(Juan 1:4.) El fruto vivificante es nuestro mediante Cristo.-
El fruto del árbol de la vida en el jardín del Edén poseía virtudes sobrenaturales. Comer de él equivalía a vivir para siempre. Su fruto era el antídoto de la muerte. Sus hojas servían para mantener la vida y la inmortalidad, Pero debido a la desobediencia del hombre, la muerte entró en el mundo. Adán comió del árbol del conocimiento del bien y del mal, cuyo fruto aun le había sido prohibido que tocara. Su transgresión abrió las compuertas de la maldición sobre la raza humana.
El Agricultor celestial trasplantó el árbol de la vida al paraíso del cielo después de la entrada del pecado; pero sus ramas cuelgan sobre la muralla hacia el mundo que está más abajo. Por medio de la redención comprada por la sangre de Cristo, aún podemos comer de su vivificante fruto.
De Cristo está escrito: "En él estaba la vida, y la vida era la luz de los hombres". El es la fuente de vida. Obedecerle es el poder vivificante que alegra el alma.
Cristo declara: "Yo soy el pan de vida; el que a mí viene, nunca tendrá hambre; y el que en mí cree, no tendrá sed jamás" [se cita Juan 6:57, 63; Apoc. 2:7 ú. p.] (ST 31-3-1909).
(Sal. 19:10; junto 6:54-57.) El árbol de la vida plantado para nosotros.-
Los hijos de los hombres han tenido un conocimiento práctico del mal; pero Cristo vino al mundo para mostrarles que ha plantado para ellos el árbol de la vida, cuyas hojas eran para la sanidad de las naciones (MS 67, 1898).
Las hojas del árbol de la vida os son ofrecidas. Son más dulces que la miel y que la que destila del panal. Tomadlas, comedias, digeridas, y vuestro miedo se desvanecerá (MS 71, 1898).
Cristo... era el árbol de la vida para todos los que quisieran tomarlo y comerlo (MS 95, 1898).
La Biblia es el árbol de la vida para nosotros.-
Recuerden todos que el árbol de la vida lleva doce clases de frutos. Esto representa la obra espiritual de nuestras misiones en la tierra. La Palabra de Dios es para nosotros el árbol de la vida; cada porción de la Escritura tiene su uso; en cada parte de la Palabra hay alguna lección que aprender. Aprended pues cómo estudiar vuestras Biblias. Este Libro no es un montón de retazos; es un educador. Debéis ejercitar vuestros propios pensamientos antes de poder sacar verdadero beneficio del estudio de la Biblia. Los nervios y los músculos espirituales deben ser ejercitados con la Palabra. El Espíritu Santo hará recordar las palabras de Cristo; iluminará la mente y conducirá en la búsqueda (Carta 3, 1898).
Cristo es el árbol de la vida.-
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