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martes, 22 de febrero de 2022

Matutina para Adultos

Nuestro maravilloso Dios 
 martes, 22 feb. 2022 
 El lugar secreto de oración 

 «El Señor es bueno, es un refugio en el día de la angustia. El Señor conoce a los que en él confían». Nahúm 1:7, RVC 

  ¿TIENES UN LUGAR FAVORITO DE ORACIÓN?

Natanael, «el de Caná de Galilea» (Juan 21:2), estaba en su lugar favorito de oración cuando Felipe lo encontró para decirle que habían hallado «a aquel de quien escribieron Moisés, en la Ley, y también los Profetas: a Jesús hijo de José, de Nazaret» (Juan 1: 45). Pero bastó que Felipe dijera «Nazaret», para que el prejuicio indujera a Natanael a preguntar: «¿De Nazaret puede salir algo bueno?» (vers. 46).

Nazaret no había sido mencionada por los profetas como lugar de origen del Mesías; además, era un pueblo «muy poco distinguido».* ¿Cómo podría, por lo tanto, provenir de Nazaret el esperado Mesías? Natanael, sin embargo, no poseía toda la información. Aunque Jesús había crecido en Nazaret, no había nacido en Nazaret, sino en Belén; y de Belén sí habían hablado los profetas (ver Miq. 5:2). Lo cierto del caso es que Felipe no respondió a la pregunta de Natanael, sino que se limitó a decirle: «Ven y ve» (vers. 46). Dice el relato bíblico que «cuando Jesús vio a Natanael que se le acercaba, dijo de él: “¡Aquí está un verdadero israelita en quien no hay engaño!"» (vers. 47). Grande tiene que haber sido la sorpresa de Natanael.

--¿De dónde me conoces? —preguntó.

-Antes que Felipe te llamara, cuando estabas debajo de la higuera, te vi (vers. 48).

Estas palabras revelan que Natanael nunca estuvo solo en su lugar secreto de oración. En ese lugar ya lo había visto el Salvador. Aún más, según El Deseado de todas las gentes, cuando Felipe lo encontró, Natanael «estaba rogando a Dios que si el que había sido anunciado por Juan (el Bautista) era el Libertador, se lo diese a conocer» (cap. 14, p. 118). Dios no lo chasqueó.

Apreciado amigo, amiga, cuando el desánimo se quiera apoderar de ti, y creas que Dios te ha olvidado, recuerda que Aquel que vio a Natanael debajo de la higuera, también te ve ti en tu lugar secreto de oración. Más aún, también te conoce de manera personal. Él sabe de las preocupaciones que ahora mismo te están robando la paz, así como también de los anhelos más arraigados en tu corazón. Lo mejor de todo es que, en el tiempo oportuno, responderá tu oración según lo que sea mejor para ti.

¿Qué tal si ahora mismo, no importa dónde te encuentres, das gracias por ese maravilloso Salvador que es Cristo el Señor?

Gracias, Señor Jesús, porque tus ojos no se apartan de mí, porque me conoces por nombre, y porque siempre estás atento a mis súplicas y oraciones.

*William Barclay, The Gospel of John, t. 1, The Westminster Press, 1975, 1, p. 92.

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