¡CRISIS EN EL ADVENTISMO, LA OMEGA!
Paso a paso, año tras año, el contenido de El conflicto de los siglos y Apocalipsis 13 desfila ante nuestros ojos dando significado a los sucesos políticos y religiosos que observamos. Dios ha derramado sobre su pueblo una luz que el mundo es incapaz de comprender; y a medida que los acontecimientos se producen, tenemos mayores razones que nunca antes para amar y vivir esta verdad.
No obstante, el adventismo pasa hoy por una crisis. En una hora cuando deberíamos proclamar nuestro mensaje [Apocalipsis 14:6-12] desde los tejados de las casas, nos estamos escondiendo en los sótanos.
Muchos DESCONOCEN por qué son adventistas, cuáles son sus creencias y por qué las creen. Miles no devuelven sus diezmos, no asisten a la iglesia, y muchos —particularmente los jóvenes— se están separando de ella.
Los cultos de adoración, que deberían caracterizarse por su entusiasmo, poder y espiritualidad, a menudo son tan desabridos que llamarlos “TIBIOS” sería hacerles un cumplido. EL ADVENTISMO DE HOY PASA POR UNA CRISIS DE IDENTIDAD, una crisis teológica, y una crisis espiritual. ¿Y cuál es el resultado? Una serie de cuestionamientos cruciales para la iglesia. Si ni siquiera sabemos quiénes somos, ¿para qué esforzarnos por traer a otros a nuestras filas? Si no somos capaces de definir lo que creemos, ¿con qué fin lo enseñamos a otros? Si nos vemos desprovistos de poder espiritual, ¿a quiénes atraeremos? ¿Cómo podemos esperar que proclamaremos un mensaje al mundo, si ni siquiera estamos seguros de cuál es ese mensaje? Hablamos de recibir la lluvia tardía, pero es más probable que caiga una tormenta de nieve sobre La Meca en junio que la lluvia tardía descienda sobre nosotros.
Diversas teorías se han ofrecido, tanto de la derecha como de la izquierda, para explicar nuestro malestar. La televisión, madres que trabajan, teólogos liberales, prosperidad material, iglesias de celebración, legalismo, jesuitas, ordenación exclusiva de varones, y el sistema educacional: se han culpado todos estos factores y muchos más. Sin embargo, el adventismo es algo demasiado grande, demasiado diversificado, para que cualquiera pueda categorizar con precisión la causa de nuestro letargo espiritual. Sea cual fuere la causa, una cosa es cierta: Si no nos arrepentimos, si no nos volvemos, nuestros pecados nos destruirán.
“El Señor nos ha sido revelado con una luz cada vez mayor. Nuestros privilegios son mucho más grandes que los del antiguo pueblo de Dios. No sólo poseemos la gran luz confiada a Israel, sino que tenemos la creciente evidencia de la gran salvación que nos ha sido traída por Jesucristo”. - Christ’s Object Lessons, p. 317.
Si el Israel antiguo sufrió tan severamente a causa de sus pecados, ¿qué nos acontecerá a nosotros? “¿Acaso la culpabilidad del profeso pueblo de Dios no es hoy tanto mayor que la del Israel de antaño, cuanto la luz de que gozamos es superior a la de ellos?” Signs of the Times (26 de mayo, 1881).
Aunque nunca he estado más convencido de la veracidad de los mensajes de los tres ángeles, nunca había sentido un temor tan grande por la suerte de los mensajeros. Esta verdad circuirá al mundo con su gloria, aunque nosotros permanezcamos en tinieblas. Como Israel, nosotros también hemos sido hechos depositarios de la verdad; no obstante, a veces no siento más optimismo respecto de los adventistas del que Jeremías experimentaba por Jerusalén. Aunque no existe una respuesta simple para este problema, mientras los adventistas no comprendamos nuestro mensaje, tampoco entenderemos nuestra identidad, misión ni propósito.
Y el único modo de discernir el significado de nuestro mensaje es volviéndonos a sus fundamentos, porque nunca sabremos cuál es nuestro destino mientras ignoremos de dónde venimos. La esencia, la misma base del adventismo del séptimo día, ya sea que nos guste o no, que lo aceptemos o no, es el servicio del santuario… [Desequilibrio Fatal pág. 16-18 Clifford Goldstein]
¡Que Dios nos ayude a despertar de nuestro letargo!
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