Por cuanto la ley moral de los Diez Mandamientos es un reflejo del carácter de Dios, sus principios no son temporales ni sujetos a las circunstancias, sino absolutos, inmutables, y de validez permanente para la humanidad.
“Semejante ley expresión de la mente y la voluntad de Dios, debe ser tan duradera como su Autor”. CS p. 31
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