LOS DEMONIOS CREEN Y TIEMBLAN
Cuando hablamos de la fe debemos tener siempre presente una distinción. Hay una clase de creencia enteramente distinta de la fe. La existencia y el poder de Dios, la verdad de su Palabra, son hechos que aun Satanás y sus huestes no pueden negar en lo íntimo de su corazón. La Escritura dice que “los demonios creen, y tiemblan,” (Santiago 2:19) pero esto no es fe.
Donde no sólo existe una creencia en la Palabra de Dios, sino que la voluntad se somete a El; donde se le entrega el corazón y los afectos se aferran a El, allí hay fe, una fe que obra por el amor y purifica el alma. Mediante esa fe el corazón se renueva conforme a la imagen de Dios. Y el corazón que en su estado inconverso no se sujetaba a la ley de Dios ni tampoco podía, se deleita después en sus santos preceptos y exclama con el salmista: “¡Oh cuánto amo tu ley! todo el día es ella mi meditación.” Entonces la justicia de la ley se cumple en nosotros, los que no andamos “conforme a la carne, mas conforme al espíritu.” (Rom. 8:1) CC 63.3
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