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domingo, 21 de noviembre de 2021

Domingo 21 de noviembre MI-YITTEN

El  hebreo  bíblico,  como  la  mayoría de  los idiomas,  está  salpicado  de modismos: cuando se utilizan palabras específicas para indicar algo diferente de lo que realmente dicen. Una frase insignia del Antiguo Testamento es “mi-yitten”.  En hebreo, mi representa la pregunta “¿quién?”; y yitten significa “dará”.  Entonces,  literalmente,  mi-yitten  equivale a “¿quién dará?” Sin  embargo,  en  el  Antiguo  Testamento,  la  frase  expresa  la  idea  de  un deseo, de un anhelo, de alguien que quiere algo con todas sus fuerzas. Por ejemplo, después de su huida de Egipto, los hijos de Israel, al enfrentar desafíos en el desierto, exclamaron: “Ojalá hubiéramos muerto por mano de Jehová en la tierra de Egipto” (Éxo. 16:3). Aquí, la palabra “ojalá” se traduce del hebreo  mi-yitten. En el Salmo 14:7, David dice: “¡Oh, que de Sion saliera la salvación de Israel!” El hebreo no dice “Oh”; dice  mi-yitten. En Job 6:8, cuando exclama: “¡Quién me diera que viniese mi petición!”, “quién me diera” es –nuevamente– mi-yitten. Lee Deuteronomio 5:22 al 29, y concéntrate especialmente en el versículo 29. ¿Qué significa que la frase traducida como “quién diera” provenga  de “mi-yitten”? Aquí está el Señor, el Dios creador (quien hizo el espacio, el tiempo y la materia, quien hizo que nuestro mundo existiera, quien insufló en Adán el aliento de vida), pronunciando una frase que generalmente se asocia con las debilidades y las limitaciones de la humanidad. ¡Qué ejemplo de la realidad del libre albedrío! Aquí vemos que hay límites en lo que Dios puede hacer en medio del Gran Conflicto. Este uso de  mi-yitten  revela que ni siquiera Dios  puede  pisotear  el  libre  albedrío;  porque,  en  cuanto  lo  hiciera,  ya  no habría  libre  albedrío. Y así como los seres humanos somos libres para pecar, también somos libres para elegir al Señor, para estar abiertos a su dirección, para decidir arrepentirnos de nuestros pecados y seguirlo, respondiendo a su Espíritu. En última instancia, la decisión es nuestra, y solo nuestra, y es una decisión que tenemos que tomar día a día, momento a momento. ¿Cuáles  son algunas  de  las decisiones  que  afrontarás  en las  próximas horas  o  días? ¿Cómo puedes aprender a  entregar tu voluntad a Dios para que,  con su fuerza, puedas tomar las  decisiones  correctas?

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