sábado, 18 dic. 2021
Considerémonos unos a otros
“Y considerémonos unos a otros para estimularnos al amor y a las buenas obras, no dejando de congregarnos, como algunos tienen por costumbre, sino exhortándonos; y tanto más, cuanto veis que aquel día se acerca” (Hebreos 10:24, 25).
La fidelidad en asistir a la iglesia anima a otros y los estimula al amor y a las buenas obras. En los días iniciales del cristianismo, los creyentes se congregaban y los cultos se celebraban en los hogares.
Algunos en los días de Pablo y algunos otros en el día de hoy, pueden tener por costumbre dejar de congregarse. Quien descuida la comunión con sus hermanos en las reuniones de culto y devoción descuida y perjudica tanto al otro como a sí mismo.
Las palabras de exhortación animan a mantenerse firmes y fieles. A medida que aumentan las dificultades, la exhortación y el ánimo mutuos proporcionan un beneficio aún mayor; cuanto más cerca estamos del día final, más necesitamos “congregarnos”.
Ser considerados unos con otros nos estimula y nos provoca. La exhortación y el ejemplo de nuestros hermanos nos despabila, como las espuelas provocan al caballo o como un vaso de agua fría arrojado en nuestro rostro nos despierta y nos hace entender los tiempos en que vivimos.
“Así también, ahora hemos sido advertidos acerca de la segunda venida de Cristo y de la destrucción que ha de sobrecoger al mundo. Los que presten atención a la advertencia se salvarán” (Elena de White, El Deseado de todas las gentes, p. 588).
Dos veces en el Nuevo Testamento aparece la expresión “congregarnos”, y las dos veces son usadas por Pablo: al escribir a los hebreos desafiando a congregarse en la iglesia y en 2 Tesalonicenses 2:1, “respecto a la venida de nuestro Señor Jesucristo y nuestra reunión con él”. Por la fe aceptamos la gracia, entramos en comunión con Dios, y vivimos una vida fiel y misionera, motivados por la esperanza y por el amor.
En un lugar de Sudamérica, el año pasado, cuando la pandemia profundizaba la crisis y el dolor, un grupo de hermanos, siendo considerados con sus prójimos, salieron a repartir cestas de alimentos. Una familia fue beneficiada y, con emoción, agradecieron porque ya no tenían nada para comer. A cambio, entregaron dos sobres que contenían el diezmo y las ofrendas que habían separado. Ellos podrían haber usado ese dinero, ya que bien lo necesitaban para comer, pero pusieron primero a Dios.
Aun en las circunstancias más difíciles, fueron considerados unos con otros y se exhortaron al amor, a las buenas obras y a la fidelidad.
Por la fe, nos acercamos; por la esperanza, nos mantenemos firmes; y por el amor, somos considerados unos con los otros.
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