EL SELLO DE DIOS SERÁ COLOCADO SOBRE LOS QUE LLORAN Y GIMEN POR LAS ABOMINACIONES QUE SE COMETEN (Ezequiel 9:4)
📖 Ezequiel 9:4
“Y le dijo Jehová: Pasa por en medio de la ciudad, por en medio de Jerusalén, y ponles una señal en la frente a los hombres que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen en medio de ella.”
Ezequiel capítulo 8 nos muestra un pueblo principalmente líderes religiosos en completa apostasía. La adoración al sol siempre ha sido la mayor antagonista del culto tributado al verdadero Dios. Para Dios es la más grande de todas las abominaciones.
📖 Ezequiel 8:15, 16.
“Vuélvete aún, verás abominaciones mayores que estas. Y me llevó al atrio de adentro de la casa de Jehová; y he aquí junto a la entrada del templo de Jehová, entre la entrada y el altar, como veinticinco varones, sus espaldas vueltas al templo de Jehová y sus rostros hacia el oriente, y adoraban al sol, postrándose hacia el oriente.”
Esta abominación ocurrió junto al templo de Dios entre la entrada y el altar. Al dar las espaldas al templo dieron las espaldas al arca del pacto de Dios que contiene los diez mandamientos con el sábado como corazón de la ley. Al darle la espalda a Dios el desagrado y la ira de Jehová estaba sobre ellos.
En el capítulo 9 de Ezequiel se presentan ángeles que vienen a destruir, y en medio de ellos viene un ángel con un tintero de escribano con la misión de sellar.
Elena White escribió:
“Estudie el capítulo 9 de Ezequiel. Estas palabras se cumplirán literalmente, y sin embargo el tiempo pasa, y la gente está dormida. Se niegan a humillar sus almas y convertirse”. (1 Manuscritos Revelados 260. Letter 106, 1909, pp 2, 3, 5, 7. 26 de septiembre 1909)
⭕️ Que aplicación tiene esto para el fin del tiempo?
La gran apostasía que siguió a la muerte de los apóstoles pretendió poner el sábado de lado para colocar en su lugar otro día de reposo, el primero de la semana. Actualmente, el mundo llamado cristiano profesa amar y servir a Dios, mientras hacen exactamente lo opuesto a lo indicado por Dios, le están dando la espalda a los Diez Mandamientos y al autor de la ley. (Éx. 31:18; 40:20.)
Pero la Palabra de Dios predice que una gran obra de reforma con respecto al sábado precederá a la segunda venida de Cristo (Isa. 56: 1-2, 6-8; 636 58: 12-13; Apoc. 14: 6-12.
También predice que al mismo tiempo Satanás, el gran caudillo apóstata, ensalzará su propio fraudulento sistema de religión que ostenta un falso día de reposo, el día domingo, como día de culto (Apoc. 13; 14: 9-12; cf. Dan. 7: 25).
Logrará éxito hasta el punto de que podrá unir a todo el mundo en un gran movimiento a favor del domingo (Apoc. 13: 8; 14: 8; 16: 14; 18: 3.
Como resultado de sus esfuerzos, el mundo se dividirá en dos sectores, los que son fieles a Dios y guardan su sábado, y los que se unen al falso movimiento religioso universal y guardan el falso día de reposo. De este modo la observancia del sábado se convertirá en una señal distintiva del verdadero adorador de Dios.
Sin embargo, no es la observancia visible del sábado lo que constituye la señal. El sello representa la aprobación divina que deberán recibir todos los que han de ser ciudadanos del reino de gloria que está a punto de ser establecido. Sólo aquellos cuyas almas hayan sido purificadas se aferrarán al sábado en aquel terrible tiempo de angustia que precederá al retorno de Jesús.
Los guardadores del sábado que no sean sinceros abandonarán las filas del pueblo de Dios y se unirán con Satanás en contra del cielo, en la batalla contra el Rey del universo (TM 473). Así sólo los verdaderamente leales quedarán como únicos defensores del santo sábado de Dios. A ellos se les unirán otros de los verdaderos hijos de Dios, los cuales hasta entonces habrán estado esparcidos en las diferentes iglesias cristianas. Ellos, ante la creciente luz del fuerte clamor, se decidirán por la observancia del sábado y, pese a cualquier oposición, se unirán al pueblo remanente de Dios (CS 669-670).
Se coloca la señal sobre todos los "que gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen". Quienes pertenecen a este grupo se caracterizan
por la profunda angustia que sienten debido a las divisiones que existen entre los que afirman que son seguidores de Dios. Se lamentan y afligen sus almas porque en la iglesia hay todo tipo de avaricia, egoísmo y engaños. Se sienten incapaces de detener la marea de iniquidad y se llenan de dolor y de alarma (2 JT 65-66).
Los que reciban la marca pura de la verdad desarrollada en ellos por el poder del Espíritu Santo y representada por el sello del hombre vestido de lino, son los que “gimen y que claman a causa de todas las abominaciones que se hacen” en la iglesia. Joyas de los Testimonios 1:336.
Los que no sienten pesar por su propia decadencia espiritual ni lloran por los pecados ajenos, quedarán sin el sello de Dios... MSV76 238.3
Los que pertenecen al otro sector procuran encubrir los males que existen y disculpar la gran impiedad que prevalece por doquiera. Afirman que Dios es demasiado bueno y demasiado misericordioso como para castigar el mal. Dicen que el Señor no hará ni bien, ni mal. Aseveran que Dios no espera que el
hombre alcance una norma tan elevada, y que se satisfará con que el hombre tenga un mero deseo de hacer el bien.
Pero el Señor no puede modificar su norma. Hacer eso equivaldría a cambiarse él mismo. Al contrario, proporciona gracia para el logro de toda virtud y la corrección de todo defecto. Pide de todo cristiano que aproveche al máximo lo que Dios le concede. No exige nada menos que la perfección. Si no está en perfecta relación con Cristo, el alma no podrá recibir el sello de Dios cuando concluya el tiempo de gracia.
Comenzaréis por mi santuario
La primera aplicación de este decreto indica el fin del tiempo de gracia de Jerusalén. Dios había agotado sus recursos en sus exhortaciones al rebelde Israel. Quitaría su poder represor que frenaba a los invasores caldeos. Sin misericordia, los ejércitos caldeos ejecutarían la orden de matar "a viejos jóvenes... hasta que no quedara ninguno".
Habrían de comenzar por el santuario,
donde se habían concentrado los horrendos pecados del pueblo.
Estas escenas volverán a verse en los últimos días. Entonces también el juicio habrá de comenzar por la "casa de Dios" (1 Ped. 4: 17), con aquellos a quienes Dios ha dado gran luz y que han sido los guardianes espirituales del pueblo, pero han traicionado su cometido (2JT 65-66).
Estos pastores infieles serán primero maltratados por los que han sido engañados por ellos ( PE 282). Más tarde perecerán en la destrucción general que precede y acompaña a la segunda venida de Cristo (Apoc. 15-19).
Fuentes utilizadas: CBA
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