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domingo, 12 de junio de 2022

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 domingo, 12 jun. 2022 
 Creer que Dios puede 

 «Dime qué tienes en tu casa». 2 Reyes 4:2 

  UNO DE MIS RELATOS FAVORITOS DEL ANTIGUO TESTAMENTO es el del aceite de la viuda (2 Rey. 4: 1-7). El esposo de esta mujer, un profeta, había muerto y el acreedor estaba reclamando el pago de una vieja deuda. No pagarla equivalía a tener que entregar a sus dos hijos en servidumbre. Con esta carga en su corazón, la mujer acudió al profeta Eliseo.

«Dime qué tienes en tu casa» (vers. 2). Con estas palabras el profeta de Dios respondió al clamor de la viuda. Y ya aquí encontramos la primera razón por la cual este relato es tan especial. ¿Por qué Eliseo pregunta a la viuda qué tiene en su casa si ya sabe que su condición es de extrema pobreza? Porque para darnos lo que necesitamos, Dios siempre comienza con lo que ya tenemos.

«Tu sierva no tiene ninguna cosa en la casa, sino una vasija de aceite», respondió la viuda. ¡Apenas una vasija de aceite! Muy poca cosa, ¿verdad? No para Dios. Recordemos que Moisés solo tenía una vara en su mano cuando Dios lo comisionó para liberar a su pueblo; y solo bastaron cinco panes y dos peces para que el Señor alimentara a toda una multitud.

¿Qué instrucción dio entonces el profeta a la viuda? Ella debía conseguir muchas vasijas vacías. Luego, en privado, ella y sus hijos debían llenarlas con aceite. Aquí está la segunda lección del relato. La cantidad de aceite que la viuda obtendría sería proporcional a la cantidad de vasijas vacías que consiguiera. Y esto último dependía de cuánta fe ella tenía en las palabras del profeta. ¿Cuántas vasijas logró conseguir? Según se desprende del relato, muchas, porque después de ocurrido el milagro, Eliseo le dijo que vendiera el aceite, le pagara al acreedor y vivieran ella y sus hijos de lo que les sobrara (vers. 7). ¿Cuál es la segunda lección? Dios siempre nos da mucho más de lo que necesitamos o le pedimos, ¡pero primero hemos de creer que él lo puede hacer!

¿Tienes necesidades apremiantes ahora mismo? ¿Crees que tus talentos son pocos y que no lograrás progresar mucho en la vida? ¿Sientes que tu contribución, comparada con la de otros, es poca? El milagro del aceite de la viuda nos enseña que no hay límites para lo que Dios puede hacer cuando, con fe, le consagramos lo poco o mucho que tenemos. ¡Y también nos enseña que cuando Dios da, lo hace de una manera más abundante de lo que jamás imaginamos!

«¿Qué tienes en tu casa?» Hoy podría ocurrir el milagro.

Padre celestial, hoy quiero poner en tus manos lo poco que tengo, sean posesiones o talentos. Multiplícalo, Señor, de acuerdo a tu voluntad, y para tu gloria.

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