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miércoles, 17 de agosto de 2022

Lección 8 | Miércoles 17 de agosto ECHAR TODA NUESTRA ANSIEDAD

Lección 8  | Miércoles 17 de agosto ECHAR TODA NUESTRA ANSIEDAD Hay una placa que algunos tienen en sus hogares que dice: “¿Por qué orar, cuando puedes preocuparte?” Nos hace reír, porque sabemos con qué frecuencia nos preocupamos en lugar de acudir a Dios y darle nuestras preocupaciones. Alguien dijo cierta vez que cuando en nuestra vida esté todo enredado, debemos dársela a Dios y permitir que él desate los nudos. Cuántos deseos tendrá Dios de hacer esto por nosotros. Sin embargo, es increíble cómo nos las arreglamos para aferrarnos a nuestros problemas hasta que estamos a punto de estallar. ¿Por qué esperamos hasta estar desesperados antes de acudir a Dios? Lee 1 Pedro 5:7. Pedro cita Salmos 55:22. ¿Cuál es el mensaje básico para nosotros? Ver también Mateo 6:25 al 33. Este es un versículo muy sencillo. No esconde ningún secreto, y significa literalmente lo que expresa. Echar significa hacer precisamente eso, arrojar, entregar, de modo que lo que causa dolor y preocupación ya no tenga ninguna conexión con nosotros. Pero, por supuesto, no arrojamos nuestras cargas a cualquier parte. Nuestra preocupación no desaparece en el vacío. Se la damos a nuestro Padre celestial, quien promete resolverla. Eso es lo que Jesús nos asegura en los versículos de Mateo. El problema para ponerlo en práctica no es que sea difícil, sino todo lo contrario: parece demasiado fácil, demasiado bueno para ser verdad. Hay muchas cosas que causan ansiedad. Podría ser la presión del trabajo, la crítica inesperada, la sensación de que no nos quieren o que no nos aman, las preocupaciones financieras, los problemas de salud, la impresión de que no somos lo suficientemente buenos para Dios, pensar que no somos perdonados y otras. Sin importar cuáles sean, una de las razones por las que nos aferramos a nuestros problemas es que creemos que podemos resolverlos mejor que nadie. Pero Pedro nos insta a reconsiderar esa idea. La razón por la que no tenemos que preocuparnos es que a Dios le importa. Pero ¿a Dios todavía le importa lo suficiente como para intervenir cuando se avecina un divorcio o nos sentimos totalmente inútiles? La Biblia afirma que le importa lo suficiente como para transformar cualquier situación. ¿Qué cosas te preocupan ahora? Aunque sean legítimas y parezcan angustiosas, ¿hay algo demasiado difícil para Dios? Quizá nuestro mayor problema sea que, aunque creemos que Dios está al tanto y puede solucionarlas, no creemos que las resolverá como nos gustaría a nosotros. Medita sobre esto último y cuestiónate si es así en tu vida.

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