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jueves, 18 de agosto de 2022

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 jueves, 18 ago. 2022 
 ¿Renunciar a mis sueños? 

 « "Ustedes traen animales ciegos para el sacrificio, y piensan que no tiene nada de malo; sacrifican animales cojos o enfermos, y piensan que no tiene nada de malo. ¿Por qué no tratan de ofrecérselos a su gobernante?». Malaquías 1: 8, NVI 

  SI, AL IGUAL QUE YO, has escuchado un discurso de graduación, ya sabes cuáles son las expresiones que por lo general el orador usa para motivar a los estudiantes: «Sueña en grande»; «No desistas de tus sueños»; «Sacrifica todo para lograr tus sueños».

Tiene que haber sido muy extraño, por lo tanto, escuchar a Andy Nash --pastor y profesor adventista—, exhortar a un grupo de graduandos de secundaria a renunciar a sus sueños. La experiencia la relata él en su artículo «Give up your dreams» («Desiste de tus sueños») * Ahí Nash explica que su consejo no consiste en que no tengamos aspiraciones, o que no nos esforcemos para alcanzarlas. Es, más bien, que no permitamos que esos sueños lleguen a ser tan importantes en nuestra vida, que ocupen en nuestro corazón el lugar que solo corresponde a Dios.

Hacia el final de su discurso, Nash les pidió a los graduandos leer esa noche el capítulo uno de Malaquias. ¿Por qué Malaquias? Porque ese primer capítulo habla, precisamente, de entregar a Dios lo mejor: «“Ustedes traen animales ciegos para el sacrificio - dice Dios--y piensan que no tiene nada de malo. [...]. ¿Por qué no tratan de ofrecérselos a su gobernante?» (Mal. 1: 8, NVI).

En lugar de traer al altar del sacrificio lo mejor, el pueblo en tiempos de Malaquías estaba entregando a Dios lo peor. Lo que ni los sacerdotes ni el pueblo entendían era que un sacrificio, por definición, «duele»; es decir, «cuesta». En palabras de Nash, «significa que estamos “soltando" aquello a lo cual queremos aferrarnos, para colocarlo en las manos de Dios». Pero aquí viene lo más interesante. Resulta que el sacerdote consumía una porción de lo sacrificado. ¿Qué clase de carne comía el sacerdote cuando el animal que había ofrecido estaba enfermo? ¿Comía lo mejor o lo peor?

La lección para nosotros es que, cuando entregamos a Dios lo mejor, él nos devuelve también lo mejor. Cuando le damos al Señor lo mejor de nuestros talentos, recursos, o sueños, además de honrar su nombre, estamos permitiendo que él queme nuestra ofrenda con el fuego de su Santo Espíritu, y nos devuelva una porción, refinada con su bendición. ¡No permitamos que lo mejor que tenemos nos aleje de Dios, en lugar de acercarnos más a él!

¿Cuál es tu sueño más preciado? Este es el consejo de Nash: confíale a Dios lo mejor que tienes y luego prepárate para observar lo que él es capaz de hacer.

Amado Padre celestial, en este momento te entrego mis sueños más queridos. Quiero que seas tú, y solo tú, quien ocupe el primer lugar en mi corazón.

*Andy Nash, «Give up your dreams», en Adventist Review, mayo de 2015, p. 58.

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