INTRODUCCION
“Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Romanos 15: 4).
Estamos casi en el umbral de los más grandes, importantes y solemnes acontecimientos que jamás se hayan registrado en la historia de este planeta llamado Tierra. El Universo entero está a la expectativa del desenlace final de estos futuros acontecimientos, pues han visto a través del tiempo como las profecías anunciadas en la sagrada palabra de Dios, se han estado cumpliendo con singular exactitud y certeza. ¿Cuánto tiempo nos queda para el inicio final de estos eventos?, es el interrogante universal. ¿Un momento?, ¿poco? o ¿quizás nada? Pero a pesar de esta incertidumbre, podemos estar totalmente seguros que nuestro Dios está pendiente de nosotros porque nos ama inmensurablemente, y que además está con la mano al timón y de este modo nos llevará a puerto seguro a pesar de la tormenta que se nos avecina.
El Todopoderoso lo ha prometido, y es por eso que podemos leer con beneplácito promesas al respecto como las siguientes: “No te desampararé, ni te dejaré” (Hebreos 13: 5). “He aquí que en las palmas de las manos te tengo esculpida” (Isaías 49: 16). “No os dejaré huérfanos” (Juan 14: 18).
Y así podamos estar seguros y decir como Pablo:
“¿Quién nos separará del amor de Cristo? ¿Tribulación o angustia? ¿Persecución o hambre? ¿Desnudez, peligro o espada? Dios, que nos ama, nos ayuda a salir más que vencedores en todo. Por eso estoy seguro de que ni la muerte, ni la vida, ni ángeles, ni demonios, ni lo presente, ni lo por venir, ni lo alto, ni lo profundo, ni ninguna otra cosa creada nos podrá separar del amor de Dios, que es en Cristo Jesús Señor nuestro.” (Romanos 8:35,37).
Fuera del cumplimiento exacto de las profecías, también el universo entero ha visto con mucho beneplácito y regocijo el cumplimiento de cada promesa, cada plan, cada pacto y cada una de las múltiples e innumerables bendiciones de Dios hacia sus hijos de este planeta a través de toda su historia, siendo el inmaculado y más grande de todos, el plan de salvación a través de la muerte vicaria de su hijo unigénito en favor nuestro. El precioso regalo no merecido.
En uno de los manuscritos inspirados por el Espíritu de Dios, la hermana White nos trae un mensaje de aliento acerca de nuestro Mediador y Señor Jesucristo y de la maravillosa obra realizada en nosotros a través del Consolador por el estudio de la luz mayor, pero también nos muestra que depende de nosotros si logramos captar esa bella verdad bíblica en todo su esplendor.
Nos habla de la siguiente manera:
“Se han utilizado innumerables plumas para describir la vida y el carácter y la obra mediadora de Cristo, y, sin embargo, para cada mente mediante la cual obra el Espíritu Santo, estos temas parecen frescos y nuevos, en conformidad con la mente y el espíritu del instrumento humano. El Señor Jesús prometió que el Espíritu que enviaría recordaría sus palabras a las mentes de los que estuvieran preparados para recibirlas. Después de su resurrección abrió su entendimiento para que comprendieran las Escrituras. Hasta ese momento, los discípulos no las habían comprendido, porque la escoria de la erudición rabínica había ocultado la verdad de su vista. La verdad, cuando se la recibe, puede expandirse constantemente y alcanzar nuevo desarrollo.
Aumentará en brillo a medida que la contemplamos, y crecerá en altura y profundidad a medida que procuremos captarla. Así nos elevará a la norma de la perfección, y nos dará fe y confianza en Dios como nuestra fortaleza para realizar la obra que tenemos delante.
Necesitamos la verdad como está en Jesús..."En quien tenemos redención por su sangre, el perdón de pecados" (Colosenses 1:14). Esta es la gran verdad práctica que debemos imprimir en el alma. Es de la mayor importancia que todos comprendan la grandeza y el poder de la verdad para los que la reciben” (Manuscrito 153, 1898).
En la medida que pasa el tiempo y nos acercamos al fin, el mensaje antes enunciado por Dios a través de su sierva Elena de White aumenta considerablemente el valor, la fuerza y la frescura de su vigencia; también aumenta grandemente la importancia del contenido de su mensaje y en consecuencia se espera que con el santo poder de convicción aumente la comprensión del mismo por los siervos del Creador, y especialmente por aquellos que han decidido en su corazón servirle fielmente y ser usados como instrumentos en las manos del Alfarero divino, y así la verdad se convertirá en un precioso tesoro en sus corazones y su contenido estará lleno de poder de convicción, para a su vez, ayudar al oyente a comprender las verdades eternas de salvación.
"Nosotros somos colaboradores de Dios"
(1 Corintios 3: 9).
Se nos ha prometido sabiduría a través del Espíritu, la cual Dios predestinó exclusivamente para sus siervos y es por eso que Pablo nos dice:
“Antes como está escrito: Cosas que ojo no vio, ni oreja oyó. Ni han subido en corazón de hombre, son las que ha Dios preparado para aquellos que le aman”
(1 Corintios 2:9).
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