Nuestro maravilloso Dios
domingo, 02 ene. 2022
¡La misma vaca!
«He aquí que yo hago cosa nueva; pronto saldrá a luz, ¿no la conoceréis?». Isaías 43: 19
UN VIEJO RELATO que cuenta el pastor Robert H. Pierson, dice que hace años una locomotora se desplazaba por las praderas de la llanura central de los Estados Unidos, cuando tuvo que frenar bruscamente. De inmediato, el conductor se bajó, resolvió el problema y regresó a su asiento, listo para seguir adelante con el viaje.
-¿Qué pasó? le preguntó un pasajero al conductor. -Una vaca estaba sobre los rieles.
En cuestión de segundos la locomotora continuó su pesado viaje. Por momentos todo marchó bien, hasta que nuevamente se oyó el chirrido de los frenos. Saltando rápidamente de su asiento, el conductor inspeccionó la situación y regresó a su puesto.
-¿Ahora qué pasó? —le preguntó el mismo pasajero—. ¿Otra vaca? —No. ¡La misma vaca!*
¿La moraleja? En opinión del pastor Pierson, «la misma vaca en los rieles» ilustra bien nuestra habitual tendencia a resistir el cambio. «En la obra de Dios, alrededor del mundo-escribe el pastor Pierson“, “la misma vaca" está echada sobre los rieles bloqueando las ruedas del progreso». En otras palabras, para avanzar como iglesia, hemos de cambiar muchos de los mismos planes, las mismas estrategias, los mismos métodos, si queremos obtener mejores resultados. En su momento, esas estrategias cumplieron su función, ¿pero cuán relevantes son en la iglesia de hoy?
Muy oportuna la observación del pastor Pierson. Lo era cuando escribió estas palabras, siendo el presidente de la Asociación General (1966-1979), ¡y lo es mucho más ahora, en el siglo XXI! Al comenzar este nuevo año, ¿qué podemos hacer de modo que el mundo sepa del incomparable amor de un Dios que «ha dado a su Hijo unigénito, para que todo aquel que en él cree no se pierda, sino que tenga vida eterna»? (Juan 3:16).
Y en un plano más personal, ¿qué cambios conviene introducir en nuestra vida de modo que no tropecemos vez tras vez «con la misma vaca»? ¿Qué cambios deberíamos introducir, por ejemplo, en nuestra vida familiar, de modo que pasemos más tiempo con nuestros seres queridos? ¿Cómo podríamos realizar nuestro trabajo diario para que sea más eficiente? Sobre todo, ¿qué cambios hemos de introducir en nuestro programa diario para tener más tiempo para la comunión con Dios?
Este es el primer día del resto de nuestra vida. ¿Qué tal si, comenzando hoy, imitamos más de cerca al Dios que hace nuevas todas las cosas?
Padre celestial, tú que «abres caminos en el desierto y ríos en la tierra estéril», inspira en mí la frescura de nuevas ideas, nuevas resoluciones, nuevos planes, de un modo tan señalado que el resultado sea un reavivamiento y una reforma en mi vida.
* Robert H. Pierson, How to Become a Successful Christian Leader, Pacific Press, 1978, p. 144. ** Ibíd.,p. 149.
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