Nuestro maravilloso Dios
lunes, 13 jun. 2022
Un amigo en tiempos difíciles
«El amigo siempre es amigo, y en los tiempos difíciles es más que un hermano». Proverbios 17: 17, TLA
¿PUEDES, EN ESTE INSTANTE, pensar en un amigo, una amiga, a quien acudirías en cualquier dificultad con la seguridad de que no te va a fallar? No sé si el apóstol Pablo conocía el proverbio que hoy sirve como nuestro texto base, pero no dudo de que conocía el valor de un amigo en tiempos de necesidad, porque eso fue exactamente Aristarco para él.
¿Quién era Aristarco, y qué cosa importante hizo para que hoy lo recordemos? De este héroe de la fe muy poco se dice en las Escrituras. Apenas sabemos que era oriundo de Tesalónica (Hech. 20:4), y que su nombre aparece mencionado unas pocas veces, siempre en relación con el ministerio del apóstol Pablo.
Donde primero nos topamos con Aristarco es en medio de un alboroto en Éfeso, instigado por un tal Demetrio. Este hombre, que hacía figurillas de plata representativas del templo de la diosa Diana, logró convencer a sus colegas de oficio para que se opusieran a la predicación del apóstol Pablo (Hech. 19: 23-41), alegando que sus doctrinas atentaban contra la majestad de la patrona de los efesios. Fue así como, instigados por Demetrio y los plateros, «enseguida toda la ciudad se alborotó». La turba entró al teatro, y arremetió contra los discípulos, «arrastrando a Gayo y a Aristarco, compañeros de viaje de Pablo» (vers. 29, NVI).
Luego encontramos a Aristarco acompañando a Pablo cuando naufragó el barco donde viajaba a Roma, como prisionero (Hech. 27: 1-2). Finalmente, ya encarcelado, Pablo se refiere a Aristarco como uno de sus colaboradores, y también como «mi compañero de prisiones» (File. 24; Col. 4: 10).
¿Su «compañero de prisiones»? ¿Será que Aristarco se hizo prisionero para así sufrir las penalidades de la prisión junto al apóstol? Es posible porque, según el Comentario bíblico adventista, los romanos permitían esta concesión. * Si este era el caso, entonces Aristarco fue un prisionero voluntario, por causa de Jesús y del anciano apóstol.
¿Hizo Aristarco algún milagro? ¿Se bautizaron miles por su predicación? ¿Fue protagonista de alguna misión especial? Pues, a decir verdad, nada de esto. Pero al estar cerca del apóstol Pablo en los momentos más difíciles -el tumulto en Éfeso, la tormenta en el mar, la cárcel en Roma—, confirmó la gran verdad de que «el amigo siempre es amigo, y en los tiempos difíciles es más que un hermano».
¿Hay en tu vida un amigo, una amiga, de este calibre? Pues, si es así, este es un buen momento para dar gracias a Dios por ese valioso tesoro; ¡y también para decirle a esa persona lo mucho que valoramos su amistad!
Gracias, Padre, por los amigos que permanecen a mi lado en los tiempos difíciles. Ayúdame a valorar su amistad, y a ser un fiel amigo para ellos. Sobre todo, gracias por Jesús, mi mejor Amigo y mi bendito Salvador.
*Comentario bíblico adventista, t. 7, p. 22
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