Pablo: Reavivado por una pasión
viernes, 03 dic. 2021
Vivir en cámara lenta
“Dios no es injusto para olvidar vuestra obra y el trabajo de amor que habéis mostrado hacia su nombre, habiendo servido a los santos y sirviéndolos aún” (Hebreos 6:10).
Pablo dice que la tierra que recibió abundante lluvia produce abundante fruto para salvación. Por eso, el apóstol nos presenta cinco afirmaciones.
1-Dios no es injusto. Así, no deja sin reconocimiento o recompensa toda obra hecha en favor de sus santos. De la misma manera que Jesús expresó en el evangelio, toda acción realizada o no en favor de un pequeñito es ofrecida o negada al mismo Cristo.
2-Dios no es olvidadizo. El ser humano se olvida de las mercedes recibidas mientras que recuerda las ofensas; en tanto, el Señor olvida nuestros pecados perdonados y recuerda todo gesto de amor brindado a sus hijos. No desestima ningún acto de bondad por pequeño que sea, tanto un vaso de agua fría (Mat. 10:42) como la lágrima de dolor o simpatía (Sal. 56:8).
3-Debemos seguir con la misma solicitud hasta el fin. Es más que un anhelo ferviente; es confirmar el mismo compromiso con sentido de urgencia en la certeza de la esperanza. De nada sirve salir de Egipto si no mantenemos en el desierto un andar dependiente y fiel del Señor. El plan de Dios es llevarnos a la Canaán celestial.
4-No debemos ser perezosos. Si buscamos siempre la comodidad y nos movemos lentamente, somos perezosos, no diligentes. Ser perezoso parece inofensivo; pero, como decía el sabio Salomón, el perezoso es como vinagre agrio que irrita los dientes o humo que hace arder los ojos (Prov. 10:26).
5-Debemos ser imitadores de los confiados y pacientes herederos. El labrador no va a lograr una cosecha contemplando la semilla. Necesita arar, plantar, quitar la maleza y regar la semilla, mientras clama por lluvia. No se puede descuidar el estudio de la Biblia, la oración, la confraternidad y el testimonio misionero. Se requiere fe, paciencia y perseverancia.
Los perezosos son animales tropicales de pequeño porte que viven en las selvas húmedas del centro y el sur de América. Son de desplazamiento lento y caminar cansino. Se alimentan básicamente de hojas, las que le proporcionan pocas energías y tienen una digestión de hasta un mes de duración. Duermen unas 18 horas diarias. Viven “en cámara lenta”.
“Amigos, las calamidades en tierra y mar, la inestabilidad social, las amenazas de guerra, como portentosos presagios, anuncian la proximidad de acontecimientos de la mayor gravedad [...] los movimientos finales serán rápidos” (Elena de White, Eventos de los últimos días, p. 13).
Ya no es tiempo de vivir en cámara lenta.
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