Nuestro maravilloso Dios
lunes, 27 jun. 2022
«Al pie de la letra»
«Yo estoy a punto de ir por el camino que todo mortal transita. Ustedes bien saben que ninguna de las buenas promesas del Señor su Dios ha dejado de cumplirse al pie de la letra. Todas se han hecho realidad». Josué 23: 14, NVI
SI ALGUIEN, ENTRE LOS GRANDES DIRIGENTES que menciona la Escritura, tenía motivos para vanagloriarse, ese era Josué, el hijo de Nun. Basta una rápida mirada a su hoja de servicio para comprobarlo.
Josué desempeñó un papel determinante en la victoria sobre los amalecitas; acompañó a Moisés en el Sinaí cuando Dios entregó las tablas de la ley; formó parte del grupo de dirigentes a quienes Moisés envió a explorar la tierra prometida; y, como estratega militar, derrotó a unos treinta y un reyes paganos. Como si fuera poco, introdujo a Israel en Canaán y dirigió la repartición de las tierras a las doce tribus.
¡Suficiente para enorgullecer a cualquiera! Sin embargo, ¿de qué habla Josué en su discurso de despedida (ver Jos. caps. 23-24)? ¿De sus logros? ¿De sus habilidades personales? ¿Propone levantar un monumento en su honor? ¡Nada de eso! En cambio, habla de la fidelidad de Dios en cumplir sus promesas, tal como lo señala nuestro versículo de hoy. Si lees el capítulo 24, notarás que habla de servir a Dios con integridad de corazón; y de a poner a un lado los dioses paganos. Y termina preguntado al pueblo: «¿A quién deciden servir? ¿A los dioses paganos, que solo han sido piedra de tropiezo; o al Dios que nos ha traído hasta aquí?»
Al final terminó levantando un monumento, pero no en su honor, sino como memorial del pacto de fidelidad entre Dios y su pueblo (Jos. 24: 25-27). ¡Con razón dice la Escritura que durante todo el tiempo de Josué Israel sirvió al Señor (vers. 31)!
¿Dónde radicó el secreto de este héroe de la fe? Uno muy sencillo, que hoy está a nuestra disposición: Josué creyó en las promesas de Dios. Dios le prometió que heredaría la tierra de Canaán, que sería victorioso sobre sus enemigos, y que siempre estaría a su lado (Jos. 1:3-5). ¡Todo eso se cumplió! ¿Cómo podía Josué descender al sepulcro sin testificar públicamente de la fidelidad de Dios?
Hoy es buen día para alabar a Dios por su fidelidad. Una manera de hacerlo es recordando nuestras promesas bíblicas favoritas. En cuanto a mí, hoy quiero recordar el Salmo 32: 8: «Te haré entender y te enseñaré el camino en que debes andar; sobre ti fijaré mis ojos».
¿Qué recordarás tú? Cualquiera sea tu situación hoy, cualesquiera los desafíos que debas enfrentar, clama tu promesa favorita en el nombre de Jesús. Y espera grandes cosas del Dios que cumple sus promesas «al pie de la letra».
Te alabo, Padre, porque eres fiel. Que tus promesas se cumplan en mi vida, en el momento oportuno y de acuerdo a tu voluntad.
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