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domingo, 24 de julio de 2022

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 domingo, 24 jul. 2022 
 ¿Poner condiciones a Dios? 

 «Allí (en Betel) Jacob hizo este voto: "Si Dios me acompaña y me protege en este viaje que ahora hago, y me da pan para comer y ropa para vestirme, y me hace volver en paz a la casa de mi padre, entonces el Señor será mi Dios"». Génesis 28: 20-21 

  ¿PONE LA FE CONDICIONES para hacer una entrega de la vida a Dios? Por supuesto que no, pero eso es lo que Jacob parece estar haciendo en nuestro texto para hoy: «Si Dios me acompaña, si me protege, si me da pan... entonces será mi Dios».

Suena más bien a regateo, ¿no es verdad? De este tipo de fe escribe Philip Yancey cuando distingue la fe «si» de la fe «aunque» La primera dice: «Si Dios me prospera, si me sana, si responde mis oraciones... entonces creeré». La segunda dice: «Aunque Dios no me prospere, aunque no me sane de esta enfermedad, aunque me quede sin trabajo, seguiré creyendo en él».*

La fe del tipo «aunque» nos recuerda al salmista cuando dice: «Aunque ande en valle de sombra de muerte, no temeré mal alguno, porque tú estarás conmigo» (Sal. 23: 4); y también a Job cuando, al defender su integridad, exclama: «Aunque el Señor me mate, yo en él confío» (Job 13: 15, RVC). ¿Por qué estos héroes de la fe llegaron a desarrollar tal confianza en Dios? Porque la verdadera fe es el resultado de una relación personal en la que el creyente se apoya completamente en las promesas divinas, sin poner condiciones.

Jacob no tenía este tipo de fe cuando se apoderó por engaño de la primogenitura. Primero mintió a su padre, Isaac, diciendo que él era Esaú; y luego, cuando Isaac le preguntó cómo pudo cazar el animal tan rápido, él respondió: «El Señor tu Dios me ayudó a encontrarlo» (Gén. 27:20, DHH). Obviamente, para entonces el Dios de su padre todavía no era su Dios.

Lo más increíble --Y, a la vez, hermoso del relato, es que mientras Jacob pone condiciones para que el Señor sea su Dios, en ningún momento Dios pone condiciones para amarlo. Mientras Jacob huye de Esaú, Dios se le aparece en Betel y le promete su protección. Mientras trabaja con su tío Labán, en Harán, Dios lo prospera; y cuando, al saber que Esaú se acerca con cuatrocientos hombres, Jacob ora pidiendo protección, Dios lo visita en Peniel y le da su bendición.

¿Estás poniendo condiciones para hacerle una entrega completa de tu corazón a Jesús? No lo hagas. Él no pone condiciones para amarte. Resuelve hoy que, aunque Dios no te concediera lo que más deseas en esta vida, aun así lo seguirías amando. Señor, aunque todavía no entiendo el porqué de muchas cosas que me suceden, hoy resuelvo entregarte mi corazón sin poner condiciones. Es así como tú me amas, y así yo también quiero amarte.

*Philip Yancey, Reaching for an Invisible God, Zondervan, 2000, pp. 52-53.

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