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miércoles, 24 de noviembre de 2021

Miércoles 24 de noviembre “DE TODO VUESTRO CORAZÓN”

Miércoles  24  de  noviembre “DE TODO VUESTRO CORAZÓN” Deuteronomio 30:1 al 10 revela la gracia y la bondad de Dios con los descarriados y los pecadores, aun cuando esos pecadores y descarriados hayan recibido la bendición de Dios de maneras únicas: “Porque ¿qué nación grande hay que tenga dioses tan cercanos a ellos como lo está Jehová nuestro Dios en todo cuanto le pedimos?” (Deut. 4:7). A pesar de todo lo que él había hecho por ellos, y a pesar del hecho de que no tenían ningún justificativo real por su pecado, ellos igualmente cayeron (¿alguien se siente identificado?). En Deuteronomio 30:1 al 10, concéntrate en lo que implicaba el arrepentimiento para su regreso (teshuvá) a Dios. ¿Qué se requería, y qué debería enseñarnos esto sobre lo que significa el verdadero arrepentimiento? Finalmente, tuvieron que tomar la decisión de volver a él y obedecerle de todo corazón. En cierto sentido, el  verdadero problema  era su corazón, porque  si su  corazón hubiese  estado bien con Dios, sus  acciones lo acompañarían: es decir, serían obedientes. Por eso se les dio la maravillosa promesa de que si “regresaban” al Señor, si se convertían sinceramente a él, entonces él obraría en ellos y “circuncidaría” su corazón. En medio de su cautiverio, tienen que tomar la decisión de regresar a Dios, y él los llevará de regreso a sí mismo y a la tierra. Y luego allí, en la tierra, los bendeciría. Y parte de la bendición es que él obraría en ellos para cambiar su corazón y así atraerlos aún más hacia él, para que ellos y sus hijos “ame[n] a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma, a fin de que viva[n]”. Por  último,  en  respuesta  a  las  impresiones  de  Dios  (ver  Hech.  5:31),  tendrían que arrepentirse verdaderamente de sus pecados. Elena de White, si bien vivía en un contexto histórico diferente, escribió: “El pueblo se lamentaba  porque  sus  pecados  le  habían  traído  sufrimientos,  pero  no  por haber deshonrado a Dios y transgredido su santa Ley. El verdadero arrepentimiento  es  algo  más  que pesar  por  el  pecado.  Consiste  en  apartarse resueltamente del mal” (PP  600). Y esta es una verdad que podemos ver en Deuteronomio  30:1  al  10. ¿Cómo podemos distinguir la diferencia entre lamentar las consecuencias de nuestros pecados, cosa que cualquiera puede hacer, y lamentarnos por los pecados en sí? ¿Por qué es tan importante esta distinción?

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