Nuestro maravilloso Dios
miércoles, 02 mar. 2022
Dios sigue siendo fiel
«Dichoso aquel a quien se le perdonan sus transgresiones, a quien se le borran sus pecados». Salmos 32: 1, NVI
¿QUIÉN QUEDA MÁS AGRADECIDO al perdonársele una deuda: al que se le perdona poco o al que se le perdona mucho?
La respuesta la encontramos en el siguiente caso de la vida real, que cuenta Mark Finley, autor y conferencista internacional.* Es la historia de Steve y Kim, una pareja con problemas. Kim, la esposa, tenía un amante, y se proponía abandonar a Steve cuando ocurrió un hecho inesperado: Steve se ganó el premio de la lotería valorado en dos millones de dólares.
La noticia colocó a Kim frente a un verdadero dilema: ¿dejaría a su esposo millonario; o terminaría la relación ilícita con su amante? Kim decidió seguir con su esposo, pero sin dejar al amante. Sin embargo, ¿cómo lo haría? Decidió contratar a un asesino a sueldo. Solo le costaría quinientos dólares.
Un día, mientras Kim discutía con su amante los detalles del plan, su hijo de 21 años escuchó la conversación telefónica. Sin pérdida de tiempo, notificó a su padre, Steve, quien de inmediato contactó a la policía, y Kim terminó en la cárcel por intento de homicidio.
Entonces ocurrió lo inaudito. Steve retiró los cargos contra Kim. No solo eso; además, hizo cuanto pudo para reducir su sentencia, y al final terminó pagando la fianza que le dio la libertad. Cuenta Finley que el perdón de Steve no solo quebrantó el corazón de Kim, sino que también le dio el valor que necesitaba para poner fin a su aventura y salvar su matrimonio.
¿Cómo pudo Steve perdonar tanto? ¡Esa mujer quiso matarlo, para quedarse con su dinero y continuar con su aventura amorosa! Solo hay una explicación: Steve le perdonó mucho porque la amaba mucho. Kim, por su parte, que hasta entonces había estado ciega, pudo conocer la magnitud del amor de su esposo: un amor que se puso en evidencia cuando ella menos lo merecía y más lo necesitaba. Fue así como el amor a su esposo revivió en su corazón, porque a quien mucho se le perdona, mucho ama.
¿Cuánto te ha perdonado Dios? ¿Y cuánto lo amas? A mí me ha perdonado mucho. Por eso hoy quiero invitarte para que juntos le pidamos a Dios que nos permita conocer cada vez más de ese gran amor, que no merecemos, pero que desesperadamente necesitamos. Ese amor que prefirió sacrificarse antes que abandonarnos.
Gracias, Señor Jesús, porque a pesar de nuestra infidelidad, y nuestras rebeliones, tú sigues siendo fiel. Gracias porque con tu muerte en la cruz nos diste el perdón que no merecíamos, pero que tanto necesitábamos.
*Mark Finley, «Million Dollar Love», en Signs of the Times, noviembre de 1999, p. 20.
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