Pablo: Reavivado por una pasión
domingo, 05 sept. 2021
El arte de aprovechar el tiempo
“Andad sabiamente para con los de afuera, aprovechando bien el tiempo” (Colosenses 4:5).
En 1987, la empresa American Airlines tomó una medida particular: puso una aceituna menos en las ensaladas que servía a bordo en cada uno de sus vuelos. Con eso, logró un ahorro de cuarenta mil dólares anuales.
En todos los ámbitos de la vida, se crea, se busca y se aprovecha cada oportunidad para sacar partido y hacer más sustentable el negocio. Entonces, cuánto más relevante es hacerlo en los planos misioneros, donde en juego están ambas vidas, tanto de quien necesita recibir como de aquel que tiene que compartir.
El término “aprovechar” viene del campo de la administración y las finanzas. Significa “utilizar, usufructuar, aplicar, dedicar, lograr, conseguir, producir, fructificar, redituar y beneficiar”.
Estos significados han dado lugar a expresiones tales como “llevar agua para su molino”. Estos artefactos sirven para moler granos, y pueden ser movidos gracias a la acción del agua, entre otros factores. Ese tipo de molino precisa que se oriente un curso de agua hacia él para lograr que funcione.
Por su parte, cuando una persona realiza un buen negocio, se dice que “ha hecho su agosto”. El origen de esta popular expresión es muy antiguo y surgió con toda seguridad en el medio rural. Parece ser que el dicho “hacer el agosto” alude a la recolección de cereales, aceitunas, uvas y otros frutos del campo durante la época más fructífera y, por extensión, a los beneficios que se obtienen de la venta de una buena cosecha.
Para Pablo, andar sabiamente significa vivir de tal manera que nada dificulte la proclamación del evangelio. Para él, aprovechar bien el tiempo es aprovechar las oportunidades para predicar.
Elena de White dice que tenemos que estar atentos a las oportunidades de presentar el mensaje para este tiempo, y enfatiza: “Sean rápidos en aprovechar las circunstancias para hablar a la gente. Acompañados del poder del Espíritu Santo, presenten al público el mensaje de Juan el Bautista: ‘Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado’. La palabra de Dios ha de ser presentada con claridad y poder, con el fin de que los que tengan oídos para oír puedan escuchar la verdad. Así, el evangelio de la verdad presente será colocado en el camino de los que no lo conocen, y será aceptado por no pocos, y llevado por ellos a sus propios hogares en todas partes de la Tierra” (El colportor evangélico, p. 42).
¡Aprovechemos este tiempo de oportunidades para hacer lo que tenemos que hacer!
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