Nuestro maravilloso Dios
sábado, 16 jul. 2022
«El Señor es mi estandarte»
«Los amalecitas vinieron a Refidin y atacaron a los israelitas. Entonces Moisés le ordenó a Josué: "Escoge algunos de nuestros hombres y sal a combatir a los amalecitas. Mañana yo estaré en la cima de la colina con la vara de Dios en la mano"». Éxodo 17:8-9, NVI
NUESTRO TEXTO DE HOY nos presenta la primera ocasión en la que el IV registro bíblico menciona el nombre de Josué. ¡Y en qué circunstancias! En un acto despiadado, y además cobarde, los amalecitas «atacaron por la espalda a todos los rezagados» del pueblo (Deut. 25: 18, NVI). Entonces Moisés ordenó a Josué que seleccionara a un grupo de hombres para responder a la cruel agresión, pero ¿cómo lograrían la victoria, especialmente contra un enemigo bien entrenado y, además, conocedor del territorio?
La respuesta está en nuestro versículo: mientras que Moisés intercedería por el pueblo en la colina, Josué y sus hombres combatirían a Amalec en el valle. Dicho de otra manera, el poder divino y el esfuerzo humano se unirían para triunfar sobre el astuto enemigo.
Dice la Escritura que eso fue exactamente lo que sucedió ese día en Refidin. Por un lado, salió Josué a pelear contra los amalecitas; por el otro, Moisés, Aarón y Hur subieron a la cima de la colina. Entonces se produjo un suceso de lo más «extraño»: «Cuando alzaba Moisés su mano, Israel vencía; pero cuando él bajaba su mano, vencía Amalec. Como las manos de Moisés se cansaban, tomaron una piedra y la pusieron debajo de él. Moisés se sentó sobre ella, mientras Aarón y Hur sostenían sus manos, uno de un lado y el otro del otro; así se mantuvieron firmes sus manos hasta que se puso el sol. Y Josué deshizo a Amalec y a su pueblo a filo de espada» (Exo. 17: 11-13).
Hay una lección para nosotros aquí. Moisés y Josué sabían que la victoria solo sería posible gracias al poder de Dios; sin embargo, cumplieron fielmente su parte: mientras uno oraba en la colina, el otro peleaba en el valle.
Para que el pueblo nunca olvidara tan señalada victoria, Moisés ordenó que se edificara un altar conmemorativo. Ese altar hablaría de cuál es el final de quienes se atreven a desafiar a Dios; y recordaría a Josué y a las generaciones futuras todo lo bueno que sucede cuando el poder divino se combina con el esfuerzo humano. ¿Qué nombre le dio Moisés al altar? «Lo llamó "el Señor es mi estandarte"» (Éxo. 17: 16, NVI).
¿Tienes un «estandarte», una bandera, para enfrentar tus batallas? Mi bandera dice: «Todo lo puedo en Cristo que me fortalece». Cada vez que «Amalec» quiere atacarme, esa bandera me recuerda que el Señor está conmigo; y que, mientras yo esté apoyado en la fortaleza de su poder, nada me podrá vencer.
Padre celestial, hoy quiero levantar bien en alto mi estandarte, para que otros sepan que, en Cristo, somos «más que vencedores por medio de aquel que nos amó».
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