

—¿Sabe qué?-dijo Wayne-. Me gustaría pagar por él.

—No tiene que pagar nada por ese viejo tiesto.

-¡Pero de verdad quiero pagar por él! -insistió Wayne.

-¡Está bien! Lléveselo por dos dólares.

Aunque Wayne insistió en pagar el precio que marcaba la etiqueta, la empleada no discutió más. Tomó la tarjeta de crédito e hizo el cobro. Cuando vio el recibo, Wayne notó que la dependiente había cobrado solo cinco dólares, pero él ya no quiso insistir más. A fin de cuentas, ¡acababa de experimentar en la vida real el punto que deseaba ilustrar en su sermón! Para la empleada del vivero el tiesto no valía nada, pero para él era un objeto de gran valor. ¿Por qué? Porque él tenía un propósito especial para el viejo tiesto; ese hecho, lo convertía en valioso ante sus ojos. A la mente de Wayne acudieron entonces las palabras del apóstol Pablo: «Pero tenemos este tesoro en vasos de barro».*

¿Quiénes son los vasos de barro? Tú y yo. ¿Y cuál es el tesoro? «El conocimiento de la gloria de Dios en la faz de Jesucristo». A pesar de ser como tiestos de barro -frágiles, imperfectos, defectuosos— en la cruz el amado Hijo de Dios pagó, no una parte, sino el precio completo por nuestra salvación. ¿Por qué lo hizo? Porque vio en ti y en mí seres de inmenso valor. Y ahora su deseo es que hablemos a otros de ese precioso tesoro que es Cristo el Señor.

Gracias, Padre, porque a pesar de mis imperfecciones, con su sangre tu amado Hijo pagó el precio completo por mi salvación. Ayúdame hoy a compartir con otros ese precioso tesoro que he encontrado en Cristo Jesús, mi Salvador.

*Wayne Young, «More than Cracked Pots», en Adventist Review, 12 de febrero de 2009, pp. 22-23.

jueves, 21 de abril de 2022

Jueves 21 de abril EL PACTO: SEGUNDA PARTE

Jueves 21 de abril EL PACTO: SEGUNDA PARTE Lee Génesis 8:21 a 9:1. ¿Cuál es la importancia del compromiso de Dios con la preservación de la vida? La bendición de Dios, ¿cómo cumple con ese compromiso? El compromiso de Dios de preservar la vida fue un acto de gracia; no fue el resultado de los méritos humanos. Dios decidió preservar la vida en la Tierra a pesar de la maldad humana (Gén. 8:21). Génesis 8:22 dice, literalmente, “todos los tiempos de la tierra” (JBS); es decir, mientras dure esta Tierra actual, las estaciones vendrán y se irán, y la vida continuará. En síntesis, Dios no se dio por vencido con su Creación. Por cierto, el siguiente versículo, que habla de la bendición de Dios, nos transporta a la Creación original, con su bendición (Gén. 1:22, 28; 2:3). El Señor, en cierto sentido, le estaba dando a la humanidad la oportunidad de volver a empezar. Lee Génesis 9:8 al 17. ¿Cuál es la trascendencia del arco iris? ¿Cómo se relaciona esta “señal del pacto” (Gén. 9:13) con la otra señal del Pacto, el sábado? La frase “establezco mi pacto” se repite tres veces (Gén. 9:9, 11, 17), lo que marca el punto culminante y el cumplimiento de la promesa inicial de Dios (Gén. 6:18). Tras la sección anterior, que es análoga al sexto día del relato de la Creación, esta sección es análoga a la sección que cubre el séptimo día del relato de la Creación, el sábado. Dentro del texto, la repetición de la palabra “pacto” siete veces resuena con el sábado. Como el día de reposo, el arco iris es la señal del Pacto (Gén. 9:13, 14, 16; comparar con Éxo. 31:12-17). Además, como el día de reposo, el arco iris tiene un alcance universal; se aplica a todo el mundo. Así como el sábado, como señal de la Creación, es para todos, en todas partes, la promesa de que no habrá ningún otro diluvio mundial es para todos, en todas partes también. La próxima vez que veas un arco iris, piensa en todas las promesas que Dios nos hizo. ¿Por qué podemos confiar en esas promesas y cómo nos muestra el arco iris que podemos confiar en ellas?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 jueves, 21 abr. 2022 
 No se quedó «a mitad del camino» 

 «Cuando era como la hora sexta, hubo tinieblas sobre toda la tierra hasta la hora novena. El sol se oscureció y el velo del Templo se rasgó por la mitad. Entonces Jesús, clamando a gran voz, dijo: "Padre, en tus manos encomiendo mi espíritu"». Lucas 23: 44-46 

  TODOS LOS RELATOS PARALELOS DE MATEO, MARCOS Y LUCAS, relativos a los momentos finales del Señor en la cruz, afirman que poco antes de morir Jesús «clamó a gran voz» y luego «entregó el espíritu» (Mat. 27: 50; Mar. 15:37; Luc. 23: 46). El apóstol Juan, sin embargo, solo se limita a registrar sus últimas palabras: «Consumado es». ¿Qué quiso decir?

La expresión «consumado es» indica que Jesús completó la misión que su Padre le había encomendado. Sobre todo, proclama su contundente victoria sobre las fuerzas del mal, tal como nos dice El Deseado de todas las gentes: «Cristo no entregó su vida hasta que hubo cumplido la obra que había venido a hacer, y con su último aliento exclamo: “Consumado es". La batalla había sido ganada. Su diestra y su brazo santo le habían conquistado la victoria» (cap. 79, p. 719).

Desde el momento en que el Salvador nació en este mundo, Satanás resolvió derrotarlo. Y eso era lo que parecía estar sucediendo mientras Jesús colgaba del madero. Si, en respuesta a las burlas de la multitud, Jesús hubiera hecho un milagro para salvarse a sí mismo, hoy estaríamos «sin esperanza y sin Dios en el mundo» (Efe. 2: 12). Cuando exclamó «consumado es», el Capitán de las huestes celestiales terminó gloriosamente lo que había comenzado y aseguró para siempre la salvación a todos los que en él creemos.

En otras palabras, nuestro Señor «no se quedó a mitad del camino», como sucedió a un hombre cuyo cadáver fue encontrado en el monte McKinley, en Alaska. Cuenta Clovis G. Chappell que el hombre murió sentado al pie de un árbol. En la corteza había dibujado un dedo que señalaba hacia el lugar donde él estaba sentado, seguidamente se podía leer una inscripción que decía: «El final del camino». Al parecer, este hombre se había propuesto llegar a la cumbre, pero cuando se dio cuenta de que no lo lograría, se resignó a morir a mitad de camino. *

No fue este el caso de nuestro Señor. Aunque él fue el blanco de los más fieros ataques de Satanás, completo de manera perfecta la misión que lo trajo a este mundo. Y porque no se quedó «a mitad de camino», hoy tú y yo podemos celebrar juntos porque su victoria es nuestra victoria.

Gracias, bendito Jesús, porque recorriste completo el sendero desde el pesebre hasta el Calvario con tal de salvarme. Gracias, además, porque tu victoria asegura que yo también completare victoriosamente mi carrera.

*Clovis G. Chappell, Preaching on the Words of Jesus. The Seven Words, BakerBooks, 1996, p. 59.

miércoles, 20 de abril de 2022

Lección 4 | Miércoles 20 de abril EL PACTO: PRIMERA PARTE

Lección 4  | Miércoles 20 de abril EL PACTO: PRIMERA PARTE Ahora es el momento en que habría de cumplirse el pacto prometido. “Mas estableceré mi pacto contigo, y entrarás en el arca tú, tus hijos, tu mujer, y las mujeres de tus hijos contigo” (Gén. 6:18). En contraste con la advertencia divina de destrucción (Gén. 6:17), este pacto es la promesa de vida. Lee Génesis 8:20. ¿Qué fue lo primero que hizo Noé cuando salió del arca, y por qué? Al igual que Adán y Eva, quienes seguramente adoraron a Dios el sábado inmediatamente después de los seis días de la Creación, Noé adoró a Dios inmediatamente después del Diluvio, otro suceso de creación en todo el sentido de la palabra. Sin embargo, existe una diferencia entre los dos actos de adoración. A diferencia de Adán y de Eva, quienes adoraban al Señor directamente, Noé tuvo que recurrir a un sacrificio. Esta es la primera mención en las Escrituras de un altar. El sacrificio es un “holocausto” (‘olá), el sacrificio más antiguo y frecuente. Para Noé, este sacrificio era una ofrenda de acción de gracias (comparar con Núm. 15:1-11), ofrecida para expresar su agradecimiento al Creador, quien lo había salvado. Lee Génesis 9:2 al 4. El Diluvio, ¿cómo afectó la dieta humana? ¿Cuál es el principio que está detrás de las restricciones de Dios? Debido al efecto del Diluvio, los alimentos vegetales ya no estaban disponibles, como solían estarlo. Por lo tanto, Dios permitió que los seres humanos comieran carne animal. Este cambio de dieta generó un cambio en la relación entre los seres humanos y los animales, en contraste con la que habían tenido desde la Creación original. En el relato de la Creación, los seres humanos y los animales compartían la misma dieta vegetal y no representaban una amenaza mutua. En el mundo posdiluviano, la matanza de animales para comer implicaba una relación de temor e intimidación (Gén. 9:2). Una vez que comenzaron a comerse entre sí, los seres humanos y los animales sin duda desarrollaron una relación bastante diferente de la que habían disfrutado en el Edén. Sin embargo, la tolerancia de Dios tenía dos restricciones. En primer lugar, no todos los animales eran aptos como alimento. La primera restricción estaba implícita en la distinción entre animales “limpios e inmundos”, que era parte del orden de la Creación (ver Gén. 8:19, 20; comparar con Gén. 1:21, 24). La segunda era explícita y nueva, y era abstenerse de consumir sangre, porque la vida está en la sangre (Gén. 9:4)

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 miércoles, 20 abr. 2022 
 Sin complejos 

 «Cuando era la hora se sentó a la mesa, y con él los apóstoles. Y les dijo: "¡Cuánto he deseado comer con vosotros esta Pascua antes que padezca!”». Lucas 22: 14-15 

  ¿POR QUÉ ANHELABA TANTO EL SEÑOR comer la cena pascual con sus discípulos, según lo indica nuestro texto bíblico de hoy? Esa sería la última que comería con ellos antes de su muerte y algunas circunstancias muy especiales rodearían esos últimos momentos. Una de ellas: la discusión que sostuvieron en torno a quién de ellos sería el mayor.

 ¿Podemos imaginar un hecho más inoportuno, más cuestionable, que este? En cuestión de horas su Maestro sería entregado a los sacerdotes y ancianos para ser víctima de toda suerte de maltratos, ¿y ellos están debatiendo acerca de quiénes ocuparían los lugares de honor en el nuevo reino? No era, por cierto, la primera vez que discutían un asunto similar. Antes dos de ellos le habían pedido al Señor el privilegio de sentarse a su derecha y a su izquierda en su reino. Y este pedido había hecho que los otros diez discípulos se enojaran mucho (ver Mat. 20:20-24).

 ¿Cómo podía él enseñarles que hay mayor grandeza en servir que en ser servido y que más bienaventurado es dar que recibir? La hora de la prueba se acercaba y ellos no estaban en absoluto preparados para enfrentarla. Entonces, el Señor de la gloria, poniéndose de pie, se quita su manto, toma una toalla, pone agua en una vasija, ¡y comienza a lavar los pies a sus discípulos!

 Lavar los pies a los visitantes era un acto servil, realizado solamente por esclavos extranjeros.* Pero nuestro Señor no tuvo problema alguno en realizarlo, aunque «él sabía que el Padre le había dado todas las cosas en las manos, y que había salido de Dios y a Dios iba» (Juan 13:3). En otras palabras, Jesús tenía plena conciencia de su dignidad, como Rey y Señor, aun así, estuvo dispuesto a hacer el papel de siervo, ¡y todo por amor a sus discípulos!

 Mientras que la preocupación de ellos era quién ocuparía el puesto más elevado, la de él era desterrar de sus corazones egoístas el espíritu de orgullo y suficiencia propia. Esta acción del Señor —dice El Deseado de todas las gentes— «abrió los ojos a los discípulos. Amarga vergüenza y humillación llenaron su corazón» (cap. 71, p. 616).

 La pregunta apropiada para nosotros hoy es si la humillación de Jesús, al tomar el papel de siervo con tal de salvarnos, también abrirá nuestros ojos, no solo para entender lo que significa la verdadera grandeza; sino sobre todo para comprender cada vez más «la anchura, la longitud, la profundidad y la altura» del amor de Cristo (Efe. 3: 18) por ti y por mí.

 Gracias, Señor Jesús, porque, aunque siempre estuviste consciente de tu dignidad real, tomaste el papel de siervo, con tal de salvarme.

 * Comentario bíblico adventista, t. 5, p. 1004.

martes, 19 de abril de 2022

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 martes, 19 abr. 2022 
 ¡Anímate! 

 «Yo les he dicho estas cosas para que en mí hallen paz. En este mundo afrontarán aflicciones, pero ¡anímense! Yo he vencido al mundo». Juan 16:33, NVI 

  EN CUESTIÓN DE SOLO HORAS JESÚS enfrentaría la agonía del Getsemaní; y, en rápida sucesión, sería arrestado, juzgado, condenado y crucificado. ¿Y él dice que ha vencido al mundo? ¿Además les dice a sus discípulos: «¡Anímense!»?

Para darle sentido a estas aparentes contradicciones, hemos de leer la declaración precedente. Ahí el Señor dice: «Miren que la hora viene, y ya está aquí, en que ustedes serán dispersados, y cada uno se irá a su propia casa y a mí me dejarán solo. Sin embargo, solo no estoy, porque el Padre está conmigo» (Juan 16:32, NVI).

En estas palabras el Señor deja en claro dos realidades. Una, que los acontecimientos que se aproximaban-Getsemaní, arresto, juicio, etc.- no lo tomarían por sorpresa. La otra, que aunque sus discípulos lo dejarían, nunca estaría solo porque el Padre no lo abandonaría. ¡Con razón pudo declararse vencedor incluso antes de que llegara la hora de su prueba! Y con razón pudo, además, decirles a sus discípulos: ¡Anímense! Pero todavía hay otro detalle interesante. Según Rick Renner, la gramática griega empleada en la declaración «he vencido», no se refiere a una victoria única en el pasado, sino a «una victoria continua y permanente». Como si Jesús hubiera dicho: «He vencido al mundo; todavía lo estoy venciendo; y siempre estaré en posición de vencerlo».*

Entonces, ¿cómo puede ser nuestra la victoria de Cristo? El punto lo explica bien Alexander MacLaren cuando escribe que en Juan 16:33 Jesús está contrastando dos esferas en las que el cristiano se mueve cada día. Una, la del mundo; donde afrontaremos aflicciones; la otra, la del Señor, donde hallaremos paz. No podemos, por nuestras fuerzas, vencer al mundo, ¡en cambio, sí podemos tener la paz de Cristo! ¿Cómo lograrlo? Colocando diariamente nuestra confianza en él. Leamos: «Porque todo lo que es nacido de Dios vence al mundo; y esta es la victoria que ha vencido al mundo, nuestra fe. ¿Quién es el que vence al mundo, sino el que cree que Jesús es el Hijo de Dios?» (1 Juan 5: 4).**

Confiar en Cristo—añade MacLaren-- significa que hemos de mirarlo, no simplemente como un ejemplo a imitar, sino como un poderoso Redentor que venció a Satanás, al mundo y a la muerte; y que ahora vive para siempre. Cuando nos apoyemos así en él, entonces su victoria será también nuestra victoria.

Amado Padre celestial, gracias porque en ti hay poder suficiente para resistir el mal, «un poder que ni la tierra, ni la muerte [...] pueden dominar»; un poder que me capacitará para vencer como Cristo venció (El Deseado de todas las gentes, cap. 73, p. 649).

*Rick Renner, Sparkling Gems from the Greek, Teach All Nations, 2003, p. 792.

**Alexander MacLaren, Victory in Failure, Keats Publishing, 1980, pp. 10-11.

Martes 19 de abril EL FIN DEL DILUVIO

Martes 19 de abril EL FIN DEL DILUVIO Génesis 7:22 al 24 describe el efecto abrumador y completo de las aguas, que “destru[yeron] todo ser que vivía” (Gén. 7:23); y “prevalecieron las aguas sobre la tierra ciento cincuenta días” (Gén. 7:24). En este contexto de total aniquilación y desesperanza, “se acordó Dios” (Gén. 8:1). Esta frase está situada en el centro de los textos que comprenden el Diluvio, una indicación de que esta idea es el mensaje central de la historia del Diluvio. Lee Génesis 8:1. ¿Qué significa que Dios “se acordó” de Noé? El verbo zajar, “acordarse”, significa que Dios no se había olvidado; es más que un simple ejercicio mental. En el contexto bíblico, el “Dios que se acuerda” significa el cumplimiento de su promesa, y a menudo se refiere a la salvación (ver Gén. 19:29). En el contexto del Diluvio, “se acordó Dios” significa que la lluvia “fue detenida” (Gén. 8:2) y que Noé pronto podría salir del arca (Gén. 8:16). Aunque todavía no recibió una orden directa para salir, Noé toma la iniciativa y envía primero un cuervo y luego una paloma para tantear la situación. Finalmente, cuando la paloma no regresa, entiende que “las aguas se secaron sobre la tierra; y quitó Noé la cubierta del arca, y miró” (Gén. 8:13). El comportamiento de Noé es rico en lecciones prácticas. Por un lado, nos enseña a confiar en Dios aunque todavía él no haya hablado directamente; por otro lado, la fe no niega el valor del pensar y tantear. La fe no excluye el deber de pensar, buscar y ver si lo aprendido es verdad. Y aun así, Noé sale únicamente cuando Dios, finalmente, le dice que lo haga (Gén. 8:15-19). Es decir, incluso cuando sabe que es seguro irse, Noé todavía confía en Dios y espera la señal de Dios antes de salir del arca. Esperó pacientemente dentro del arca. “Como había entrado obedeciendo un mandato de Dios, esperó hasta recibir instrucciones especiales para salir. “Finalmente descendió un ángel del cielo, abrió la maciza puerta y mandó al patriarca y a su familia que salieran a tierra y llevasen consigo todo ser viviente” (PP 95, 96). Lee Génesis 8:1; 19:29; y Salmo 106:4. ¿Qué significa la expresión “se acordó Dios”? ¿Qué significa esta verdad para nosotros ahora? Es decir, ¿cómo te ha mostrado Dios que “se acuerda” de ti?

lunes, 18 de abril de 2022

Lección 4 | Lunes 18 de abril EL SUCESO DEL DILUVIO

Lección 4  | Lunes 18 de abril EL SUCESO DEL DILUVIO El verbo ‘asá, “hacer”, que alude a las acciones de Noé, también es una palabra clave en el relato de la Creación del Génesis (Gén. 1:7, 16, 25, 26, 31; 2:2). Los actos de obediencia de Noé son como los actos de creación de Dios. Lo que podemos deducir de este nexo es que el Diluvio no es solo cuestión de que Dios castigue a la humanidad, sino también de que Dios nos salve. Lee Génesis 7. ¿Por qué la descripción del Diluvio nos recuerda el relato de la Creación? ¿Qué lecciones podemos aprender de los paralelismos entre los dos acontecimientos? Una lectura atenta del texto que abarca el Diluvio revela el uso de muchas palabras y expresiones comunes con la historia de la Creación: “siete” (Gén. 7:2, 3, 4, 10; comparar con Gén. 2:1-3); “macho y hembra” (Gén. 7:2, 3, 9, 16; comparar con Gén. 1:27, JBS); “según sus especies” (Gén. 7:14; comparar con Gén. 1:11, 12, 21, 24, 25); “bestias”, “aves”, “reptiles” (ver Gén. 7:8, 14, 21, 23; comparar con Gén. 1:24, 25); y “aliento de espíritu de vida” (Gén. 7:15, 22; comparar con Gén. 2:7). Por ende, la historia del Diluvio se lee algo así como la historia de la Creación. Estos ecos de los relatos de la Creación ayudan a revelar que el Dios que crea es el mismo Dios que destruye (Deut. 32:39). Pero estos ecos también transmiten un mensaje de esperanza: el Diluvio está destinado a ser una nueva Creación, a partir de las aguas, lo que lleva a una nueva existencia. El movimiento de las aguas muestra que este suceso de creación, de hecho, revierte el acto de creación de Génesis 1. En contraste con Génesis 1, que describe una separación de las aguas de arriba de las aguas de abajo (Gén. 1:7), el Diluvio supone su reunificación cuando estas explotan más allá de sus confines (Gén. 7:11). Este proceso transmite un mensaje paradójico: Dios primero tiene que destruir lo que existe para dar cabida a una nueva Creación posterior. La creación de la Tierra Nueva requiere la destrucción de la antigua. El suceso del Diluvio prefigura la futura salvación del mundo en el tiempo del fin: “Vi un cielo nuevo y una tierra nueva; porque el primer cielo y la primera tierra pasaron, y el mar ya no existía más” (Apoc. 21:1; comparar con Isa. 65:17). ¿Qué hay en nosotros que necesita ser destruido para dar paso a una nueva creación? (Ver Rom. 6:1–6.)

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Nuestro maravilloso Dios 
 lunes, 18 abr. 2022 
 ¿Recordar los pecados? 

 «La Ley, pues, se introdujo para que el pecado abundara; pero cuando el pecado abundó, sobreabundó la gracia». Romanos 5:20 

  SI LEÍSTE LA MEDITACIÓN de ayer, recordarás que antes de que pueblo poseyera la tierra de Canaán, Moisés los exhortó a nunca olvidar: (1) que Dios los había liberado de la servidumbre egipcia, (2) que tiernamente había cuidado de ellos durante los cuarenta años de peregrinaje en el desierto, y (3) que, por su propio beneficio, el pueblo debía obedecer los mandamientos de Dios y sus preceptos.

Todo bien hasta ahí. Sin embargo, en su discurso de despedida Moisés introduce un elemento adicional que parece estar fuera de lugar. «Acuérdate, y nunca olvides —les dice-, que en el desierto provocaste la ira del Señor tu Dios. [...]. En Horeb provocaron ustedes la ira del Señor, y el Señor se enojó contra ustedes y quiso destruirlos» (Deut. 9: 7-8, RVC).

¿Cuál fue ese pecado que provocó a tal grado la ira del Señor? La adoración del becerro de oro, ese vergonzoso episodio en el que el pueblo le dio la espalda al Dios que los había librado de servidumbre para inclinarse ante un ídolo hecho a mano (ver Éxo. 32). En esa ocasión la ira de Moisés fue de tal magnitud que, no solo destruyó el becerro de oro, sino también las tablas de la ley escritas con el dedo de Dios.

Ahora bien, ¿por qué Moisés les pide que recuerden esa escena tan bochornosa en la historia de Israel? La respuesta la encontramos en el capítulo diez del mismo libro de Deuteronomio. «En aquel tiempo el Señor me dijo: “Lábrate dos tablas de piedra, como las primeras [...]. Yo escribiré en esas tablas las palabras que estaban en las tablas que quebraste, las primeras» (Deut. 10:1, RVC; énfasis añadido).

Lo que Moisés está diciendo es que fue durante el tiempo de la mayor apostasía en la historia de Israel cuando la maravillosa gracia de Dios se manifestó de la manera más extraordinaria. Las nuevas tablas de la ley, no solo contendrían el mismo texto de las primeras, sino que también testificarían de manera elocuente del amor de un Dios que se complace en dar siempre una segunda oportunidad (ver Éxo. 34). ¿No es esto lo que Dios ha hecho por su pueblo a través de las edades? Cuanto mayor ha sido nuestro pecado, tanto mayor ha sido la gracia de Dios al perdonarnos y darnos una nueva oportunidad

¿Qué diremos entonces? Pues diremos con Moisés que hemos de recordar nuestros «becerros de oro», porque si algo nos enseñan esas caídas es que, cuando el pecado abunda, entonces la gracia divina sobreabunda.

Gracias, Padre, porque «en aquel tiempo», cuando todo parecía perdido para mí, me diste una segunda oportunidad.

domingo, 17 de abril de 2022

Domingo 17 de abril PREPARACIÓN PARA EL DILUVIO

Domingo 17 de abril PREPARACIÓN PARA EL DILUVIO Lee Génesis 6:13 a 7:10. ¿Qué lección podemos aprender de este asombroso relato de la historia humana en sus comienzos? Al igual que Daniel, Noé es un profeta que predice el fin del mundo. La palabra hebrea para “arca” (tevá) (Gén. 6:14) es el mismo término egipcio que se utilizó para el “arca” en la que escondieron al bebé Moisés, quien así fue preservado para salvar a Israel de Egipto (Éxo. 2:3). Además, en la estructura general del arca, algunos han visto paralelismos con el Arca del Tabernáculo (Éxo. 25:10). Así como el arca del Diluvio permitió la supervivencia de la humanidad, el Arca del Pacto, una señal de la presencia de Dios en medio de su pueblo (Éxo. 25:22), señala la obra de salvación de Dios para su pueblo. La frase “y lo hizo así Noé; hizo conforme a todo lo que Dios le mandó” (Gén. 6:22) concluye la sección preparatoria. El verbo ‘asá, “hizo”, refiriéndose a la acción de Noé, responde al verbo ‘asá, “hacer”, en el mandato de Dios, que inicia la sección (Gén. 6:14) y se repite cinco veces (Gén. 6:14-16). Este eco entre el mandato de Dios y la respuesta de Noé sugiere la obediencia absoluta del patriarca a lo que Dios le había dicho que hiciera, ‘asá. Además, es interesante que esta frase también se utilice en el contexto de la construcción del Arca del Pacto (Éxo. 39:32, 42; 40:16). “Dios dio a Noé las dimensiones exactas del arca, y explícitas instrucciones acerca de todos los detalles de su construcción. La sabiduría humana no podría haber ideado una estructura de tanta solidez y durabilidad. Dios fue el diseñador, y Noé el maestro constructor” (PP 81). Una vez más, el paralelismo entre las dos “arcas” reafirma su función redentora en común. Por consiguiente, la obediencia de Noé se describe como parte del plan de salvación de Dios. Noé se salvó simplemente porque tuvo la fe para hacer lo que Dios le ordenó (ver Heb. 11:7). Fue uno de los primeros ejemplos de una fe que se manifiesta en la obediencia, el único tipo de fe que cuenta (Sant. 2:20). En resumen, aunque Noé “halló gracia ante los ojos de Jehová” (Gén. 6:8), fue en respuesta a esta gracia, que ya había recibido, que Noé actuó en forma f iel y obediente a los mandamientos de Dios. ¿No es así como debería ser con todos nosotros? Lee 2 Pedro 2:5 al 9. ¿Por qué solo se salvó la familia de Noé? ¿Qué lección podemos aprender de la historia de Noé con respecto a nuestra función de advertir al mundo sobre el juicio venidero?

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Nuestro maravilloso Dios 
 domingo, 17 abr. 2022 
 «No te olvides» 

 «Cuídate de no olvidarte de Jehová, tu Dios». Deuteronomio 8: 11 

  IMAGINEMOS LA ESCENA. El pueblo de Israel está por poseer la tierra prometida a Abraham ya su descendencia. Por su falta de fe, han vagado durante cuarenta años por el desierto; y ahora, mientras acampan en las llanuras de Moab, Moisés prepara al pueblo para la ocupación de Canaán.

¿De qué les habla Moisés, a sabiendas de que es poco el tiempo que le queda como líder del pueblo? Les habla de la fidelidad de Dios a las promesas del pacto hecho a sus padres. Les habla de cómo Dios los liberó de la servidumbre egipcia y de la forma milagrosa como los condujo durante su marcha por el desierto. En otras palabras, los exhorta a no olvidar.

¿Por qué ese llamado a no olvidar? Para poder responder, primero hemos de entender lo que en el Antiguo Testamento significan las palabras olvidar y recordar. En opinión de Lawrence O. Richards, para la mentalidad hebrea «olvidar» equivale a no dar a los hechos del pasado una aplicación significativa en el presente. * O sea, significa no aprender de nuestros errores.

De manera correspondiente, el llamado a «recordar» implica mucho más que el simple acto de traer a la memoria hechos del pasado. Según Richards, incluye «enfocar la memoria en lo que Dios es y lo que él ha hecho en favor de Israel»; lo cual debe dar como resultado una vida de obediencia. ** Algo así como «contar nuestras bendiciones».

¿Qué es lo que, según Moisés el pueblo de Israel no debía olvidar? Leamos:

«Cuídate de no olvidarte de Jehová, que te sacó de la tierra de Egipto, de casa de servidumbre» (Deut. 6: 12).

«Te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová, tu Dios, estos cuarenta años en el desierto (...). El vestido que llevabas puesto nunca envejeció, ni el pie se te ha hinchado en estos cuarenta años» (8:2, 4).

«Cuídate de no olvidarte de Jehová, tu Dios, para cumplir los mandamientos, decretos y estatutos que yo te ordeno hoy» (8: 11).

En pocas palabras, los israelitas debían recordar lo que ni tú ni yo podemos darnos el lujo de olvidar: que Dios no solo es nuestro Libertador, sino también nuestro Sustentador, y que, por amor a Aquel que nos amó primero, hemos de cumplir sus mandamientos.

¿Has sido liberado de la servidumbre del pecado? ¿Tienes salud, trabajo y pan en la mesa? Si este es el caso, ¿qué tal si ahora mismo inclinas el rostro y elevas una oración de gratitud a nuestro bondadoso Padre celestial?

Gracias, Padre, porque me has perdonado, porque hasta aquí me has ayudado y porque nada me ha faltado. Eres mi proveedor y mi Redentor. ¿Qué más puedo pedir?

*Lawrence O. Richards, The Bible Reader's Companion, Chariot Victor Publishing, 1991, p. 125.

** Lawrence O. Richards, New International Encyclopedia of Bible Words, Zondervan, 1991, pp. 519-520.

sábado, 16 de abril de 2022

Lección 4: Para el 23 de abril de 2022 EL DILUVIO

Lección 4: Para el 23 de abril de 2022 EL DILUVIO Sábado 16 de abril LEE PARA EL ESTUDIO DE ESTA SEMANA: Génesis 6:13–7:10; 2 Pedro 2:5–9; Génesis 7; Romanos 6:1–6; Salmo 106:4; Génesis 8; 9:1–17. PARA MEMORIZAR: “Mas como en los días de Noé, así será la venida del Hijo del Hombre” (Mat. 24:37). “Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra, y que todo designio de los pensamientos del corazón de ellos era de continuo solamente el mal” (Gén. 6:5). El verbo “vio” (Gén. 6:5) recuerda al lector cada paso de la Creación inicial de Dios. Pero lo que Dios ve ahora, en lugar de tov, “bueno”, es ra‘, “mal” (Gén. 6:5). Es como si Dios se hubiera arrepentido de haber creado el mundo, ahora lleno de ra‘ (Gén. 6:5). Y con todo, el arrepentimiento de Dios también contiene elementos de salvación. La palabra hebrea para “arrepentirse” (najam) tiene un eco en el nombre de Noé (Nóaj), que significa “alivio” (Gén. 5:29). Por lo tanto, la respuesta de Dios a esta maldad tiene dos caras. Contiene la amenaza de justicia, que lleva a la destrucción de algunos; y aun así, su respuesta promete consuelo y misericordia, lo que lleva a la salvación de otros también. Esta “doble voz” ya se escuchó con Caín y Abel/Set, y se repitió mediante el contraste entre los dos linajes: el de Set (los “hijos de Dios”) y el de Caín (los “hijos de los hombres”). Ahora la volvemos a escuchar cuando Dios distingue entre Noé y el resto de la humanidad.

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Nuestro maravilloso Dios 
 sábado, 16 abr. 2022 
 «El Señor los necesita» 

 «Cuando se acercaron a Jerusalén y llegaron a Betfagé, al Monte de los Olivos, Jesús envió dos discípulos, diciéndoles: "Id a la aldea que está enfrente de vosotros, y en seguida hallaréis una asna atada y un pollino con ella. Desatadla, y traédmelos. Y si alguien os dice algo, contestadle: El Señor los necesita, pero luego los devolverá "». Mateo 21:1-3 

  DE ACUERDO A NUESTRO PASAJE DE HOY, ¿cómo supo Jesús que la asna estaba exactamente en ese lugar, que estaba atada y que un pollino se encontraba a su lado? Según El Deseado de todas las gentes, lo supo porque por virtud de su divinidad, conocía de antemano las circunstancias del caso (cap. 63, p. 538).

Sin embargo, no es este hecho lo que más llama mi atención de este pasaje, sino lo que un autor llama «el uso no común que Dios da a lo común».* ¿Qué quiere decir? Pues, ¿puede haber algo más común, más «ordinario» que una bestia de carga? Aun así, fue a uno de esos animales que el Rey escogió para hacer su entrada triunfal a Jerusalén.

Pero no es solo el pollino. Es larga la lista de «cosas ordinarias» que en la Escritura se usan como medios para cumplir los propósitos de Dios: la vara de Moisés, el cordón de grana que Rahab ató a la ventana para señal a los israelitas, la honda que David usó para matar a Goliat, la quijada de asno que Sansón usó para matar a mil filisteos, el pesebre donde el Niño durmió, el almuerzo de un jovencito que Jesús multiplicó, la cruz donde Jesús murió...

¿Captamos la idea? La lista es tan extensa que bien podríamos construir algo así como una Galería de lo Ordinario. Todo lo cual nos lleva a la siguiente pregunta: si Dios puede usar cosas tan ordinarias para lograr resultados extraordinarios; si puede incluso convertir una cruz de tortura en un instrumento de salvación, ¿no podría también usar nuestros talentos ordinarios para hacer maravillas en su nombre? ¿No podría él, además, usar hoy nuestros pequeños actos de servicio -un vaso de agua al sediento, un bocado de pan al hambriento, una visita al enfermo— para su honra y gloria?

El mensaje está claro: no importa si nuestros talentos son pocos o muchos, si nuestras capacidades son ordinarias o extraordinarias, o si nuestros recursos son escasos o abundantes, el punto es que el Señor los necesita, y hoy es nuestro privilegio usarlos en su servicio.

«La pregunta que más nos interesa no es: ¿Cuánto he recibido?, sino, ¿qué estoy haciendo con lo que tengo?» (Palabras de vida del gran Maestro, cap. 25, p. 264).

Amado Jesús, sé que no poseo talentos ni recursos extraordinarios, pero si los necesitas, úsalos Señor, de acuerdo a tu voluntad y para tu gloria. ¡No hay mayor privilegio que poder servirte!

*Max Lucado, And the Angels Were Silent. The Final Weck of Jesus, Multnomah Publishers, 1992, p. 55

viernes, 15 de abril de 2022

Viernes 15 de abril PARA ESTUDIAR Y MEDITAR

Viernes 15 de abril PARA ESTUDIAR Y MEDITAR: La consabida frase “Enoc caminó con Dios” (Gén. 5:22, 24) significa compañerismo íntimo y diario con Dios. La relación personal de Enoc con Dios era tan especial que “le llevó Dios” (Gén. 5:24). Sin embargo, esta última frase es única en la genealogía de Adán, y no apoya la idea de una vida inmediata en el Paraíso para aquellos que “caminan con Dios”. Fíjate que Noé también caminó con Dios (Gén. 6:9), y murió como todos los demás seres humanos, incluyendo a Adán y Matusalén. También es interesante notar que no se da ninguna razón para justificar esta gracia especial. “Enoc se convirtió en el predicador de la justicia, e hizo saber al pueblo lo que Dios le había revelado. Los que temían al Señor buscaban a este hombre santo, para compartir su instrucción y sus oraciones. También trabajó públicamente, dando los mensajes de Dios a todos los que querían oír las palabras de advertencia. Su obra no se limitaba a los descendientes de Set. En la tierra adonde Caín había tratado de huir de la divina presencia, el profeta de Dios dio a conocer las maravillosas escenas que había presenciado en visión. ‘He aquí –dijo–, vino el Señor con sus santas decenas de millares, para hacer juicio contra todos, y dejar convictos a todos los impíos de todas sus obras impías que han hecho impíamente’ (Jud. 14, 15)” (PP 73, 74). PREGUNTAS PARA DIALOGAR: 1. ¿Por qué Caín mató a su hermano? Lee el siguiente comentario de Elie Wiesel: “¿Por qué lo hizo? Quizá quería quedarse solo: hijo único, y tras la muerte de sus padres, hombre único. Solo como Dios y quizá solo en lugar de Dios. [...] Caín mató para llegar a ser Dios. [...] Cualquier hombre que se crea Dios termina asesinando a hombres” (Elie Wiesel, Messengers of God: Biblical Portraits and Legends, p. 58). ¿Cómo podemos asegurarnos de no reflejar la actitud de Caín, aunque no cometamos un asesinato? 2. Comparen la expectativa de vida de los antediluvianos (Gén. 5) con la de los patriarcas. ¿Cómo explicaríamos esta disminución de la extensión de la existencia humana? ¿Cómo contrarresta esta degeneración las premisas del darwinismo moderno?

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Nuestro maravilloso Dios 
 viernes, 15 abr. 2022 
 El reencuentro 

 «Hermanos, no queremos que ustedes se queden sin saber lo que pasará con los que ya han muerto, ni que se pongan tristes, como los que no tienen esperanza». 1 Tesalonicenses 4: 13, RVC 

  MIENTRAS ESCRIBÍA ESTAS LÍNEAS, todavía sentía el dolor que me había causado la pérdida de dos buenos amigos. Uno de ellos, por un derrame cerebral; el otro, por el cáncer.

¿Dónde he hallado el consuelo que es tan difícil encontrar en estos casos? En el único lugar donde es posible hallarlo: la Palabra de Dios. En sus páginas se nos exhorta a no entristecernos «como los que no tienen esperanza»; es decir, como aquellos que cuando despiden a un ser querido, saben que nunca más lo verán. No es ese nuestro caso. Y no lo es porque, «así como creemos que Jesús murió y resucitó, así también Dios levantará con Jesús a los que murieron en él» (1 Tes. 4: 13-14). ¡Alabado sea Dios! El mismo poder que levantó a Cristo de la tumba también levantará «a los que murieron en él».

No hace mucho me tropecé con un artículo que me recordó esta preciosa promesa. Ahí Celeste Perrino Walker relata la experiencia que vivió cuando fue invitada como oradora principal a un reencuentro de exalumnos. * Si has estado presente en una de estas reuniones, sabrás que se trata de una alegre celebración de «los viejos tiempos». Pero no había alegría en la reunión. La razón se debía a que, poco antes, una de las exalumnas se había enterado de que tenía cáncer de colon en estado muy avanzado y debía ser operada justo en esos días.

En tales circunstancias, ¿de qué podría hablarles Celeste en su discurso? ¿Qué podría decir para alentar en ellos la esperanza? Les habló de una tradición familiar que una amiga suya, de nombre LeAnne, había compartido con ella tiempo atrás. La tradición consistía en señalar con el dedo índice hacia el cielo cada vez que un pariente, que había estado de visita en su casa, se despedía. Mientras esa persona salía por la puerta, todos los miembros de la familia señalaban hacia el cielo. Esa era una manera de decirle: «Que Dios te acompañe. Si no nos vemos de nuevo en este mundo, nos veremos cuando Cristo regrese».

Cuenta Celeste que cuando murió la suegra de su amiga LeAnne, eso fue exactamente lo que ocurrió. Ese día, mientras el cortejo fúnebre se dirigía hacia el cementerio, todos los familiares se pusieron de pie señalando hacia el cielo. Con ese gesto estaban despidiendo a su ser querido con este poderoso mensaje de esperanza: «La próxima vez que te veamos será en el cielo, junto a los redimidos».

En este momento estoy señalando hacia el cielo.

Te alabo, Padre, porque un día glorioso Cristo levantará de la tumba a los que murieron en él. ¿Cuánto falta, Señor, para ese gran reencuentro?

*Celeste Perrino Walker, «The Best is yet to Be», en Vibrant Lisc, julio-agosto de 2005. p. 31.

jueves, 14 de abril de 2022

Lección 3 | Jueves 14 de abril LA MALDAD DEL HOMBRE

Lección 3  | Jueves 14 de abril LA MALDAD DEL HOMBRE Lee Génesis 4:17 al 24. ¿Cuál fue el legado de Caín? El crimen de Caín, ¿cómo abrió el camino para la creciente maldad de la humanidad? El nieto de Caín, Lamec, se refiere al crimen de Caín en el contexto del suyo. Esta comparación entre el crimen de Caín y el crimen de Lamec es reveladora. Mientras que Caín guarda silencio sobre su único crimen registrado, Lamec parece estar jactándose del suyo, y lo expresa en un canto (Gén. 4:23, 24). Si bien Caín pide la misericordia de Dios, no se registra que Lamec la pidiera. Mientras que Caín es vengado siete veces por Dios, Lamec cree que será vengado setenta veces siete (ver Gén. 4:24), un indicio de que él es muy consciente de su culpa. Además, Caín es monógamo (Gén. 4:17); Lamec introduce la poligamia, porque la Escritura dice específicamente que “tomó para sí dos mujeres” (Gén. 4:19). Esta intensificación y exaltación del mal definitivamente afectará a las próximas generaciones de cainitas. Inmediatamente después de este episodio de maldad en la familia cainita, el texto bíblico registra un nuevo acontecimiento que contrarresta la tendencia cainita. “Conoció de nuevo Adán a su mujer” (Gén. 4:25), y el resultado fue el nacimiento de Set, nombre que le pone Eva para indicar que Dios había sustituido “otro hijo” en lugar de Abel. Por cierto, la historia del nombre Set precede a Abel. El nombre Set deriva del verbo hebreo ‘ashit, “pondré” (Gén. 3:15), que da comienzo a la profecía mesiánica. La simiente mesiánica se transmitirá en el linaje setita. Posteriormente, el texto bíblico da el registro del linaje mesiánico que comienza con Set (Gén. 5:3), e incluye a Enoc (Gén. 5:24), Matusalén, y termina con Noé (Gén. 6:8). La frase “hijos de Dios” (Gén. 6:2) se refiere al linaje de Set, porque están destinados a preservar la imagen de Dios (Gén. 5:1, 4). Por otro lado, la identificación “las hijas de los hombres” (Gén. 6:2) parece tener una connotación negativa, ya que se contrasta la descendencia de quienes son conforme a la imagen de Dios con quienes son conforme a la imagen de los hombres. Y es bajo la influencia de estas “hijas de los hombres” que los hijos de Dios “tomaron para sí mujeres, escogiendo entre todas” (Gén. 6:2), lo que indica la dirección equivocada que estaba tomando la humanidad. Lee Génesis 6:1 al 5. ¡Qué testimonio tan poderoso de la corrupción del pecado! ¿Por qué debemos hacer todo lo posible, con la ayuda de Dios, para erradicar el pecado de nuestra vida?

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 jueves, 14 abr. 2022 
 ¿Solamente un inquilino? 

 «Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones, a fin de que, arraigados y cimentados en amor, seáis plenamente capaces de comprender con todos los santos cuál sea la anchura, la longitud, la profundidad y la altura, y de conocer el amor de Cristo, que excede a todo conocimiento, para que seáis llenos de toda la plenitud de Dios». Efesios 3: 17-19 

  ¿QUÉ QUIERE DECIR EL APÓSTOL PABLO, en nuestro versículo de hoy, cuando escribe: «Que habite Cristo por la fe en vuestros corazones»? La clave para responder la encontramos en la palabra griega que aquí se usa: katoikéo, que significa habitar, morar, permanecer. Según A. T. Robertson, el término literalmente es «establecer un hogar», o también «sentirse como en casa». De acuerdo a estos significados, en opinión de Robertson, lo que el texto indica es que se le pida a Cristo «que establezca su morada en nuestro corazón» de manera permanente. *

¡Qué interesante! Lo que Pablo nos está diciendo en este sublime pasaje de la Escritura es que no debemos tratar a Cristo como un inquilino que temporalmente habita en nuestro corazón. ¿Por qué ha de ser así? En primer lugar, porque no es ese el trato que él merece; en segundo lugar, porque es precisamente su presencia en nuestra vida, por medio del Espíritu Santo, lo que nos permite comprender algo de «la anchura, la longitud, la profundidad y la altura» del amor de Dios que excede a todo conocimiento.

Sin embargo, el asunto, no termina ahí. Además de no darle al Señor Jesús el trato de un visitante esporádico, hemos de preguntarnos: ¿Se siente él «como en casa» en la morada de nuestro corazón?

En este punto conviene recordar la visita que el Señor hizo a Abraham justo antes de la destrucción de Sodoma (ver Gén., caps. 18 y 19). ¿Por qué el Señor no tuvo problema alguno en visitar a Abraham, e incluso comer con él, pero no visitó el hogar de Lot en Sodoma? ¿Será que no se habría sentido «como en casa» en el hogar de Lot?

Todo lo dicho nos conduce a dos preguntas vitales: ¿Es el Señor Jesús un huésped permanente en nuestro corazón o solo un inquilino? ¿Es él parte de mi vida o solo un contacto ocasional?

Es solo cuando Jesús tiene un lugar permanente en nuestra vida y se siente «como en casa» en el trono de nuestro corazón, que podemos ser llenos de «toda la plenitud de Dios».

«Cristo puede entrar a nuestro mundo solamente por medio de la estrecha puerta de un corazón que lo ame» (Helmut Thielicke, Faith: The Great Adventure, Fortress Press, 1985, p. 68).

Amado Jesús, en este momento te pido que siempre seas parte de mi vida. Porque moriste por mí en la cruz, solo tú tienes derecho a reinar sobre mi corazón.

*A. T. Robertson, Word pictures in the New Testament, edición abreviada, Holman Reference, 2000, p 474.

Lección 11 | Domingo 4 de septiembre EL DIOS DE LA PACIENCIA

Lección 11  | Domingo 4 de septiembre EL DIOS DE LA PACIENCIA Lee Romanos 15:4 y 5. ¿Qué encontramos en estos versículos? Normalmente nos im...