Pablo: Reavivado por una pasión
lunes, 13 dic. 2021
Sangre azul
“Y según la Ley, casi todo es purificado con sangre; y sin derramamiento de sangre no hay remisión” (Hebreos 9:22).
Cuando el Señor hizo una promesa a Abraham, los pactos se firmaban con la sangre de un sacrificio e implicaban la muerte de quien no cumpliera el contrato. Cristo no derramó su sangre como la parte incumplidora sino en lugar del sacrificio que lo ratificaba. Nuestra vida es transitoria, pero la vida nueva que Dios ofrece es perdurable. Fue necesaria la muerte de Cristo a fin de que los términos del Nuevo Pacto entraran en vigor. “Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre, que por vosotros se derrama”, dijo Jesús en Lucas 22:20.
En 1994, Robert Rodat indagó en la historia de los cuatro hermanos Niland, que fueron combatientes en la Segunda Guerra Mundial. Dos de ellos murieron en combate, pero uno de ellos regresó a los Estados Unidos pensando que el resto de sus hermanos había muerto, pero descubrió que uno de ellos estaba vivo, en un campo de prisoneros de guerra japonés en Birmania. De ese trabajo surgió la idea para el guion de ficción del film Rescatando al soldado Ryan (1998). Durante la invasión de Normandía, en plena Segunda Guerra Mundial, el capitán John Miller fue elegido para dirigir a un equipo encomendado a una peligrosa misión: encontrar al soldado James Ryan, cuyos tres hermanos ya había muerto en la guerra, a fin de ponerlo a salvo. ¿El motivo? No se permitía que todos los hijos de una familia fueran muertos en combate.
La batalla por el rescate fue recia, y el capitán Miller estaba a punto de morir. Así, le dijo a Ryan: “Hemos hecho un gran sacrificio por ti. Vive una vida digna, a la altura de todo esto”. En el final de la película, y ya anciano, Ryan visita la tumba del capitán para rendirle homenaje y le pregunta a su esposa si había vivido dignamente, a la altura del sacrificio de su rescate.
Elena de White escribió que “el Señor Jesucristo pagó por nosotros el precio del rescate con su propia sangre […] sois su propiedad” (A fin de conocerle, p. 60). Y que muy pronto el Señor, en la Eternidad, exclamará: “¡Contemplad el rescate de mi sangre! Por estos sufrí, por estos morí, para que pudiesen permanecer en mi presencia a través de las edades eternas” (Consejos para la iglesia, p. 120).
“Sangre azul” es un término utilizado internacionalmente para designar a descendientes o pertenecientes a familias nobles o reales. Ninguno puede alcanzar la gracia por sus propios méritos. Todos somos indignos. Pero, como Ryan, somos llamados a vivir vidas dignas, a la altura del precio pagado por nuestro rescate. Fuimos rescatados por la sangre azul derramada del Capitán y Rey para vivir como rescatadores.
¿Estás viviendo como es digno de un hijo del Rey?
No hay comentarios:
Publicar un comentario