Nuestro maravilloso Dios
domingo, 06 mar. 2022
«¿Quieres ser sano?»
«El que estaba sentado en el trono dijo: "Yo hago nuevas todas las cosas"». Apocalipsis 21:5
«¿QUIERES SER SANO?». Esta fue la pregunta que hizo el Señor Jesús a un hombre que había estado imposibilitado durante 38 años, y que, según su propio testimonio, esperaba que las aguas del estanque de Betesda lo sanaran.
Siempre me ha llamado la atención esta pregunta. A simple vista, pareciera no tener sentido. Sin embargo, ¿hizo Jesús alguna vez una pregunta sin sentido? Bien podría haber sucedido que el paralítico ya se había «acostumbrado» a su enfermedad; es decir, ya se había acostumbrado a vivir sin responsabilidad alguna porque, debido a su condición, otros cuidaban de él. Si ese era el caso, ¿por qué cambiar la seguridad que le brindaba su condición de enfermo por un futuro desconocido?
Por supuesto, estas son solo suposiciones. Sin embargo, hay otra pregunta que conviene considerar: así como existe la posibilidad de que un enfermo no quiera ser sanado, ¿podría darse el caso de un pecador que no desee ser perdonado? La respuesta es, de nuevo, si porque el perdón tiene implicaciones. Una de ellas es que el pecador perdonado debe cambiar el rumbo de su vida, y ¿cuántos están dispuestos a cambiar?
Este punto nos trae de regreso al caso del paralítico de Betesda. Según el relato bíblico, después de haber sido sanado, Jesús lo encontró en el templo. ¿Qué le dijo el Señor, entonces? «Mira, has sido sanado; no peques más, para que no te suceda algo peor» (Juan 5: 14, énfasis añadido). En otras palabras, la enfermedad del hombre había sido producto de una vida de pecado. ¿Habrá sido esta la razón por la que el Señor le preguntó si deseaba ser sanado? Ser sanado significaba que se abría la posibilidad de volver a la vida antigua, la clase de vida que lo había llevado a su deplorable condición. ¿Deseaba él eso?
Hoy el Señor se acerca a ti y a mí, y nos pregunta: «¿Quieres ser sano?» «¿Quieres ser perdonado?». Obviamente, la respuesta debería ser sí. Pero... ¿deseamos de verdad ser perdonados? Desear ser perdonados significa que no hemos de seguir viviendo como antes. Significa que ahora odiamos lo malo que antes amábamos. Significa, en resumen, que la vida antigua quedó atrás, porque ahora somos nuevas criaturas, que vivimos para la gloria de Aquel que dijo: «Yo hago nuevas todas las cosas».
¿De verdad quieres ser sano? ¿De verdad quieres ser perdonado? Si este es tu deseo, ahora mismo puedes pedirle a tu Padre celestial que transforme tu corazón y que, según su promesa, haga de ti una nueva criatura, en Cristo Jesús.
Padre celestial, concédeme hoy tu sanidad, y también dame tu perdón. Pero ayúdame, por favor, a vivir como es digno de un hijo tuyo que ha sido perdonado por la preciosa sangre del Cordero que fue inmolado.
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