JESUS DESCANSÓ EN SÁBADO, LOS SACERDOTES NO
Terminada su obra, con las manos cruzadas en paz, descansó durante las horas sagradas del sábado. DTG 714.1
Al principio, el Padre y el Hijo habían descansado el sábado después de su obra de creación. Cuando “fueron acabados los cielos y la tierra, y todo su ornamento,”1 el Creador y todos los seres celestiales se regocijaron en la contemplación de la gloriosa escena. “Las estrellas todas del alba alababan, y se regocijaban todos los hijos de Dios.”2 Ahora Jesús descansaba de la obra de la redención; y aunque había pesar entre aquellos que le amaban en la tierra, había gozo en el cielo. La promesa de lo futuro era gloriosa a los ojos de los seres celestiales. Una creación restaurada, una raza redimida, que por haber vencido el pecado, nunca más podría caer, era lo que Dios y los ángeles veían como resultado de la obra concluída por Cristo. Con esta escena está para siempre vinculado el día en que Cristo descansó. Porque su “obra es perfecta;” y “todo lo que Dios hace, eso será perpetuo.”3 Cuando se produzca “la restauración de todas las cosas, de la cual habló Dios por boca de sus santos profetas, que ha habido desde la antigüedad,”4 el sábado de la creación, el día en que Cristo descansó en la tumba de José, será todavía un día de reposo y regocijo. El cielo y la tierra se unirán en alabanza mientras que “de sábado en sábado,”5 las naciones de los salvos adorarán con gozo a Dios y al Cordero. DTG 714.2
LOS SACERDOTES
Poco pudieron descansar el sábado. Aunque no querían cruzar el umbral de un gentil por temor a la contaminación, celebraron un concilio acerca del cuerpo de Cristo. La muerte y el sepulcro debían retener a Aquel a quien habían crucificado. “Se juntaron los príncipes de los sacerdotes y los fariseos a Pilato, diciendo: Señor, nos acordamos que aquel engañador dijo, viviendo aún: Después de tres días resucitaré. Manda, pues, que se asegure el sepulcro hasta el día tercero; porque no vengan sus discípulos de noche, y le hurten, y digan al pueblo: Resucitó de los muertos. Y será el postrer error peor que el primero. Y Pilato les dijo: Tenéis una guardia: id, aseguradlo como sabéis.”15 DTG 723.4
Los sacerdotes dieron instrucciones para asegurar el sepulcro. Una gran piedra había sido colocada delante de la abertura. A través de esta piedra pusieron sogas, sujetando los extremos a la roca sólida y sellándolos con el sello romano. La piedra no podía ser movida sin romper el sello. Una guardia de cien soldados fué entonces colocada en derredor del sepulcro a fin de evitar que se le tocase. Los sacerdotes hicieron todo lo que podían para conservar el cuerpo de Cristo donde había sido puesto. Fué sellado tan seguramente en su tumba como si hubiese de permanecer allí para siempre. DTG 724.1
Así realizaron los débiles hombres sus consejos y sus planes. Poco comprendían estos homicidas la inutilidad de sus esfuerzos. Pero por su acción Dios fué glorificado. Los mismos esfuerzos hechos para impedir la resurrección de Cristo resultan los argumentos más convincentes para probarla. Cuanto mayor fuese el número de soldados colocados en derredor de la tumba, tanto más categórico sería el testimonio de que había resucitado. Centenares de años antes de la muerte de Cristo, el Espíritu Santo había declarado por el salmista: “¿Por qué se amotinan las gentes, y los pueblos piensan vanidad? Estarán los reyes de la tierra, y príncipes consultarán unidos contra Jehová, y contra su ungido.... El que mora en los cielos se reirá; el Señor se burlará de ellos.”16 Las armas y los guardias romanos fueron impotentes para retener al Señor de la vida en la tumba. Se acercaba la hora de su liberación. DTG 724.2
No hay comentarios:
Publicar un comentario