Pablo: Reavivado por una pasión
miércoles, 17 nov. 2021
Fija tus ojos en Cristo
“Él, que es el resplandor de su gloria, la imagen misma de su sustancia y quien sustenta todas las cosas con la palabra de su poder, habiendo efectuado la purificación de nuestros pecados por medio de sí mismo, se sentó a la diestra de la Majestad en las alturas” (Hebreos 1:3).
Pablo dice que la revelación de Dios a nosotros es hecha por intermedio del Hijo, debido a estos postulados:
1-Es el resplandor: Es decir, el reflejo que revela al Padre. Cuando miramos el Sol, no se ve el Sol, sino sus rayos. El Hijo es lo visible de la gloria y del carácter de Dios.
2-Es la imagen: Es decir, la representación exacta. Cristo es el sello o la “impronta” de Dios. Es la realidad misma. Son uno en esencia, carácter y pensamiento, propósito y misión.
3-Es el Sustentador: Todo fue hecho por el poder de su Palabra. Él habló, y todo existió. Además de crear el Universo, lo sustenta y lo conserva. El Universo no es un reloj al que Dios le dio cuerda y lo dejó marchando. Requiere atención permanente a través de las leyes y los procesos que él mismo ha establecido.
4-Nos redime: Se necesita el mismo poder usando en la Creación para recrear o redimir. Al purificar al pecador, Cristo busca restaurarlo para siempre.
5-Nos gobierna: En virtud de su muerte y su resurrección, se sentó a la diestra de la Majestad en el Trono de Dios, con plenos poder y autoridad.
Helen Lemmel nació en Inglaterra en 1863, en la familia de un misionero. Estudió música en Alemania y se casó con un hombre adinerado, pero este la abandonó cuando quedó ciega.
A sus 55 años, oyó una frase que la impresionó: “Vuelve tus ojos hacia él, mira plenamente en su rostro”.
Helen había perdido la visión, pero podía ver a Cristo a través de los ojos de la fe, y por eso escribió:
Te sientes cansado y turbado, sin luz en la oscuridad. Contempla por fe al Maestro, tendrás vida y libertad.
Y, en el coro, colocó las palabras tan conocidas para todos:
Fija tus ojos en Cristo, tan lleno de gracia y amor, y lo terrenal sin valor será a la luz del glorioso Señor.
Fijemos hoy y siempre nuestros ojos en Cristo.
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