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jueves, 18 de noviembre de 2021

Jueves 18 de noviembre UNA CUESTIÓN DE ADORACIÓN

Jueves 18 de noviembre UNA CUESTIÓN DE ADORACIÓN La adoración es fundamental para la relación de pacto entre el Señor e Israel. Lo que los diferenciaba de todo el mundo que los rodeaba era que solo ellos, como nación, adoraban al Dios verdadero, a diferencia de las diosas y los  dioses  falsos del  mundo pagano,  que en  realidad no eran  dioses en absoluto. “Ved ahora que yo, yo soy, y no hay dioses conmigo” (Deut. 32:39). Lee Deuteronomio 4:19; 8:19; 11:16; y 30:17. ¿Cuál es la advertencia común en  todos  estos  versículos?  ¿Por  qué  esta  advertencia  es  esencial  para  la nación de Israel? Hace miles de años, al igual que hoy, el pueblo de Dios habitó en medio de culturas y entornos con reglamentos, tradiciones y conceptos que a menudo  entraban  en conflicto con  su  fe.  Por lo tanto, el  pueblo  de Dios debía estar siempre en guardia, para que los caminos del mundo, sus ídolos y sus “dioses” no se convirtieran también en objetos de su adoración. Nuestro  Dios  es  un  “Dios  celoso”  (Deut.  4:24;  5:9;  6:15),  y  solo  él,  como nuestro Creador y Redentor, es digno de nuestra adoración. Aquí tampoco hay término medio: o adoramos al Señor, que ofrece vida y bendiciones, o adoramos a cualquier otro dios, que solo puede ofrecer maldiciones y muerte. Lee Apocalipsis 13:1 al 15 y concéntrate en el aspecto de cómo se presenta la adoración allí. Luego compara esos versículos con Apocalipsis 14:6 al 12. ¿Qué sucede aquí en Apocalipsis que refleja la advertencia dada en Deuteronomio (y en todas las Escrituras, en realidad) sobre la adoración falsa? No importa cuán diferente sea el contexto, la situación es la misma: ¿Adorará el pueblo al Dios verdadero, y tendrá vida; o sucumbirá a las presiones, ya sean visibles, sutiles o ambas, para retirar su lealtad de él y enfrentar la muerte? En última instancia, la respuesta está en cada corazón. Dios no  obligó  al  antiguo  Israel  a  seguirlo,  ni  nos  obligará  a  nosotros  tampoco. Como vemos en Apocalipsis 13, la fuerza es lo que emplearán la bestia y su imagen. Dios, en cambio, obra por amor. ¿Cómo  podemos  cerciorarnos  de  que,  siquiera  sutilmente,  no  estamos  retirando lentamente nuestra lealtad a Jesús por algún otro dios?

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