Pablo: Reavivado por una pasión
jueves, 28 oct. 2021
Un Onesíforo para Pablo
“Tenga el Señor misericordia de la casa de Onesíforo, porque muchas veces me confortó y no se avergonzó de mis cadenas” (2 Timoteo 1:16).
Nerón consideraba a los cristianos como una secta proscrita. Se achacó a Pablo haber sido cómplice en el incendio de Roma. Tal acusación era conveniente al Imperio, de manera tal que Pablo fue hacia su última prisión.
Las perspectivas para Pablo no eran buenas. Lo encerraron acusado de ser cómplice de uno de los más viles y terribles crímenes contra el Imperio. Por la persecución de Nerón, había decrecido la cantidad de creyentes en Roma. Algunos habían abandonado la ciudad, otros habían negado su fe, miles habían sido martirizados, y los que quedaban eran intimidados y amenazados.
Pablo iba perdiendo amigos: unos, como Figelo, Hermógenes y Demas, desanimados de la fe, temerosos de los riesgos y los peligros, apostataron. Otros fueron enviados a misionar por el mismo Pablo, tales como Crescente a Galacia, Tito a Dalmacia y Tíquico a Éfeso. Solo le quedaba Lucas. Y ahora necesitaba compañía más que nunca. Pablo estaba debilitado, anciano, enfermo, fatigado y encerrado en una húmeda y oscura celda subterránea de una prisión romana. Timoteo y Marcos llegarían un poco antes de su muerte.
“En ese tiempo de prueba, el corazón de Pablo se regocijaba por las frecuentes visitas de Onesíforo. Este amable ciudadano de Éfeso hizo todo lo que estaba en su poder para aminorar la dureza del encarcelamiento del apóstol. Su amado maestro estaba encadenado por causa de la verdad mientras que él estaba libre; y no escatimó ningún esfuerzo para hacer más soportable la suerte de Pablo” (Elena de White, Los hechos de los apóstoles, p. 391).
Onesíforo no se avergonzó de sus cadenas. Él se había convertido al evangelio y buscó a Pablo hasta encontrarlo en su prisión. Fue persistente y paciente en buscarlo. Fue perseverante y valiente en visitarlo. Lo confortó con provisiones y con su presencia. No tuvo reparo en que lo relacionaran con las acusaciones que hacían al apóstol. Esas visitas, en la hora más oscura, en el tiempo de soledad y abandono, evidenciaron su fidelidad y su fe. Fueron de consuelo, paz y alegría para quien había dedicado su vida a servir a otros.
Hay apenas pocas referencias de él en la Biblia, pero ¡cuánto significó él para Pablo! En esta, su última carta, le agradece y lo elogia.
Cuántos están en su hora más oscura, solos, debilitados y atemorizados, esperando y necesitando un encuentro reparador. Debe haber una o varias personas que dejaron marcas en tu vida y marcaron la diferencia.
Sé hoy el Onesíforo del Pablo que te necesite.
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