Mas vosotros, no queráis ser llamados Rabbí; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo; y todos vosotros sois hermanos. Y vuestro padre no llaméis a nadie en la tierra; porque uno es vuestro Padre, el cual está en los cielos. Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo.” Mateo 23:8-10
En estas claras palabras, el Salvador reveló la ambición egoísta que constantemente procuraba obtener cargos y poder manifestando una humildad ficticia, mientras el corazón estaba lleno de avaricia y envidia. Cuando las personas eran invitadas a una fiesta, los huéspedes se sentaban de acuerdo con su jerarquía, y los que obtenían el puesto más honorable recibían la primera atención y favores especiales. Los fariseos estaban siempre maquinando para obtener estos honores. Jesús reprendió esta práctica. DTG 564.1
También reprendió la vanidad manifestada al codiciar el título de rabino o maestro. Declaró que este título no pertenecía a los hombres, sino a Cristo. Los sacerdotes, escribas, gobernantes, expositores y administradores de la ley, eran todos hermanos, hijos de un mismo Padre. Jesús enseñó enfáticamente a la gente que no debía dar a ningún hombre un título de honor que indicase su dominio de la conciencia y la fe. DTG 565.1
Si Cristo estuviese en la tierra hoy rodeado por aquellos que llevan el título de “Reverendo” o “Reverendísimo,” ¿no repetiría su aserto: “Ni seáis llamados maestros; porque uno es vuestro Maestro, el Cristo”?
La Escritura declara acerca de Dios:
“Santo y terrible [reverendo, en inglés] es su nombre.” Salmos 111:9
“Holy and 👉🏻reverend is his name.” Salms 111:9
¿A qué ser humano cuadra un título tal? Cuán poco revela el hombre de la sabiduría y justicia que indica. Cuántos de los que asumen este título representan falsamente el nombre y el carácter de Dios. ¡Ay, cuántas veces la ambición y el despotismo mundanales y los pecados más viles han estado ocultos bajo las bordadas vestiduras de un cargo alto y santo! El Salvador continuó: DTG 565.2
“El que es el mayor de vosotros, sea vuestro siervo. Porque el que se ensalzare, será humillado; y el que se humillare, será ensalzado.” Mateo 23:12
Repetidas veces Cristo había enseñado que la verdadera grandeza se mide por el valor moral. En la estima del cielo, la grandeza de carácter consiste en vivir para el bienestar de nuestros semejantes, en hacer obras de amor y misericordia. Cristo, el Rey de gloria, fué siervo del hombre caído. DTG 565.3
“¡Ay de vosotros, escribas y Fariseos, hipócritas!—dijo Jesús,—porque cerráis el reino de los cielos delante de los hombres; que ni vosotros entráis, ni a los que están entrando dejáis entrar.” Mateo 23:13
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