Nuestro maravilloso Dios
viernes, 06 may. 2022
«Él sabe lo que se siente»
«El Señor está cerca de los quebrantados de corazón, y salva a los de espíritu abatido». Salmos 34: 18, NVI
¿TE HA OCURRIDO ALGUNA VEZ que, justo cuando deseas descansar, se presenta una interrupción tras otra?
La Escritura registra una experiencia similar que vivieron el Señor y sus discípulos. El día había sido tan agitado que ni siquiera habían tenido tiempo para comer. Entonces Jesús les dijo que buscaran un lugar desierto para descansar (ver Mar. 6:31). Fue así como abordaron una barca, y llegaron al sitio escogido, ¡pero una multitud los estaba esperando! (vers. 33). En otras palabras, ¡adiós descanso! ¿Cómo reaccionó el Señor a todas estas? Dice la Escritura que, al ver a la gran multitud, «tuvo compasión de ellos, porque eran como ovejas que no tenían pastor; y comenzó a enseñarles muchas cosas» (vers. 34).
Esta es la clase de Salvador que tú y yo tenemos. Un Salvador compasivo y misericordioso que, entre su bienestar y el de sus hijos, siempre prefiere anteponer las necesidades de sus hijos. Un Salvador que, por ser «en todo semejante a sus hermanos» (Heb. 2: 17) —aunque «sin pecado» (4: 15)—, entiende perfectamente el sufrimiento de cada uno de sus hijos. Él sabe que nos causa dolor y siempre hace algo para aliviarlo.
Este atributo de nuestro Señor lo ilustra bien Max Lucado en su libro In the Eye of the Storm (En el ojo de la tormenta) con el relato de un niño que fue a una tienda de mascotas para comprar un cachorrito. Después de hacer su selección, preguntó al vendedor por el precio de esa raza particular de cachorros, y prometió regresar para comprarlo.
A los pocos días regresó, pagó el precio y fue en busca de su mascota: ¡Un cachorrito que cojeaba!
-Amiguito -le dijo el vendedor, tratando de disuadirlo-, ese cachorro no podrá jugar contigo porque está lisiado.
—Gracias —respondió él-, pero es justo la mascota que estaba buscando.
Y diciendo esas palabras, se dirigió hacia la salida de la tienda. Ya el vendedor se disponía a hablarle cuando observó algo que al instante lo silenció: también el niño cojeaba. ¿Por qué su interés en ese cachorrito? «Porque el niño sabía -escribe Lucado— lo que se siente». Lo que se siente cuando a uno lo ignoran, lo rechazan o lo ponen a un lado, por tener un defecto físico. *
He aquí un pensamiento para recordar hoy: si ahora mismo el sufrimiento está consumiendo tu cuerpo o tu corazón, Jesús sabe lo que sientes, y oportunamente hará algo para aliviarlo.
Gracias, Jesús, porque estás cerca de los quebrantados de corazón, y salvas a los de espíritu abatido. Sobre todo, gracias porque, para salvarme, tú también tuviste que sufrir el cruel castigo que yo merecía.
*Max Lucado, In the Eye of the Storm, Word Publishing, 1991, pp. 48-49.
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