Después de que María se puso celosa, se imaginó que Aarón y ella misma habían sido descuidados, y que la esposa de Moisés era la causa, que ella había influido en la mente de su esposo para que no los consultara sobre asuntos importantes tanto como antes.
El Señor escuchó las palabras de murmuración contra Moisés y se disgustó... Y la ira del Señor se encendió contra ellos, y se fue. Y la nube se apartó del tabernáculo y he aquí que María se puso leprosa, blanca como la nieve... Y clamó Moisés a Jehová, diciendo: Sáname ahora, oh Jehová, te ruego. "Y María fue excluida del campamento durante siete días; y el pueblo no viajó hasta que María fue traída de nuevo".
[Por] las quejas de María contra el siervo escogido de Dios, ella no solo se comportó de manera irreverente con Moisés, sino con Dios mismo, quien lo había elegido. Aarón se sintió atraído por el espíritu celoso de su hermana María. Él podría haber prevenido el mal si no se hubiera compadecido de ella y le hubiera presentado la pecaminosidad de su conducta. Pero en lugar de esto, escuchó sus palabras de queja. Las murmuraciones de María y Aarón quedaron registradas como una reprimenda para todos los que cederán a los celos y se quejarán de aquellos sobre quienes Dios deposita la carga de su obra (Spiritual Gifts, t. 4, pp. 20, 21).
Debemos esgrimir las armas de nuestra milicia contra nuestros enemigos, pero nunca volverlas contra los que se hallan bajo las órdenes de marcha del Rey de reyes, que están peleando virilmente las batallas del Señor de señores. Nadie luche contra un soldado a quien el Señor reconoce, a quien Dios ha enviado para llevar un mensaje especial al mundo, y para hacer una obra especial.
Los soldados de Cristo no siempre revelan perfección en su obra, pero sus errores no deben producir de parte de sus camaradas palabras que debiliten, sino palabras que fortalezcan, y los ayuden a recuperar el terreno que han perdido. No deben tomar la gloria de Dios en deshonor, y dar ventaja a los más acerbos adversarios de su Rey (Mensajes selectos, t. 3, p. 394).
Que los soldados que luchan con ellos no sean jueces severos e irrazonables de sus camaradas, exagerando hasta el máximo todo defecto. No manifiesten los atributos satánicos convirtiéndose en acusadores de los hermanos, pues nos hallaremos falsamente presentados mientras sostenemos la verdad y defendemos la pisoteada ley de Dios; pero no deshonre nadie la causa del Todopoderoso haciendo público algún error que los soldados de Cristo pueden cometer, cuando ese error ha sido visto y corregido por los mismos que han tomado alguna posición falsa...
Dios culpará a los que con falta de sabiduría exponen los errores de sus hermanos, de pecado de mayor magnitud que aquel del cual ellos acusan al que hace un error. La crítica y la condenación a los hermanos es contada como crítica y condenación a Cristo (Mensajes selectos, t. 3, pp. 394, 395).
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