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lunes, 13 de diciembre de 2021

Lección 12 | Lunes 13 de diciembre LEVANTAR ROSTROS

Lección 12  | Lunes  13  de  diciembre LEVANTAR ROSTROS En  Deuteronomio  10,  Moisés  (de  nuevo)  estaba  contando  la  historia  de Israel y  (de nuevo) usó esos relatos para exhortar a su pueblo  a  la fidelidad. En medio de esa amonestación, dijo algo más. Lee Deuteronomio 10:17 al 19. ¿Cuál es el mensaje esencial para el pueblo, y por qué este mensaje es relevante para la iglesia de Dios hoy? La frase “no hace acepción de personas” se traduce de una figura retórica hebrea;  significa literalmente que  él no  “levanta rostros”. Se  cree que  esto proviene de un contexto legal en el que el juez o el rey ve el rostro de la persona que está siendo juzgada y, en función del estatus de esa persona (si es una persona importante o alguien insignificante), el juez o el rey emite un veredicto. La implicación aquí en Deuteronomio es que el Señor no trata a la gente así, a pesar de su gran poder y fuerza. Es justo con todos, independientemente de su estatus. Esta verdad, por supuesto, se reveló en la vida de Jesús y en su trato incluso con los más despreciados de la sociedad. Lee Hechos 10:34; Romanos 2:11; Gálatas 2:6; Efesios 6:9; Colosenses 3:25; y 1 Pedro 1:17. Estos versículos, ¿cómo utilizan Deuteronomio 10:17? No importa cuán diversas sean las circunstancias en cada una de estas referencias (en Efesios, Pablo les dice a los amos que sean cuidadosos en su trato  con los esclavos; en Romanos, Pablo habla del hecho de que, cuando de salvación y condenación se trata, no hay diferencia entre judíos y gentiles), todas se remiten a Deuteronomio y a la idea de que Dios “no levanta rostros”. Y  si  el “Dios de  dioses  y  Señor  de  señores,  Dios  grande,  poderoso  y  temible” no tiene favoritismos, entonces nosotros tampoco deberíamos tenerlos. Podemos  ver  una  revelación  del  evangelio,  especialmente  en  cómo  lo utiliza Pablo en Romanos: todos estamos en la misma esfera, sin importar quiénes somos en términos de estatus. Todos somos seres caídos que necesitan la gracia salvífica de Dios. Y lo bueno es que, independientemente de nuestro estatus, a todos se nos ofrece la salvación en Jesucristo. ¿Con qué frecuencia, incluso sutilmente, “levantas rostros” y por qué la Cruz nos muestra cuán pecaminosa es  realmente  esa  actitud?

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