Los predicadores no deberían tener escrúpulos para predicar la verdad como se encuentra en la Palabra de Dios. Dejad que la verdad corte. Se me ha mostrado por qué los ministros no han tenido más éxito, tienen miedo de herir sentimientos, están temerosos de no ser corteses, y rebajan las normas de la verdad, y si es posible, esconden la peculiaridad de nuestra fe.
Vi que Dios no podía hacer que los tales tuvieran éxito. La verdad debe ser directa, y se debe urgir acerca de la necesidad de una decisión. Y mientras los falsos pastores están clamando paz, y están predicando cosas halagüeñas, los siervos de Dios deben clamar a voz en cuello y no detenerse, y dejar los resultados
a Dios. -(Dones Espirituales, Tomo 2, p. 284-285.)
Los ministros que procuran agradar a los hombres, y claman: Paz, paz, cuando Dios no ha hablado de paz, debieran humillar su corazón delante del Señor, y pedirle perdón por su falta de sinceridad y de valor moral. No es amor a su prójimo lo que les induce a suavizar el mensaje que se les ha confiado, sino el hecho de que procuran complacerse, y aman su comodidad.
El verdadero amor se esfuerza en primer lugar por honrar a Dios y salvar las almas. Los que tengan este amor no eludirán la verdad para ahorrarse los resultados desagradables que pueda tener el hablar claro. Cuando las almas están en peligro, los ministros de Dios no se tendrán en cuenta a si mismos, sino que pronunciarán las palabras que se les ordenó pronunciar, y se negarán a excusar el mal o hallarle paliativos. (…)
Dios llama a hombres como Elías, Natán y Juan el Bautista, hombres que darán su mensaje con fidelidad, al margen de las consecuencias; hombres que dirán la verdad con valor, aun cuando ello exija el sacrificio de todo lo que tienen.
(Profetas y Reyes, 104)
Muchos que estaban convencidos de que Jesús era el Hijo de Dios fueron extraviados por el falso razonamiento de los sacerdotes y rabinos.
(DTG, 422)
El pecado de una nación y su ruina se debieron a sus dirigentes religiosos.
(DTG, 687)
Los dirigentes religiosos se habían unido con Satanás y sus ángeles. Estaban cumpliendo sus órdenes.
(DTG, 696)
Estamos en el gran día de la expiación, cuando mediante la confesión y el arrepentimiento nuestros pecados han de ir de antemano al juicio. Dios no acepta ahora de sus ministros un testimonio suave y falto de temple. Un testimonio tal no sería verdad presente. El mensaje para este tiempo debe ser alimento oportuno para nutrir a la iglesia de Dios. Pero Satanás ha estado procurando gradualmente despojar a este mensaje de su poder, para que la gente no esté preparada para resistir en el día del Señor.
(Mensajes Selectos t1, 145)
Los ministros ajustan sus sermones al gusto de los cristianos mundanos. No se atreven a predicar a Jesús ni las penetrantes verdades de la Biblia, porque si lo hiciesen, estos cristianos mundanos no quedarían en la iglesia.
(PE, 227)
(EN 1844) Los malos pastores…se unieron con Satanás y sus ángeles para clamar: “Paz, paz.” Cuando no había paz.
(PE 234)
Los Ministros sacan sus textos de la palabra de Dios, pero predican cosas agradables.
(PE, 273)
Vi que muchos de estos pastores habían negado lo que Dios había enseñado antes; habían negado y rechazado las verdades gloriosas que una vez defendían y se habían ataviado de mesmerismo y de toda clase de engaño. Vi que estaban borrachos de error, y que conducían a su grey a la muerte. Muchos de los que se oponen a la verdad de Dios maquinan daños en su cabeza sobre sus camas, y de día llevan a cabo sus perversos designios para abatir la verdad y presentar algo nuevo que interese a la gente y la distraiga de la verdad preciosa y de suma importancia.
Vi que los sacerdotes que conducían a su grey a la muerte serán pronto detenidos en su terrible carrera. Se acercan las plagas de Dios, pero no bastará que los falsos pastores sean atormentados por una o dos de esas plagas. En aquel tiempo la mano de Dios será extendida con ira y justicia y no se retirará hasta que los propósitos de él se hayan cumplido plenamente, hasta que los sacerdotes asalariados sean inducidos a adorar a los pies de los santos, y a reconocer que Dios los amó porque se aferraron a la verdad y guardaron los mandamientos de Dios, y hasta que todos los injustos sean destruidos de la tierra.
(PE, 123-124)
El pueblo está más avanzado que muchos de los ministros. Ellos debieran luchar sin descanso en oración hasta que el Señor los bendiga. Cuando el amor de Dios esté ardiendo en el altar de sus corazones, no predicarán para exhibir su propia inteligencia, sino para presentar a Cristo que quita los pecados del mundo.
(Review & Herald, 15 agosto, 1882)
En iglesias y grandes asambleas al aire libre, los ministros exhortarán al pueblo acerca de la necesidad de guardar el primer día de la semana.
(Review & Herald, 18 de marzo de 1884)
Hay muchos que nunca estuvieron convertidos…no participan de la naturaleza divina; Cristo no mora en sus corazones por la fe.
(Review & Herald, 8 octubre, 1889)
Hay pastores que pretenden estar enseñando la verdad, cuyos caminos son una ofensa para Dios. (Review and Herald, 21 octubre 1890).
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