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jueves, 16 de junio de 2022

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 jueves, 16 jun. 2022 
 La «basurita» en el ojo ajeno 

 «No juzguen por las apariencias, juzguen con justicia». Juan 7: 24, NVI 

  ¿TE HAS PREGUNTADO ALGUNA VEZ por qué somos tan rápidos en juzgar la conducta ajena? Fritz Heider, psicólogo austriaco del siglo XX, llamó a esta tendencia «inferencia casual», o «psicología del sentido común», y consiste, sencillamente, en que juzgamos a los demás por las cosas que hacen.

«¿Y cuál es el problema en juzgar a los demás por lo que hacen?», preguntará alguien. El problema radica en nuestra capacidad de inferir; es decir, de ir más allá de lo que perciben nuestros sentidos: basados en lo que hemos visto u oído, sacamos conclusiones apresuradas que comienzan cuestionando la conducta de la persona y terminan cuestionando a la persona misma.

El relato de la mujer y el paraguas ilustra bien el punto. Es la historia de una dama de Búfalo, Nueva York, que mientras sale de una tienda, distraídamente toma el paraguas de otra mujer. Esta, al darse cuenta de la equivocación, la intercepta y le señala que el paraguas es suyo. Apenada, la mujer pide disculpas, devuelve el artículo y se dispone a salir de la tienda cuando recuerda que necesita comprar paraguas para sus hijas y para ella. Y así lo hace.

Más tarde, ese mismo día, la señora abordó un autobús con sus paraguas en mano. Y adivina qué. ¡Ahí también estaba la mujer con la cual había tenido el incidente en la mañana! Apenas esta la vio con su «colección de paraguas, le dijo con una sonrisita acusadora en su rostro:

-¡Veo que ha tenido un día muy productivo! *

Esto es lo que sucede cuando juzgamos según las apariencias: nos estrellamos. ¿Por qué? William Barclay señala tres razones. Una, nunca tenemos a nuestra disposición todos los hechos que explican por qué una persona actúa como lo hace. Dos, nuestro juicio nunca es imparcial. Toda una multitud de factores internos y externos afectan nuestra capacidad para evaluar lo que sucede alrededor. Y tres, ninguno de nosotros es suficientemente bueno como para juzgar a otros.**

Precisamente porque no somos suficientemente buenos, el Señor Jesús dijo: «¿Por qué te fijas en lo malo que hacen otros, y no te das cuenta de las muchas cosas malas que haces tú? Es como si te fijaras que en el ojo del otro hay una basurita, y no te dieras cuenta de que en tu ojo hay una rama» (Mat. 7:3-4, TLA).

¿Cómo contrarrestar esta tendencia de mirar «la basurita» en el ojo ajeno? Leamos: «No puede haber espíritu de crítica ni de exaltación en los que andan a la sombra de la cruz del Calvario» (El discurso maestro de Jesucristo, cap. 6, p. 81).

Padre celestial, hoy quiero caminar «a la sombra de la Cruz del Calvario». Solo así podré dar el justo valor a cada ser humano.

*Joe Engelkeimer, Preparad el camino, Publicaciones Interamericanas, 1972, p. 53.

**William Barclay, The Gospel of Matthew, t. 1, The Westininster Press, 1975, pp. 263-265.

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