Pablo: Reavivado por una pasión
miércoles, 20 oct. 2021
Parcialidad cero
“No haciendo nada con parcialidad” (1 Timoteo 5:21).
¿Qué significa hacer algo con parcialidad? Es cierta inclinación, preferencia, favoritismo o arbitrariedad a favor o en contra de una persona o asunto. Si tal persona es designada para asumir una responsabilidad por causa de parentesco, amistad, intereses personales, es por preferencias, favoritismo o parcialidad y no por capacidades.
Las preferencias por determinada persona o asunto pueden verse distorsionadas por la lente egoísta de nuestra naturaleza pecaminosa. Empezamos a recorrer una línea muy delgada. Puede parecer que hice lo correcto pero la motivación no fue adecuada. ¿Entonces? ¿Cuál el camino más seguro?
Necesitamos purificar nuestros corazones, Elena de White escribió: “Si el corazón se purifica mediante la obediencia a la verdad, no habrá preferencias egoístas ni motivos corrompidos; no existirá parcialidad” (Consejos sobre la salud, p. 258).
En la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, estábamos llevando adelante un plan de evangelismo para establecer una iglesia en la parte más céntrica de la capital de Argentina.
Planificamos cuatro turnos diarios de predicación por tres meses, para llegar a más personas. Héctor, un contador graduado de Harvard, comenzó a asistir a las conferencias, recibió los estudios bíblicos y, junto con su esposa, Adita, fueron bautizados. Con el tiempo, los dos se transformaron en líderes de la nueva iglesia. Hoy descansan en la bendita esperanza.
Un día, Héctor nos contó cómo fue la primera vez que tuvo contacto con nosotros. Obviamente, no sabíamos nada. Al llegar, nos examinó a fondo, asistió a los cuatro horarios, cada día a uno diferente, y así comprobó que no había parcialidad ni preferencias. Notó que existía un equipo unido de trabajo que se brindaba a todos por igual. Ya sea que asistieran pocos o muchos, siempre eran atendidos con el mismo entusiasmo y cariño. “Esta gente debe tener algo importante para dar, por la forma de tratar a todos y la pasión por compartir”, pensó. Y se quedó y permaneció para siempre.
Vivimos en una alarmante época de “favoritismos, excepciones y parcialidad, males que reflejan la corrupción y la hipocresía” (Helgir Girodo). Hoy, más que nunca, “el dolor no hace distinción de clase, es imparcial” (Abigail Aquino).
Por esto, un creyente refugiado y comprometido con Jesús busca parcialidad cero. “Encontrará dificultades, pero siempre debe ser valiente y alegre. Debe tratar a todos como adquiridos por la sangre de Cristo, sin parcialidad ni hipocresía. El Espíritu Santo es su Ayudador” (Elena de White, Cada día con Dios, p. 100).
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