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lunes, 8 de noviembre de 2021

Lunes 8 de noviembre LA LEY EN DEUTERONOMIO

Lunes 8 de noviembre LA LEY EN DEUTERONOMIO En  la  frontera  de  Canaán,  la  nación  hebrea,  el  pueblo  elegido  por  Dios, f inalmente está a punto de heredar la tierra que Dios le había prometido. Y, como hemos visto, Deuteronomio consiste en las instrucciones finales de Moisés a  los hebreos  antes de  que  ocupen la  tierra. Y, entre esas instrucciones, estaban los mandamientos para obedecer. Lee los siguientes pasajes. ¿Qué idea se expresa vez tras vez  tras  vez, y por qué este aspecto es tan importante para el pueblo? (Deut. 4:44; 17:19; 28:58;  30:10;  31:12;  32:46;  33:2). Hasta la lectura más superficial del libro de Deuteronomio muestra cuán primordial era la obediencia a la Ley para la nación de Israel. En realidad, eran sus compromisos con el Pacto. Dios había hecho mucho por ellos y lo  seguiría  haciendo; cosas que no  podían  hacer  por  sí mismos  y  que no merecían inicialmente (de esto se trata la gracia: Dios nos da lo que no merecemos). Y lo que pedía en respuesta era, precisamente, obediencia a su Ley. No  es  diferente  ahora.  La  gracia  de  Dios  nos  salva,  sin  las  obras  de  la Ley:  “Concluimos,  pues,  que  el  hombre  es  justificado  por  fe  sin  las  obras de la  ley” (Rom. 3:28), y nuestra  respuesta es  la obediencia a la Ley. Sin embargo, obedecemos la Ley, no en un vano intento de ser salvos por ella, “ya que por  las obras  de la  ley ningún  ser humano  será justificado  delante de él;  porque  por  medio  de  la  ley  es  el  conocimiento  del  pecado”  (Rom.  3:20), sino como resultado de la salvación que recibimos con tanta gracia. “Si me aman, guardarán mis mandamientos” (Juan 14:15,  RVA-2015). Deuteronomio podría considerarse una gran lección objetiva sobre la gracia y la Ley. Mediante la gracia, Dios nos redime, haciendo por nosotros lo que no podríamos hacer por nosotros mismos (como tampoco Israel podría haber huido de Egipto por su cuenta); en respuesta, vivimos por fe una vida de obediencia a él y su Ley. Desde la caída de Adán en adelante, hasta aquellos que experimenten el tiempo de angustia y la marca de la bestia, un pueblo representado como aquellos que “guardan los mandamientos de Dios y la fe de  Jesús”  (Apoc.  14:12),  la  relación  de  Dios  con  su  pueblo  del  Pacto es de Ley y gracia. La gracia de Dios nos perdona por haber violado su Ley, y la gracia de Dios nos permite obedecer su Ley también, una obediencia que surge de nuestra relación de pacto con él. ¿Cómo podemos evitar la trampa de volvernos legalistas al obedecer la Ley?

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