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miércoles, 4 de agosto de 2021

Matutina para Adultos 04/08/2021

Pablo: Reavivado por una pasión 
 miércoles, 04 ago. 2021 
 Cadenas por coronas 

 “Quiero que sepáis, hermanos, que las cosas que me han sucedido, han contribuido más bien al progreso del evangelio, de tal manera que en todo el pretorio y entre todos los demás se ha hecho evidente que estoy preso por causa de Cristo” (Filipenses 1:12, 13). 

 Las dificultades y las adversidades no deberían ser un obstáculo para la realización de una vida con propósitos. El rey David fue un simple pastor de ovejas, Colón fue hijo de un operario, Cervantes fue un soldado raso y Lincoln fue hijo de un pobre leñador. Demóstenes fue tartamudo, y llegó a ser el mayor orador de Grecia; Beethoven fue sordo, y creó algunas de las melodías más bellas; Miguel Ángel fue frágil, y pintó y esculpió algunas de las figuras más sublimes. 

Susan Wesley fue madre de 19 hijos, sin lavadoras automáticas ni pañales desechables. Fue la maestra de cada hijo; entre ellos, John y Charles, quienes lideraron movimientos religiosos de reforma. Fanny Crosby, ciega casi desde su nacimiento, nunca se resignó por las cadenas de la oscuridad, y compuso muchos himnos. Más que impedimentos, las piedras pueden transformarse en escalones para alcanzar la cima.

Pablo quería llevar el evangelio al oriente (a Asia), pero Dios cerró las puertas y lo dirigió hacia el oeste (a Europa). Él no pudo seguir su plan, pero siguió el plan de Dios. A veces, Dios usa instrumentos tan extraños como las cadenas del apóstol para que el evangelio llegara a la Guardia Pretoriana.

Dios puede usar la vara de Moisés, los cantaros de Gedeón, la honda y las piedras de David, los panes y los peces de un niño, como también las cadenas de un prisionero, para mostrar su amor y su poder e impactar con el evangelio.

El diablo encerró al mensajero, pero no pudo encerrar el mensaje. Las cadenas podían fijar las muñecas de Pablo, pero nunca su testimonio. Pablo podría estar preso como un delincuente; pero su mensaje, libre y trascendente. El apóstol, lejos de quejarse de las cadenas, las consagró al Señor. 

Su arresto disponía que estuviese encadenado a un soldado romano las 24 horas del día. Cada soldado hacía un turno de 6 horas. Es decir, 4 hombres y sus familias que recibían su testimonio de fe, oración, valor y esperanza. Esas cadenas ofrecieron oportunidades únicas de testimonio. Pablo no se preguntó por qué estaba en cadenas sino para qué estaba en cadenas. Pablo se regocijaba en lo que Dios haría, en lugar de quejarse por lo que Dios no hizo.

Cada uno de nosotros tiene sus cadenas. Tú tienes las tuyas y yo tengo las mías. No importa cuáles sean, consagra a Dios tus cadenas provisorias y temporales. En breve, el Señor te las cambiará por una corona permanente y eterna.

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