Nuestro maravilloso Dios
viernes, 02 sept. 2022
Dios de maravillas
«Pedro, poniéndose en pie con los once, alzó la voz y les habló diciendo: "judíos y todos los que habitáis en Jerusalén, esto os sea notorio, y oíd mis palabras, pues estos no están borrachos, como vosotros suponéis, puesto que es la hora tercera del día. Pero esto es lo dicho por el profeta Joel: En los postreros días -dice Dios-, derramaré de mi Espíritu sobre toda carne, y vuestros hijos y vuestras hijas profetizarán; vuestros jóvenes verán visiones y vuestros ancianos soñarán sueños"». Hechos 2: 14-17
EL PEDRO QUE SE MENCIONA EN NUESTRO TEXTO DE HOY, ¿es el mismo que semanas antes negara a Jesús con maldiciones en sus labios? La respuesta es, sí; el mismo Pedro. Pero, ¿Cómo puede ser que ayer niegue a Jesús y hoy lo proclame «Señor y Cristo» (Hech. 2: 36)?
Hay una explicación. Aunque quien habla en Pentecostés es Pedro; en realidad, no es el mismo Pedro. Este es un Pedro perdonado y, además, convertido. ¿Qué produjo ese cambio tan profundo?
Todo comenzó con la mirada. Después de negar a Jesús, dice la Escritura que «el Señor se volvió y miró directamente a Pedro. Entonces Pedro se acordó de lo que el Señor le había dicho: “Hoy mismo, antes de que el gallo cante, me negarás tres veces"» (Luc. 22: 61, NVI). En esa mirada, dice El Deseado de todas las gentes, Pedro vio «profunda compasión y pesar, pero no había ira» (cap. 75, p. 672).
Luego Pedro se enteraría de que el ángel que anunció la resurrección lo mencionó a él por nombre: «No os asustéis; buscáis a Jesús nazareno, el que fue crucificado. Ha resucitado, no está aquí; mirad el lugar en donde lo pusieron. Pero id, decid a sus discípulos, y a Pedro, que él va delante de vosotros a Galilea; allí lo veréis, como os dijo» (Mar. 16:6-7). ¿Por qué lo mencionó por nombre? Porque Pedro necesitaba escuchar que «su arrepentimiento era aceptado, y perdonado su pecado» (ibíd., p. 750).
Finalmente, se produciría el encuentro, junto al mar de Tiberias (Juan 21: 1). Tres veces el Señor le preguntó si lo amaba, y también tres veces le encomendó el cuidado de sus ovejas.
¿Captamos la idea? A ese Pedro, perdonado y convertido, el Espíritu Santo lo escogió para que hablara en el nombre de Dios en el Pentecostés. Ahora la gran pregunta: si Dios perdonó a Pedro, y le asignó una obra, ¿seguiremos pensando que nuestros pecados son tan grandes que Dios no los puede perdonar? ¿Seguiremos pensando que ya no nos quiere usar?
La buena noticia para comenzar este día es que Dios, además de querer perdonarte, por la preciosa sangre del Cordero; también quiere contar contigo para que proclames a su Hijo «Señor y Cristo».
¿Se puede pedir más?
Padre celestial, por fe en la sangre de tu amado Hijo, hoy acepto tu perdón; y también el honor de proclamarlo Señor y Cristo.
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