Pablo: Reavivado por una pasión
domingo, 04 jul. 2021
Herencia garantizada
“En él también vosotros, habiendo oído la palabra de verdad, el evangelio de vuestra salvación, y habiendo creído en él, fuisteis sellados con el Espíritu Santo de la promesa, que es las arras de nuestra herencia hasta la redención de la posesión adquirida, para alabanza de su gloria” (Efesios 1:13, 14).
Pablo invita a los efesios a una nueva experiencia: al creer en Cristo, son sellados por el Espíritu Santo
Pero ¿qué significa ser sellados? El sello y la firma garantizan el documento, establecen pertenencia y propiedad. El sello significa que somos de Dios. Nos compra para liberarnos y decimos que somos su propiedad. Parece contradictorio, pero no lo es, ya que solo en él hay plena libertad.
El sello significa también seguridad y protección. El Espíritu Santo permanece con el creyente para siempre. Podemos entristecerlo, pero él no nos abandona; siempre seguirá estando y actuando en favor de nuestra salvación.
El sello también implica que el documento es genuino y auténtico. Y en la vida cristiana solo la presencia del Espíritu puede hacernos espiritualmente auténticos.
La redención tiene tres etapas: fuimos redimidos de la culpa y la condenación del pecado por la muerte de Cristo; somos redimidos –liberados– del poder del pecado en la medida que permitamos que el Espíritu actúe en nosotros, y seremos redimidos de la presencia del pecado, en el regreso de Cristo, cuando lo veremos y seremos semejantes a él.
Pablo afirma que ser sellados por el Espíritu Santo de la promesa equivale a las arras de nuestra herencia (es decir, hasta la posesión de la herencia adquirida). Ahora bien, ¿qué son las “arras”? Solo Pablo usa esta palabra tanto para los corintios como para los efesios. Legalmente, las arras significa un primer abono, un depósito o pago inicial de lo que se recibirá más adelante. Es la garantía de lo que vamos a recibir y el depósito que garantiza nuestra herencia. “El Espíritu que Dios les ha dado es para los cristianos la garantía de su futura posesión completa de la salvación”, afirmó Johannes Behm. Entonces, las arras son símbolo del sí pleno dado a la voluntad de Dios, de amor, pertenencia y fidelidad para siempre. Así, el sello del Espíritu Santo es el pago inicial de nuestra herencia celestial; es la garantía de que, a su debido tiempo, recibiremos la herencia en su totalidad.
En breve, Jesús dirá: “¡Contemplad el rescate de mi sangre! Por estos sufrí, por estos morí, para que pudiesen permanecer en mi presencia a través de las edades eternas” (Elena de White, Consejos para la iglesia, p. 120).
En el cielo alabaremos y glorificaremos a Dios para siempre.
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