Pablo: Reavivado por una pasión
jueves, 04 nov. 2021
Trigo y cizaña
“También debes saber que en los últimos días vendrán tiempos peligrosos” (2 Timoteo 3:1).
El capítulo 3 de 2 Timoteo es una alerta sobre la apostasía futura que sucedería a causa del pecado que está presente en nuestra naturaleza: las personas se aman a sí mismas y al dinero; son orgullosas, abusivas, desobedientes a sus padres, ingratas, sin amor, crueles, sin dominio propio, inhumanas, traicioneras, amigas del placer en vez de amigas de Dios; y tendrán forma de piedad, pero negarán su poder.
Mientras el sembrador Jesús sembró buena semilla en su campo, es decir, en la iglesia, el enemigo vino de noche y sembró cizaña (Mat. 13:24-30). Las armas que usa son la seducción, el engaño y luego la acusación. La misión del enemigo es confrontar y dividir a los amigos. Nos acusa ante Dios y le habla mal de nosotros. Ante nosotros, acusa y habla mal de Dios.
En Palestina, cuando el trigo ya estaba sembrado y alguien venía y sembraba cizaña encima, era considerado un acto de venganza, con el fin de arruinar su sembradío y su cosecha (Mat. 13:27, 28).
La cizaña alcanzaba unos sesenta centímetros de alto, y solo cuando maduraban sus granos de color oscuro podían distinguirse fácilmente de los cereales. Las semillas eran venenosas. Causaban vértigos, convulsiones y, en algunos casos, la muerte.
No tenemos que temer al enemigo, pues tenemos un Amigo sembrador que ya lo ha vencido y en él podemos ser vencedores. No solo es el dueño del campo. Es también nuestro Defensor, Consolador y Restaurador.
“En estas horas angustiosas, debemos aprender a confiar, a depender únicamente de los méritos de la Expiación, y en toda nuestra impotente indignidad fiar enteramente en los méritos del Salvador crucificado y resucitado. Nunca pereceremos mientras hagamos esto, nunca” (Elena de White, Joyas de los testimonios, t. 1, p. 108).
Pablo insiste a Timoteo para que permanezca firme, ligado a la Palabra del Señor y al Señor de la Palabra, porque las Sagradas Escrituras impactan en la vida de las personas. La Palabra le dio a Timoteo rumbo y fuerzas para aceptar la salvación de Dios y para conducir a la iglesia.
Por todo esto, como bien decía Billy Graham: “Estudie la Biblia para ser sabio, créala para ser salvo y practíquela para ser santo. Recuerde que nosotros somos la Biblia que muchos leen y los sermones que muchos escuchan”.
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