LOS SIETE SELLOS DEL APOCALIPSIS
PRIMER SELLO
Un caballo blanco.
Los cuatro caballos simbólicos de los primeros cuatro sellos (vers. 2-8) a menudo se han comparado con los cuatro caballos de la visión de Zacarías (Zac. 6:2-3). Hay algunas semejanzas en el simbolismo, pero también hay diferencias. El orden en que se mencionan los caballos es distinto. En el Apocalipsis los caballos tienen jinetes; en Zacarías tiran carros. La aplicación de los símbolos es también completamente diferente (ver com. Zac. 6).
Este símbolo representa a la iglesia de la era apostólica (c. 31-100 d. C.), cuando la pureza de su fesugerida por el color blanco- y su celo llevaron a conquistar los mayores triunfos espirituales de la historia cristiana. Sin duda, ningún siglo desde el primero de la era cristiana ha visto una expansión tan brillante del reino de Dios. El arco en la mano del jinete simbolizaría conquista, y la corona (st'fanos; ver com. Apoc. 2: 10), victoria. El Evangelio fue predicado tan rápida y extensamente, que cuando Pablo escribió a los colosenses alrededor del año 62 d. C., declaró que el Evangelio "se predica en toda la creación que está debajo del cielo" (Col. 1:23; cf. HAp 40, 462).
Otro grupo de comentadores cree que los caballos y jinetes no representan a la iglesia sino a las diversas condiciones adversas bajo las cuales vivía la iglesia, y a las cuales pudo sobrevivir por la gracia de Dios. En el simbolismo bíblico el caballo se relaciona con guerra (ver Joel 2:1, 4-5), y el equipo del jinete del caballo blanco indica que es un guerrero. Puede entenderse que la corona del jinete y la blancura del caballo simbolizan victoria; por lo tanto, el primer jinete representaría una época en la que el pueblo de Dios vivía en un mundo que se caracterizaba por la conquista y el dominio militar, cuando Roma "salió venciendo, y para vencer" y mantuvo un imperio virtualmente universal. Los adventistas del séptimo día en general han sostenido que el primer caballo representa a la iglesia de la era apostólica (31 - 100 d. C.)
SEGUNDO SELLO Apocalipsis 6:3-4)
Un caballo Bermejo. Bermejo. El simbolismo del segundo jinete describe muy bien las condiciones bajo las cuales vivió la iglesia desde el año 100 hasta el 313 d. C., poco más o menos (cf. com. cap. 2:10). Las violentas persecuciones que sufrió a manos de los emperadores romanos están simbolizadas por el jinete que a una "gran espada" y que tiene el poder de "quitar de la tierra la paz". Si el blanco representa la pureza de la fe (ver com. cap. 6:2), entonces el caballo rojo puede considerarse como una corrupción de la fe por la introducción de diversas herejías (ver t. IV, p. 861; t. VI, 44-48, 53-59, 65-68. Según otro punto de vista, el color de este caballo sugiere sangre. El primer jinete se ha considerado como un símbolo de la gloria de la conquista militar (ver com. vers. 2), y por analogía puede considerarse que el segundo describe otros aspectos de la guerra: pérdida de la paz y grandes y numerosas matanzas. Este sería el inevitable resultado de la conquista representada por el primer jinete, si se interpreta que sus conquistas simbolizan el dominio de Roma. Los adventistas del séptimo día han sostenido en general el primer punto de vista. Espada. Gn májaira, un cuchillo grande o espada corta que se usaba para combatir. Compárese con el uso de esta palabra en Mat. 10:34; Juan 18: 10; etc.
TERCER SELLO Apoc.6:5
Un caballo negro. Un caballo negro. Si el caballo blanco simbolizaba victoria y pureza (ver com. vers. 2), puede considerarse que el caballo negro indica derrota, o que su color simboliza una mayor corrupción de la fe. Una balanza. Gr. zugós "yugo", por la semejanza con los brazos de una balanza. Puede considerarse que este símbolo describe la condición espiritual dentro de la iglesia después de la legalización del cristianismo en el siglo IV, cuando se unieron la iglesia y el Estado. Después de esa unión, la iglesia se preocupó mayormente por los asuntos seculares, y en muchos casos se produjo una falta de espiritualidad. Hay una descripción de este período en las pp. 20-28. Esta balanza también puede interpretarse como símbolo de una indebida preocupación por las cosas materiales. Ya no se trata de una guerra victoriosa, como en el caso del primer jinete (ver com. vers. 2), ni representa un abundante derramamiento de sangre como en el segundo (ver com. vers. 4), sino que su 793 efecto es ahora aún más terrible: hambre. 6. Dos libras. Gr. jóinix, una medida que aproximadamente equivale a un litro (ver t. V, p. 52). Esta cantidad de grano representaba la ración diaria de alimento para un obrero. Un denario. Gr d'nárion, moneda de plata que pesaba menos de 4 g (ver t. V, p. 51). El "denario" romano era el salario diario de un obrero común (ver Mat. 20:2). Por lo tanto, esta ración de trigo para un día por el trabajo de un día representaba apenas el alimento indispensable para un obrero y su familia, si es que no significaba morirse de hambre. Según los precios de los cereales que da Cicerón (Contra Verres iii. 81) para Sicilia, los que menciona Juan eran unas 8 ó 16 veces más altos que los precios normales. Pero a pesar del hambre era posible sobrevivir. Así ha protegido Dios siempre a sus hijos en tiempos de necesidad. Cuando este pasaje se aplica al período de la historia cristiana que siguió a la legalización del cristianismo, alrededor de 313-538 d. C. (cf. pp. 769-770), las palabras del anónimo locutor pueden interpretarse como una indicación de la preocupación general por las cosas materiales. Cebada. Este grano era más barato que el trigo, como lo indican los precios que se dan (ver 2 Rey. 7:18). La cebada era un alimento común entre los pobres, y se usaba como forraje para los animales (ver com. Juan 6:9). No dañes. La voz que anuncia el alto costo del trigo y de la cebada, también ordena que no deben destruirse inútilmente el aceite y el vino. El aceite ni el vino. Eran los dos líquidos comunes en la alimentación en el mundo antiguo. Algunos han interpretado que simbolizan la fe y el amor, que debían ser conservados frente al materialismo que dominó a la iglesia después de su legalización por Constantino en el siglo IV
CUARTO SELLO Apoc.:7-8
Un caballo amarillo. Amarillo. Gr jlÇrós, "verde claro", "pálido"; el color del temor y de la muerte. Con el caballo pálido los tiempos de la aflicción llegaron a una espantosa culminación (ver com. vers. 2, 4-5). Hades. Gn hád's, "la morada de los muertos" (ver com. Mat. 11: 23). La muerte y el Hades son personificados y representados: la una, jineteando el caballo; el otro, siguiéndola. La cuarta parte de la tierra. Quizá significa una vasta extensión de la tierra. Espada. Gr. romfáia (ver com. cap. l: 16). La enumeración, espada, hambre, muerte (o pestilencia, ver com. "mortandad") y fieras, puede considerarse como una descripción del deterioro progresivo de la civilización que viene después de la guerra. Los estragos de la espada, que mata a los hombres y destruye las cosechas, produce el hambre, la que causa el deterioro de la salud y produce pestilencias; y cuando éstas han cobrado su tributo, la sociedad queda tan debilitada que no puede protegerse contra los ataques de las fieras. Cuando el cuarto jinete se aplica a un período particular de la historia cristiana, parece representar la situación especialmente característica del período que va desde el año 538 al 1517, poco más o menos, o sea el comienzo de la Reforma (cf. p. 770; ver com. cap. 2:18). Mortandad. Literalmente "con muerte". "Matar... con mortandad" no es del todo claro. La dificultad quizá se resuelve mejor cuando se entiende que la palabra que se traduce como "muerte", thánatos, significa a veces "peste". La LXX repetidas veces traduce la palabra hebrea déber, "pestilencia", como thánatos, "muerte" (Lev. 26:25; Jer. 21:6; Eze. 5:12). Juan, para quien el pensamiento semítico era más natural que el griego, sin duda sigue aquí el uso de la LXX más bien que una definición estrictamente griega de la palabra.
QUINTO SELLO
LAS ALMAS BAJO EL ALTAR (Ap.6:9-11)
Debe recordarse que Juan contemplaba representaciones gráficas, y que, por lo tanto, deben tenerse en cuenta las reglas que rigen la interpretación de tales profecías cuando se intenta
comprender el significado de los diversos símbolos. Juan vio un altar en cuya base estaban las "almas" de los mártires. Las reglas de interpretación no nos obligan a localizar un altar específico en un lugar determinado y en un momento definido de la historia. Como ocurre con los detalles de una parábola, no todos los elementos de un símbolo profético necesariamente son de valor para la interpretación. Parece que el simbolismo del quinto sello fue presentado para animar a los que se enfrentaban al martirio y a la muerte, para darles la seguridad de que a pesar del triunfo aparente del enemigo, finalmente llegaría su vindicación.
Este incentivo era especialmente animador para los que vivían en los tiempos de las terribles persecuciones del fin de la Edad Media; pero más aún durante el tiempo de la Reforma y después. A ellos les habrá parecido que el largo período de opresión nunca acabaría. El mensaje del quinto sello les confirmó que la causa de Dios triunfaría finalmente.
Elena White dice: "Los que pasen por el último gran conflicto recibirán el mismo estímulo". (2Joyas de los testimonios pag. 151).
Cualquier intento de interpretar que estas "almas" son los espíritus incorpóreos de mártires difuntos, violenta las reglas de interpretación de las profecías simbólicas. A Juan no se le dio una visión del cielo como en realidad es. Allí no hay caballos blancos, bermejos, negros o pálidos, montados por jinetes belicosos. Jesús no está en el cielo en la forma de un cordero con una sangrante herida de cuchillo. Los cuatro seres vivientes no representan criaturas aladas reales con características de animales. Tampoco hay allí "almas" que yacen en la base de un altar. Toda la escena fue una representación gráfica y simbólica que tenía el propósito de enseñar la lección espiritual para animar a la iglesia perseguida.
SEXTO SELLÓ (Ap.6:12-17)
Las señales de los astros
El terremoto de Lisboa:
Los acontecimientos del sexto sello revelan la destrucción del mundo físico. El profeta Joel ya había usado la figura de un terremoto para describir los cataclismos de la naturaleza en el día del Señor (Joel 2: 10; cf. Isa. 13:9-11; Amós 8:9; CS 349- 351). Puesto que el terremoto es seguido por el oscurecimiento del sol, y como este último acontecimiento puede ser ubicado en 1780 d. C. (cf. com. "el sol se puso negro"), este terremoto ha sido identificado como el de Lisboa, el 1.o de noviembre de 1755, una de las sacudidas sísmicas más extensas y severas que jamás se haya registrado. El efecto del terremoto se sintió no sólo en el norte del África, sino que llegó hasta las Antillas. La identificación del gran terremoto de Lisboa, sugiere que 1755 es una fecha inicial apropiada para el sexto sello (cf. p. 770).
El sol se puso negro:
El sol se puso negro. El oscurecimiento del sol se menciona en la profecía del AT en relación con las catástrofes que preceden al día del Señor (ver com. Isa. 13: 10). Jesús destacó especialmente este fenómeno en su profecía del fin del mundo, y lo señaló como una de las señales por las cuales sus seguidores podrían saber que su venida estaba cerca (ver com. Mat. 24:29, 33).
Un cumplimiento espectacular y literal de la escena aquí descrita se vio en la parte oriental del Estado de Nueva York y en el sur de Nueva Inglaterra, Estados Unidos, el 19 de mayo de 1780. Un estudio cuidadoso de las crónicas de los diarios de esa época revela que se produjo una oscuridad inusitada en la parte oriental del Estado de Nueva York y al suroeste de Nueva Inglaterra alrededor de las diez de esa mañana, y durante el día se trasladó hacia el este cruzando la parte sur y central de la Nueva Inglaterra, y penetró hasta alguna distancia en el mar. En cada localidad se informó que la oscuridad duró varias horas. Este fenómeno ocurrió en el tiempo predicho: "en aquellos días, después de aquella tribulación" (Mar. 13:24; ver com. Mat. 24:29). Fue observado en una región donde estaba por aparecer un notable reavivamiento del interés en las profecías de Daniel y Apocalipsis, y fue reconocido por los estudiantes de esas profecías como el cumplimiento de este pasaje (ver CS 351-354).
La luna en sangre:
La luna se volvió toda como sangre.
El 19 de mayo de 1780 el sol se oscureció durante casi todo el día en una gran sección de América del Norte. El así llamado "día oscuro" fue la primera de las señales en los cielos ordenada por Dios para indicar la inminencia del regreso de nuestro Señor. La luna. En la noche del mismo día, el 19 de mayo de 1780, la luz de la luna estuvo velada, así como lo había estado la luz del sol durante las horas del día. Las estrellas. Esta señal se cumplió, por lo menos en parte, el 13 de noviembre de 1833, cuando ocurrió lo que sin duda puede considerarse como la mayor lluvia de meteoros de toda la historia. Los fenómenos celestiales del 19 de mayo de 1780 y del 13 de noviembre de 1833 cumplieron con precisión las predicciones de Jesús porque ocurrieron en el momento predicho (ver lo dicho antes). Ningún otro fenómeno del pasado cumple satisfactoriamente con todas las especificaciones de esta profecía. , Las potencias de los cielos. Es decir, el sol, la luna y las estrellas. Esta conmoción de las "potencias de los cielos" no se refiere a los fenómenos descritos en la primera parte del versículo, sino a un tiempo aún futuro, cuando los cuerpos celestes "se desquiciarán de su asiento... se conmoverán a la voz de Dios". Esto ocurrirá cuando la voz de Dios sacuda también la tierra (PE 41), al comienzo de la séptima plaga (Apoc. 16: 17-20; CS 694-695; PE 341 285; cf. Isa. 34:4; Apoc. 6:14).
SÉPTIMO SELLO
La casi medio hora de silencio en el cielo (Ap.8:1)
En contraste con los espectaculares acontecimientos que siguen a la apertura de los seis primeros sellos, ahora se produce un solemne silencio con la apertura del séptimo. Este silencio ha sido explicado por lo menos de dos maneras. Algunos sostienen que este silencio en el cielo, que sigue a los terribles acontecimientos que suceden en la tierra inmediatamente antes de la segunda venida de Cristo (cap. 6: 14-16), se debe a la ausencia de las huestes angélicas que han abandonado las cortes celestiales para acompañar a Cristo al venir a la tierra (Mat. 25: 31).
Otra opinión explica que este silencio en el cielo es de solemne expectativa (cf. referencias al silencio en PE 15-16; DTG 642). Hasta este momento las cortes celestiales han sido descritas como llenas de alabanza y canto; ahora todo está en silencio, en solemne expectativa por las cosas que están a punto de suceder. Si se entiende de esta manera, este 803 silencio del séptimo sello es un puente entre la apertura de los sellos y el sonido de las trompetas, porque implica que con el séptimo sello aún no se ha completado la revelación, que aún hay más que debe ser explicado en cuanto al programa de los acontecimientos de parte de Dios en el gran conflicto con el mal (ver com. vers. 5)
casi media hora
Algunos intérpretes han entendido este lapso en términos proféticos, en base a que un día representa un año literal (ver com. Dan. 7: 25). Según esta interpretación "media hora" sería aproximadamente igual a una semana literal (cf. PE 16).
Otros sostienen que en las Escrituras no hay un claro fundamento para tomar como tiempo profético un período menor de un día completo, y por eso han preferido entender que "como por media hora" significa solamente no período corto de duración no especificada.
Los adventistas del séptimo día han favorecido en general la primera opinión.
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